"Acto y desecanto"

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Otra presentación exitosa, el público vitoreaba su nombre y el se sentía feliz y agotado. Volvió a su camarín lleno de flores y regalos de su admiradores, se quitó el tocado de joyas que adornaba su cabeza, se quitó los aros, se desmaquillo y vio en su reflejo, el verdadero rostro detrás del gran actor “Angel Dust”. Le pregunto a su secretaria si alguno de sus amigos había respondido a uno de los cables que había enviado, pero ninguno dio señales de interes. Los invito a la obra pero todos se excusaron ¿De que servía estar rodeado de gente si se sentía solo? Recordaba todo lo que hacía por ellos, todo lo que le entregaba, ya que el era así, todo o nada y ninguno le devolvía la misma intensidad ni por asomo. Tomó su gran pipa y aspiro un poco de opio, aquello siempre le hacía sentir feliz, en una nube suave, flotando sin preocupaciones. Cuando todo estuvo arreglado salió del lugar no sin antes toparse con su contraparte, el otro actor que reencarnaba a los héroes en la obra. Se saludaron como si no se conocieran y cada uno siguió su camino. Anthony, suspiro arreglando su rubio cabello, creía que su relación jamás se arreglaría y el trataba de lidiar con aquella pena.

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Aún recordaba su infancia, en aquella escuela para niños huérfanos, las madres los vendían y ellos, de seis años o menos, firmaban un contrato abusivo dónde el “padre” podía hacer con ellos los que les pareciera. Como a él le gustaban la ópera, ellos debían trabajar día y noche, bajo el calor abrasador o los fríos glaciares del invierno para poder llevarla a los escenarios y que el viejo se volviera rico. Recordaba haber llegado porque era extranjero, una cabellera rubia y ojos color cielo entre tantos ojos rasgados y cabellos oscuros. Su madre era americana y su padre chino, su unión no podía ser en aquella sociedad tan cerrada. Su padre tenía un compromiso desde que nació y no podía defraudar a su familia. Madre entendió que aquel hombre era débil de espíritu y decidió tener el hijo y olvidarlo en algún orfanato, no encontró uno mejor que el de aquel hombre, amante de la opera china y futuro productor de pequeñas estrellas. Los hacían pasar por entrenamientos inhumanos, les daban poca comida, dormían todos en una misma litera y el baño era cada una semana para ahorrar agua. Debían aprenderse los clásicos y las obras más aclamadas, Anthony no entendía el porque tenían que hacerlo ni que hacía en aquel lugar, era osado, desde pequeño mostró una personalidad fuera de la norma, agresivo, luchaba por lo que quería por lo que los castigos no se hicieron esperar. Por lo menos una vez al día recibía un varillado en sus rodillas o extremidades. Por lo que decidió ser el mejor alumno y se aprendió los poemas al revés y al derecho, hacía el entrenamiento sin chistar pero debía pagar en las noches, cuando su cuerpo aullaba de dolor, lloraba en su litera, tratando de aguantar estoicamente. Así conoció a Alastor, un chico delgado de cabellos castaños, moreno y ojos rubí. Otro mestizo que había a sido desechado por la misma razón que él. Los unió un sentimiento de miseria, tristeza y dolor. El castaño era el mayor y consolaba al pobre Anthony por las noches, trabajaban juntos por el día y hacían la mejor dupla de toda la academia, por ello padre decidió que Alastor fuera el héroe y Anthony la damisela en peligro. Todas las operas de china tenían casi los mismos personajes y la misma línea para contar la historia. Siempre hay un gran general, un gran hombre y una damisela valiente que se sacrifica por su señor. Anthony por su parte tuvo que aprender a sacar todo el potencial de su lado femenino, actuando como una mujer sin serlo y eso le produjo una confusión enorme en su ser porque siempre había sido un hombre y ahora el padre le pedía actuar como una mujer, por ello volcó todo su ser en ser femenino y cantar con el tono más agudo que pudiera. La primera vez que se puso maquillaje vio su reflejo impactado de su parecido con una verdadera mujer, de su hermosura reflejada.

-Eres la mejor mujer que podría pedir –Alastor era coqueto por naturaleza. Su sonrisa agraciada y su buen porte derretía a todos a su paso y Anthony no pudo evitar caer en sus redes. Se sonrojo hasta la raíz del pelo y desde aquel momento lo dio todo de si para que cada maquillaje fuera perfecto y se viera lo más bello posible. Delineaba sus ojos con paciencia, coloreaba sus mejillas con esmero y contorneada sus carnosos labios. Por las noches practicaba sus expresiones, como sus ojos caían y miraban con todo el amor del mundo, sus movimientos de manos y como caminaba para estar lo más listo para el día del estreno.

"Mi falsa concubina"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora