Capítulo 10

678 66 26
                                    

- Buenos días, ¿cómo amaneciste, niña? – le preguntó Rosa a Cristina cuando la vio entrar a la cocina y servirse un café. – No es común que te despiertes tan tarde.

- Buenos días, anoche me costó mucho conciliar el sueño. – Y claro que sabía la razón de su insomnio, el apasionado beso de Dionisio.

- ¿Quieres desayunar?

- Solo una tostada, por favor. Julieta... ¿ya se fue a la fundación?

- Hoy no fui. – contestó su amiga, recostada en la puerta. Cristina se volvió a verla con cierta tristeza, porque habían estado algo alejadas. - ¿Cómo estás?

- Bien – le contestó con cuidado - ¿Y tú?

- Yo estoy tranquila, me desperté tarde también. Rosa, ¿quedó algo para desayunar?

- Si claro. – contestó

- Hoy creo que es un día hermoso, ¿no te parece? – Cristina frunció el ceño al ver que la Julieta huraña y de pocas palabras había desaparecido. - ¿Quieres salir a tomar el desayuno afuera?

- Si... claro. Rosa, puedes llevarnos el desayuno afuera.

- Por supuesto. – las amigas salieron y se sentaron en el comedor del jardín.

- ¿Por qué tan contenta? – Julieta levantó una ceja. – No me malinterpretes, me alegra verte de buen humor, pero...

- He estado con un humor de perros. Lo sé. Y quiero disculparme.

- No tienes que hacerlo.

- Quiero contarte algo. – dijo Julieta con ojos emocionados. – El director general de la fundación nos avisó que harán una nueva sede. Eso es muy bueno, porque han llegado muchos niños abandonados.

- Te emociona mucho tu trabajo. – comentó Cristina con una sonrisa.

- No solo eso. Cree que he hecho un excelente papel como directora del centro en San Jacinto. ¿Te imaginas que quieran ascenderme a la sucursal de la capital?

- Eso... eso implicaría que te fueras a Ciudad de México, ¿eso es lo que quieres?

- Quiero demostrar que puedo lograr todo lo que deseo, aunque solo sea en la parte laboral.

- Querida... - Cristina le tomó la mano a su mejor amiga – tú puedes lograr todo, creo que no he conocido a nadie tan capaz como tú.

- ¿De verdad lo crees? – le preguntó emocionada.

- Por supuesto. Aunque si te vas... creo que yo estaré muy triste. – agregó encogiendo los hombres.

- Tienes a Héctor. – le recordó. – Y a Aurora. Hasta a Dionisio.

- Ni me hables de él.

- Según mi madre, la tal Irene le dijo que ella y Dionisio son pareja.

- ¿Hablaste con tu madre?

- Me llamó, después de decirme el fracaso de hija que soy, me contó sobre Dionisio y su novia.

- Según él, es solo una amiga. – y bufó enseguida – Es un cínico.

- Creo que ambos han sufrido mucho y si pueden retomar sus vidas, por mí está bien.

- Me criticabas porque decidí aceptar a Héctor.

- Porque no lo amas.

- Entonces crees que tu hermano si ama a esa mujer.

- Como siempre en mi vida, lo que yo crea es irrelevante. En realidad, lo que importa es lo que tu sientes. ¿Amas a Dionisio? ¿Prefieres a Héctor? Creo que la que tiene un conflicto que resolver eres tú.











Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Oscuro FrenesíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora