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Un suspiro salió impaciente en los labios de Kyle, al mirar en su reloj de pulsera que ya habían pasado veinte minutos tardíos de su cita que tenía supuestamente con una chica que había conocido en línea

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Un suspiro salió impaciente en los labios de Kyle, al mirar en su reloj de pulsera que ya habían pasado veinte minutos tardíos de su cita que tenía supuestamente con una chica que había conocido en línea. Otra llamada fue lo que hizo, a su celular.

El tono de marcado pasó al buzón de mensajes. Frustrado al saber que lo habían dejado metido cerca de la heladería del pueblo, colgó y guardo el móvil dentro del bolsillo de su pantalón. Cabizbajo, comenzó a caminar, alejándose un poco del lugar.

No quería que nadie se enterará de lo mal que le había ido. En especial Eric Theodore Cartman.

No obstante, el mencionado que ahora estaba en su cabeza, se acerca con una sonrisa en su rostro, que no podía caber de la felicidad al ver un semblante caído en la cara del pelirrojo.

—Hola Kyle, ¿cómo te va?

—Bien, y ¿a ti? —preguntó el pelirrojo al levantar la mirada— y, ¿qué haces por estos lares? —inquirió sorprendido al verlo por los alrededores de su supuesta cita que no se cumplió.

Acaso, ¿él tenía algo que ver?

Prácticamente, se sentía como en ese programa de Catfish que resultará que él fuera la supuesta niña hermosa a la que lo enamoró con su encanto desconocido.

—Bien. Y tú, ¿qué haces por acá? —curioseo el castaño al ver inquisitivo el lugar donde estaban parados, en un supuesto encuentro casual.

—Nada. Salí a caminar. ¿Por qué?

—No, por nada judío. Simplemente, acabo de salir de la casa de Butters e iba precisamente a la dirección opuesta, donde tú vienes.

Kyle Broflovski enarcó una ceja y enmarcó la comisura de sus labios en una mueca incrédula de no creerle lo que había dicho.

—Aaaah ok... Y, ¿qué vas a hacer ahora? —indagó el pelirrojo.

—Retorno a mi casa. ¿Por qué, Kahl... me vas a invitar a algún lado?

—Pues, porque si quieres te invito a comer un helado simple para dos personas.

Eric asintió con una sonrisa que no podía con ella, al caminar al lado de su amorcito que se devolvió, otra vez, a la entrada del local.

—Espérame, en una de las mesas. Mientras hago el pedido, primero en la caja —susurró Kyle.

El joven de sobrepeso siguió hasta el final de la mesas, donde vió un espacio al pie de la ventana, algo que le pareció romántico esperar allí, a su rey. Curiosamente, como lo había mencionado en varias páginas de su diario, que justamente hoy iba a escribir acerca de su cita con el pelirrojo. Nadie lo sabe, ni siquiera Butters, que ha sido uno de sus amigos más cercanos, en los últimos meses, que han conllevado una amistad más confidencial.

❤ кумαη ℓσνє 💚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora