|| Inocencia ||

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En una habitación se escuchaba como una abuela le contaba un cuento a su nieta para dormir

- ...Cenicienta se probó la zapatilla y se supo que era ella la dueña de la preciosa zapatilla de cristal; Cenicienta fue llevada al castillo y se encontró nuevamente al príncipe, se casaron y vivieron feliz por siempre... fin – concluyó la abuela con una gran sonrisa

- ¿Puedes volverlo a leer? – pregunto Idylla

- Ya es tiempo de dormir, mañana será – dijo levantándose de la cama la abuela

- Está bien, ¡dormiré para que sea mañana! – se acomodó rápidamente en la cama Idylla

- Verás que será en un abrir y cerrar de ojos – sonrió siguiéndole el juego a su nieta – buenas noches Idy – le dio un beso en la frente y apagó la lamparilla de noche

- ¿Abuela?

- Dime cariño – volvió a encender la lamparilla

- ¿Tendré mi cuento de hadas algún día? – dijo ilusionada

- Oh, cariño mío, lo tendrás y serás feliz – se acercó a su nieta y la abrazo – solo prométeme algo – la miro a los ojos y ella asintió con su cabeza – en los cuentos siempre hay obstáculos que enfrentar y un villano que vencer; prométeme que, si un día en tu cuento no encuentras el final feliz, harás uno para ti – tomo sus manos – la felicidad es tuya, y solo tuya; prométeme que no lo olvidarás

- Lo prometo abuela – soltó sus manos para darle un cariñoso abrazo – tendré mi cuento de hadas con un final feliz

La abuela se levantó de la cama complacida por la respuesta de su nieta, la acomodo en la cama, apagó nuevamente la lamparilla y se despidió de ella, lo que no sabía Idylla es que al abrir sus ojos a la mañana siguiente su abuela ya no estaría para contarle más cuentos; ya que esa misma noche el corazón de la abuela dejo de contar el tiempo para descansar en un sueño profundo en paz.

Idylla tenía 6 años, así que con ilusión creyó que su abuela se convirtió en un hada mágica a cumplir una misión; y la pérdida para ella se convirtió en una fantasía, era inocente a la realidad de la vida y su dolor.

Sus padres la amaban a su manera, para muchos era normal ese amor al igual que Idylla; hicieron tan colorido su cuento de hadas, que no dejaron que identificará el color negro o incluso gris. La pequeña niña fue educada y enseñada hacer perfecta, daba la casualidad de que todo lo que hacía Idylla siempre salía al primer intento, muchos pensarían que sería un don y sus padres se lo hicieron creer. Idylla tenía 8 años cuando comprendió esto...

- ¿Qué número es el que está en esta boleta? – le pregunto su padre

- Es un 9 padre – estaba parada enfrente de él, controlando los nervios

- Exacto es un 9, ¿Te parece aceptable? – dijo un poco molesto

- No, pero... - guardo silencio cuando su padre alzo la mano para que no siguiera

- No pedí tu queja Idylla, tu deber es tener un 10 en esta boleta – estaba aún más molesto – no me hagas pasar vergüenza, si quieres ser alguien en esta vida, tienes que destacar y ser mejor que un 9 – y sin más se retiró

A partir de ese momento Idylla tuvo excelencia en cada materia, curso, trabajo o cualquier cosa que hiciera. Continuaba viendo el mundo con inocencia.

La familia de Idylla era considerada prestigiada y muy importante en la sociedad; ser parte de la familia de Idylla era un privilegio y cualquiera diría que estaría orgulloso de visitar a aquella familia, pues al estar con ellos la felicidad y la paz no dejaba de abundar alrededor, todos siempre sonrientes y muy amables; la envidia de toda familia, pero... ¿Realmente era así?

- Madre, ¿Me permites jugar? – estaba parada en la puerta de la cocina, detrás de su madre, esperando una respuesta

- No, debes estudiar – dijo sin rodeos

- Ya eh, terminada madre, e hice mis deberes en casa tal como pediste – se apresuró a decir

- Cariño, eh dicho que no – se voltio para verla y que entendiera – y es no, ve a leer un libro, tu tiempo será más aprovechado – concluyó su madre

- Si madre – y se fue directo a buscar un libro

Idylla tuvo ciertas diversiones, pero no las normales de un niño; no hubo raspaduras en su cuerpo o la oportunidad de hacer amistades que quizás durarán para toda una vida, Idylla creció sin conocerlo, sus padres la hicieron creer que el tiempo era valioso y que se debía aprovechar de una manera eficaz y astuto. A la edad de 12 años su cuerpo empezó a experimentar ciertos cambios; los cuales sus padres la consideraron un defecto que se debía arreglar lo más pronto posible y así fue...

- Padre, ¿Podría tener una amiga?

- Nosotros somos tus amigos – se señaló a él y a su esposa

- Lose, es que me gustaría alguien más – menciono nerviosa

- Los amigos haya fuera no son confiables – dijo su madre – cuando menos te lo esperas te traicionan

- No hay mejores amigos que nosotros, y en quién confiar – concluyó su padre – pero si quieres tener una amiga, está bien, te daremos permiso

- Gracias – dijo emocionada por haber logrado su objetivo

Pero tal como dijeron sus padres, su primera amiga la traicionó; esa tal "amiga" solo acepto su amistad por la popularidad que portaba su familia; y cuando consiguió lo que quería la boto como trapo viejo, aun así, Idylla se preguntaba ¿Cuál había sido su error?

- Te lo advertimos – dijo su padre – los amigos no existen

- Lo eh, entendido padre – estaba intentado no llorar

- Y no llores Idylla, aguanta tus consecuencias

Idylla no entendía los cambios que su cuerpo estaba haciendo, y sus padres lo hicieron ver como un acto de rebeldía, y eso era deshonroso tanto para ella como para su familia.

De la noche a la mañana aprendió a controlarlo yasí sus padres volvían a sonreír y sentirse orgullosos de su familia, porquenuevamente todo era perfecto; y así pasaron los años e Idylla creció, seconvirtió en una joven adulta muy hermosa, educada y perfecta como sus padres esperaban,pero... ¿Cuánto más duraría esa brillante sonrisa en el rostro de Idylla?, ¿Cuántomás resistiría la carga de los años oprimidos?, ¿Cuánto más conocería realmenteel villano de su cuento para tener su final feliz? Estaba por descubrirlo...

IdyllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora