capítulo dos: funeral de flores

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los días pasan y los pétalos de las flores caen. pese a eso, el alma de jóvenes enamorados sigue revoloteando como pájaros al rededor de su nido. o hasta que crezcan las crías, o hasta que decidan volar.

yeonjun peinaba su corto cabello frente al espejo de la sala, lugar donde todos se reunían a compartir cada tarde y cada noche luego de un largo día. sin embargo, ahora estaba vacío.

su peine subía y bajaba, separando sus finas hebras de cabello, mientras que, su rostro, se dedicaba a observarse en el reflejo. no veía un rostro feliz.

detuvo su acción al escuchar pasos acercándose con rapidez. buscó con los ojos algún indicio que le demostrase quién era y solo lo tuvo cuando, entre los pasillos del lugar, apareció taehyun.

— ¡tyun! — fue corriendo a abrazarlo.

el mencionado, quien llegaba ajetreado, lo rodeó con sus brazos. le regaló sutiles caricias y besos suaves en su cabeza.

— tyun. — repitió yeonjun, desconsolado. — ¿te enteraste, tyun?

— me enteré, junie. — confirmó, con voz casi rota.

no se emitieron más palabras, luego de eso, solo se demostraron amor apegándose a sus cuerpos. no necesitaban escuchar palabras de apoyo, tampoco las querían, ni mucho menos le servirían o siquiera los consolaría.

todo fue algo inesperado desde hace años, avanzaba lento, perdiéndose en el camino sin poder llegar a un lugar en concreto, mas, de un momento a otro venía en avalancha, arrasando con todo a su alrededor. y mucho más.

se trataba de su pronta separación. era difícil de creer; adoptarían a yeonjun.

y claro, todos tenían mucho que decir, pero a veces el silencio vale más que mil palabras. por eso, desde la confirmación de la noticia, las voces del orfanato se extinguieron, las voces de los dos chicos amantes, se esfumaron.

en su lugar, recuerdos vagaban sin cesar. los famosos fantasmas de la media noche comenzaron a aparecer y a aterrar a quienes se les cruzaban.

— tyun...

cayeron al suelo, sobre la suave alfombra roja con detalles amarillos que con el tiempo se volvían duros y sin forma.

se acurrucaban como si el otro fuera a desaparecer. lo haría.

el chico pintor tocaba a su musa de la forma en la que preparaba sus pinturas; con delicadeza y con temor de derramarlas.

él moría por dentro, deseaba apretarlo contra sí y no soltarlo más, no hasta que la tormenta acabase. pero sus brazos no eran capaces desconociendo los anhelos del otro. 

el ambiente que se estaba formando era un ambiente de nostalgia, de tiempos lejanos que reciden en el futuro. un miedo.

nadie entraba a la sala, porque abundaban las penas sin remedio y perdidas incomprensibles.

el separarse, significaba, sin esperanzas, el nunca más verse.

en un mundo como ese, donde diarias son las guerras y disputas, se es desconocida la esperanza.

la noche llegó y sus corazones como estrellas fugaces la siguieron. se estrellaban contra la realidad, vertiendo sangre.

taehyun dio el último suspiro antes de levantarse de aquella dolorosa superficie, la cual húmeda estaba.

—  mañana, hora de almuerzo; apenas comeremos. — el chico se refería a la hora de partida. no volveré a comer.

desde arriba, observó el pálido cuerpo de su amado amigo. le estiró una mano, pronunciando palabras de apoyo que le clavaban el pecho:

— está caluroso, hoy dormiremos bajo la luna.

yeonjun tomó su mano y sus cadenas de flores brillaron con tristeza.

tomaron unas mantas que reposaban sobre los sillones y salieron rumbo al gran castaño del lugar, cerrando todo a su paso.

el viento soplaba cálidamente y de a poco se llevaba las lágrimas caídas. aunque no todas, nunca serán todas.

subieron la pequeña colina con lentitud; en el fondo de su ser, querían creer que mientras más lento avanzaban, más lento lo hacía el tiempo.

— taehyun. — lo nombró el rubio, cuando ambos se encontraban bajo el gran árbol. — tengo miedo.

el silencio fue interrumpido, pues los animalitos y las plantas se encargaban de  hacerlo. los girasoles durmientes danzaban para los tulipanes y abejas soñadoras en sus panales, el sonido de las delgadas aguas se encargaba de la percusión.

sus cuerpos no se tocaban, pero sus almas se ahogaban una en la otra convirtiéndose en una.

— yo también tengo mucho miedo. — respondió, vacío.

— después de esto, no nos veremos más en nuestra vida. — gimió. — habremos muerto uno para el otro.

y hubiera deseado decir lo contrario, pero ni con su imaginación de artista se le ocurrió.

no mentiría, nunca había mentido y nunca lo hará.

liberaría todo lo que le ahoga la garganta; era su única oportunidad.

— yeonjun, yo... — dolía su nombre, dolía decirlo. — yo siento cosas por ti, siento cosas que me da miedo dejar ir... sensaciones que nunca más sentiré y, cuando pase eso, significará que yo ya no perteneceré a esta tierra.

— dímelas, entonces; aunque sentido ya no tengan.

la oscuridad bailarina los bañaba.

— siento las flores de la primavera, los rayos de sol del verano, las hojas de los arboles caer en otoño y la nieve en las montañas en invierno. a tu lado siento que somos parte de la naturaleza y eso me hace sentir vivo. somos la vida misma.

» sin embargo, cuando ya no estés a mi lado... mi llama dejará de arder y el agua de mi cuerpo se transformará en sequía y por más que me lamente, grite o incluso si me condenara para siempre, ya no volveré a mi.

» este lugar ya no será mi hogar ¿y qué lo será? nada lo será.

yeonjun arrastró las mantas sobre su cuerpo, recostándose en el pasto, contemplando el cielo cubierto por las ramas del árbol de castañas y, con ojos llorosos y alborotados, dijo:

— tyun, siempre tendrás un hogar, una casa, y dormirás en ella cada noche, justo como ahora. no estaremos juntos, nunca más. pero mi alma perseguirá nuestra promesa y se quedará contigo hasta la muerte y más. porque somos la vida misma, ¿no? la vida y la muerte.

eso retumbó en la cabeza de taehyun.

en su mente, observó su lienzo en blanco. su salvación inexistente que recordaba angustias que ahora afloraban. en unas horas ya no estaría en blanco, pues con su corazón roto, encontrará la salida de todos sus sentimientos.

con su pincel, dibujará su unión. separación. amor, sufrimiento.

viviría cada momento por última vez y los dejaría ir para siempre en su pintura que, ni con el paso de las estaciones, perderá el color.

plasmaria a su amor y con ello, a él mismo. ellos mismos eran su salvación.

su promesa.

sus muñecas no se podrán tocar, pero nunca dejarán de sentir.

— junie, mi cadena en flor.

aquel fue el fin. sus cuerpos se desmayaron, exhaustos de emociones, rotos e irreparables. ambos durmieron abrazados el uno al otro como si de un sueño eterno se tratase. las luciérnagas se paseaban con sus colitas tintineantes, cuidando de ellos y de sus cadenas de flores.

esa fue la última noche antes de su fallecimiento. al día siguiente, todos les llevaron rosas a los difuntos que partían, pero rosas no servían. los días fueron eternos, sombríos y empapados de nostalgia. con nieve, llovizna, calor pegajoso y aire apagado. excepto un lugar especial, del cual corría un río de pétalos y un cajón.

ellos se habían convertido en el campo de flores que taehyun retrató.

cadena de flores 𖤐 taejun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora