*Veintiuno*

544 19 4
                                    

Su ausencia

Muerdo mi labio y camino de un lado a otro, estoy demasiado nerviosa y casi ni pude dormir el fin de semana por completo debido a que Scott me vuelve loca, es que ese chico necesito tenerlo lejos pero lo quiero cerca. Lo quiero cómo mi amigo pero a veces muero por besarlo, eso no es normal y debería querer alejarlo pero no puedo, y lo peor es que cuando se quiso ir, aunque sabía que debía, no dejé que se fuera de mi lado, soy egoísta y estúpida.

Tanya me pasa unas galletas y canta creyendo que es Selena Gomez en un featuring con Marshmellow, por ello mi pobre gato trata de escapar asustado debido a que lo agarran queriendo que se convierta en un lobo.

—Tanya, deja a Sauvage por favor.

—No sé si estás más nerviosa por Alex que va a despertar, o porque Usher va a llegar o porque no sabes qué hacer con Scott.

—Sinceramente, ya ni sé que me pone más ansiosa, a veces hasta mezclo todos los temas en uno mismo confundiendo incluso a las personas —me rindo sentándome en el sofá.

—Estás jodida —canturrea al ritmo de Who Says.

—Cállate.

Ríe y termina de limpiar mi cocina haciendo que su concierto me mantenga en calma, pues me mantengo enfocada en contar la cantidad de desafinaciones y en su falta de ritmo, es increíble cómo alguien que ama la fiesta llega a ser tan descoordinada e importarle una mierda.

—Vamos, tenemos que llegar a la clínica a las 9, así que tenemos treinta minutos.

—Maldito Soldado —gruño tomando mi chamarra y mi bolso.

—¿Por qué lo maldices? No te ha hecho nada —cierra la puerta y sopla sus manos antes de teclear en el celular.

—Prometió que estaría conmigo para este momento —susurro molesta conmigo por creer en sus palabras, no debería necesitarlo tanto.

—¿No te soy suficiente?

—No es eso, es que si promete algo lo tiene que cumplir, solo eso.

—No te entiendo, Harper, de verdad —niega aun viendo su celular y tengo que tomarla del brazo para que no siga avanzando, pues el semáforo da rojo.

—Es que, no se si lo entiendes, me dio la mano sin que se la pidiera y me ha ayudado con miedos que traté de superar por años en mucho menos de una semana. Nunca nadie que conocí antes me ha hecho sentir segura de misma de la manera en que él hace.

—Opino que no deberías depender de él, tal vez si agradecerle, pero no hacerlo tu salvavidas —nunca la había oído decir algo así, es un consejo que jamás pensé saldría de su boca, no es algo de Tanya—. Tienes que aprender a ser suficiente, eso es lo que te ha enseñado ese desconocido que tomó mi lugar sin pedir permiso.

—Tu lo dejaste, que yo sepa tú fuiste su contacto —deja salir una risita malvada que me hace replantearme si mi amiga es la cuerda de nosotras o no.

—No te hubiese compartido si no hubiese tenido claro que él sería un buen capítulo de tu vida.

—¿Juras que mis capítulos duran solo un día? No me llamo Tanya y sus conquistas, son distintos libros.

—Eso no es un insulto, deberías saberlo —frunzo el ceño ya sin llegar a creer los extremos de ella.

No entiendo cómo es que aún y yo conduciendo motocicletas, aun no puedo ir en un auto cualquiera sea sin tener un ataque de ansiedad, lo peor es que me enojo conmigo misma y es mucho más insoportable, ya ni yo me aguanto en realidad. Caminar hacia la Clínica resulta un martirio.

Corazón en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora