Capítulo 1

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El lente de una CANNON EOS enfocaba a una pequeña niña que debía tener unos 5 años de edad. La pequeña subía las escaleras de un tobogán y se deslizaba con destreza en él, divertida y ajena al mundo, sin conocer que su juego estaba siendo observado por alguien más, desde hacía unos cuantos minutos.

De vez en cuando, el mismo lente apuntaba a su niñera, una joven rubia que conversaba con alguien a través de su móvil. Ella soltaba una que otra carcajada, por lo que fuera que estuviese diciéndole la persona del otro lado de la llamada; estaba claro que ese alguien era más importante que su objetivo a resguardar, la pequeña nena.

Había muchos niños en el parque; algunos llevados por sus madres que chismorreaban con sus vecinas mientras los pequeños desahogaban energía en el parque, y otros acompañados por las niñeras que llevaban bolsas de compras, quizás con el mandado para el almuerzo de esa tarde. Todos estaban ajenos a los peligros que rodeaban a las criaturas que – inocentes – disfrutaban de una mañana de recreación.

La niñera de la pequeña comenzó a sonrojarse al ver acercarse a un joven alto y delgado que caminaba hacia ella sonriente y con el móvil pegado a la oreja. Ella corrió en su dirección, alejándose un poco de la niña, que aún subía y bajaba en el tobogán. El lente de la cámara volvió a enfocarse en la inocente criatura y rastreo los alrededores del área del tobogán donde ahora, como por arte de magia, parecía que habían desaparecido el resto de los pequeños que hacía unos instantes jugueteaban en el lugar.

- No me dijiste que vendrías – acusó divertida la joven a su enamorado, mostrándole un efímero puchero.

- Quería sorprenderte – se excusó su novio, mientras le acariciaba la mano con suavidad. – Además, sabía que no aceptarías que viniera.

- Porque me distraes – confesó la joven y el chico le tomó de las mejillas para besarla suavemente, cuando el grito de una niña los hizo separarse de golpe.

Ambos voltearon en búsqueda de la pequeña que era responsabilidad de la niñera y notaron que no estaba en el tobogán donde apenas un momento atrás la habían observado jugar. Corrieron alarmados sabiendo que se meterían en muchos problemas por su descuido. Al doblar en una esquina del parque, una mujer sostenía con fuerza los brazos de la pequeña que lloraba a raudales e hipaba sin control.

- ¿Amelia? – la joven niñera corrió a su lado y apartó con fuerza a la mujer que la sostenía. - ¿Estás bien? – le preguntó a la pequeña - ¿Qué te hizo? – insistió, pero la niña no respondía entre su llanto. - ¿Qué le hizo? – increpó, ahora llorando desesperada, en dirección a la mujer frente a ella.

- Yo no... - el joven novio llegó entonces con un oficial de policía a su lado.

- ¡La encontraste! – soltó el aire que parecía haber contenido durante una eternidad.

- Esta mujer quería robarse a Amelia – gritó desesperada, abrazando a la niña que lloraba.

- Señora, ¿Es cierto eso? –interrogó el oficial.

- No – sacudió la cabeza la mujer con alarma en su mirada. – Claro que no. Un hombre...

- No había ningún hombre, usted estaba sosteniendo a Amelia. Quería robársela – Acusó la muchacha temblorosa y se abrazó a su novio, quien se acercó para darle consuelo.

- Tendrán que acompañarnos a la delegación, todos.





Sierra de Aracena, España

De pie, en el centro de una oscura habitación de una cabaña desolada en la Sierra de Aracena, un hombre con vestimenta oscura miraba fijamente a su rehén. Sus ojos dorados mostraban fastidio, llevaba semanas intentando sacar información al tipo, pero era más difícil de lo que había supuesto. El español agotado de sus torturas, ahora dormía como una inocente paloma. Con rabia, asestó una patada en la silla, asustando al tipo encadenado.

Oscuro FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora