🌼Dos🌼

0 1 0
                                    

«La cuidaré, estará bien, ¿no es así, Margarita?»

🌼

Fui a visitar a mamá. No estaba en mis planes hoy, pero tal vez, lograría que me sintiera mejor.

Había pasado una semana desde que todo volvió y nada había mejorado. No he visto a Leo, sólo nos hemos escrito y él ha aceptado mi lejanía. Y es que sé que si vuelvo a verlo, tendría que explicarle, no sé si pueda. No sé si mi voz saldrá, no sé si, al menos, diré algo entendible..., no sé si me creerá.

Con cada pensamiento y recuerdo que pasaba por mi mente, sólo empeoraba mi estado anímico. Sé que necesito ayuda, pero si una vez pude sola, me creo capaz de volverlo a hacer, sólo es cuestión de tiempo.

El tiempo hará que olvide.

Ya estoy segura.

Ver la fachada de la casa, causó que un escalofrío recorriera mi cuerpo. Por más que intenté que mamá se mudara, no quiso, ya que ahí estaba el recuerdo de papá. Lo único que pude hacer fue remodelarla. Pero no funcionó, al parecer.

Respiré hondo y caminé por el jardín delantero para luego tocar el timbre de casa. Esperé un momento, hasta que una señora de cabellera grisasea abrió. Al verme, se sorprendió, ya que no tiendo a visitarla por cuestión de tiempo, aunque sí la llamo todos los días.

Pude ver que se emocionó por tenerme allí.

—Florecita, corazón, ¿qué haces aquí? —interrogó mientras a paso lento, me abrazaba y se hacía a un lado para que pasara— Debiste avisarme para hacerte algo de comer. Te ves más delgada, ¿has comido bien?

Ignoré el golpe que sentí en el estómago al decirme delgada y me centré en su preocupación. Sonreí forzosamente, como practiqué varias veces frente al espejo cuando me sentía mal, y negué.

—Estoy bien, no te preocupes.

Pareció reconfortarle mi respuesta y me guío hasta la cocina. Intenté ayudarla, pero no me dejó y me obligó a estar sentada en la mesa del comedor mientras ella cocinaba. Me hablaba de algunos familiares, y le presté atención hasta cierto punto.

El olor en la cocina de especias con un toque dulce, me despertó el hambre. El arroz con pollo y el jugo de naranja, se me hizo tan apetitoso. Además, unas galletas de mantequilla que estaba haciendo antes que llegara, hacían que mi estómago rugiera.

Luego de hablar de todo un poco, me sirvió la comida. Realmente, lo disfruté. Traté de no verme como una desesperada. Y seguí conversando con ella. A pesar de sentirme un poco mejor, siempre controlé la conversación. No quería guiarla hasta ahí. Y que esa persona salga en el tema.

Al cabo de unas horas, tuve que irme. Así que me despedí de mamá, en la puerta de casa. Ella me abrazó con fuerza y cuando pretendía separarme, ella se aferró más a mí.

—Deja que te abrace un poco, no sé cuándo te vuelva a ver.

Mis defensas se activaron. Volví a intentar separarme de ella, pero no lo logré. El miedo comenzó a recorrerme y sentí la intensa necesidad de empujarla, de alejarla.

No lo hice simplemente porque aún no me dejaba guiar por mis instintos, mi impulso. Porque era mi madre. Eso era lo único que me recordaba para no salir corriendo, para no preocuparla. Pero sí continue en mi intento de alejarla.

Me dio un gran beso y luego me soltó. Inmediatamente, di un paso hacia atrás y me despedí con ella con la mano. Con gritos de ella diciéndome que vuelva pronto y que recuerde de llamarla, me alejé rápidamente.

No sabía adónde me dirigía, pero sólo rememoraba lo que sentí. Las ganas de llorar, no se hicieron esperar pero las aguanté mientras caminaba por las calles sin un rumbo fijo.

No lo entendía; era mi madre. Ella siempre me cuidó, nunca hizo algo que no debía. Ella fue mi lugar seguro. ¿Por qué huyo de ella, entonces?

Ahora me pregunto si fue buena idea ir con ella.

—¿Margarita?

Comencé a llorar en sus brazos. No sé si debí venir, pero necesitaba consuelo de él.

Al menos, sé que si me quiero alejar de él, lo hará sin oponerse.

Margarita [Saga Pétalos Rotos]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora