capítulo uno: promesa

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con amor,
para el lindo chico
que cuida mi corazón.

taehyun podía sentir el nítido viento rozando su rostro mientras colocaba el lienzo en su caballete, que previamente había preparado.

le gustaba despertarse unas horas antes que el resto de sus compañeros, se levantaba en pleno silencio de su cama, se aseaba, se vestía y, junto con sus utensilios, salía a dar pequeños paseos por el jardín del hogar, sin alejarse mucho, buscando un lugar agradable para pintar.

era un sitio amplio y lleno de vegetación. no había rejas, por lo que los pequeños animalitos, tales como conejos o liebres, se podían corretear sin preocupaciones.

se podían ver cientos de árboles que generaciones anteriores habían plantado y cuidado durante décadas, de los que se podía sacar fruta o flores.

mas, sin duda, el que más destacaba era el gran castaño que se podía ver desde lejos, el árbol más grande y antiguo del lugar, que otorgaba metros de sombra y que, casi siempre, taehyun ocupaba para taparse del fuerte sol o de las fuertes lluvias. y es donde se encontraba ahora.

suspiró. ya tenía sus materiales listos y se disponía a trabajar, tomó su pincel con una mano y su paleta con la otra. miró el cielo, como solía hacer antes de comenzar sus obras, sin embargo, está vez no comenzó nada.

retrocedió en sí mismo, dejando sus materiales bien apoyados en el suelo para que no sufrieran daño y se recostó bajo el castaño. cerró los ojos.

sentía los suaves cabellos del pasto cosquilleando su cuerpo y la frescura fría abrazándolo. se dejó llevar por sus sentidos, olvidándose de todo, incluso de lo que más pensaba.

estaba a punto de quedarse dormido cuando escuchó una tierna voz llamando su nombre a lo lejos. cada vez se escuchaba más cerca, y cuando finalmente estuvo a su lado, abrió los ojos.

— buenos días, tyun. — el mencionado pudo ver como el dueño de aquella voz se agachaba hasta tener sus caras frente a frente. — ¿por qué no estás pintando?

él era su amado amigo yeonjun. su mejor amigo. los dos vivían en aquel orfanato a las orillas del pueblo. siempre pasaban tiempo juntos; eran familia.

— hola, junie. — le devolvió el saludo, sentándose y refregando un poco su cabello negro. — no estoy pintando porque no tengo mucha inspiración hoy, pero parece que tú vienes a cambiar eso.

ambos rieron avergonzados.

— si no estás pintando... — propuso el chico que acababa de llegar, con una sonrisa. — ¿te gustaría acompañarme al mercado?

taehyun se puso de pie y arreglo un poco su ropa vieja.

— claro, junie. — le extendió su mano para que él también se parase. — pero, ¿no tienes frío?

hizo aquella pregunta al ver con detalle el vestido blanco que —siempre— llevaba puesto yeonjun. según él, le hacía resaltar sus facciones delicadas y sus cortos cabellos rubios, y no lo negaba, pero no entendía como podía vestirse tan ligero. bueno, tampoco había una gran variedad de ropa para ponerse.

— yo nunca tengo frío.

el chico pintor ordenó todos sus materiales, listo para abandonarlos por unas horas, para después volver a utilizarlos.

bajaron por la pequeña colina que se formaba en el jardín y llegaron a la calle, por dónde pasaban carretas y caballos.

el pequeño pueblo donde vivían no era muy concurrido ni tampoco muy habitado. estaba escondido entre los campos al sur de grecia, por lo que casi nunca llegaban extranjeros.

cadena de flores 𖤐 taejun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora