La perla del sueño de amor.

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Luego de un largo recorrido, alrededor de la Isla Cebú, KeiSky, tuvo hambre, y por el acumulado cansancio. Se internó en la espesura, entre árboles frutales, de los cuales destacaba una planta de cacao.

Esta llamó su atención por algunos que, de maduros y grandes, estaban abiertos y la comida blanca, era el manjar de una bandada de loros. Que replican sus voces alzaron vuelo sin fin.

Su mascota, Chez, arremetió entre los frutos. Pues vio un diminuto animal que, luego de asomar, por el ruido que hicieron al acercarse, rápido se ocultó.

KeiSky, tomó al azar un fruto, pareció grande, y golpeando contra su cabeza, lo partió. No le importó, una sola porción, para aplacar su instintiva necesidad de alimento.

Dándole, grandes mordiscos, al tiempo que recostaba en un banco de arena, con pocas piedras y caracolas multicolores. ¿Acaso, alguien las juntó para ella?

Mirando las aves que viajaban a lo lejos. Sus dientes incisivos toparon algo duro, que casi parte el esmalte, el inusual golpe, lastimó la encía produciendo un leve sangrado.

Bastó, una gota de sangre humana que, al entremezclar con la nuez de cacao, formó un potente alucinógeno. Al momento entró KeiSky en un profundo sueño. —Para su fortuna halló sin querer la Perla de la nuez de cacao—. Un apocalíptico encuentro que denotaba su estirpe real. Solo una pretendiente al trono de la isla Cebú podía aspirar al reino.

En su sueño, oyó a un nativo, en la versión de hombre, tan apuesto. Tenía los mismos rasgos reales que ella. Y quien le hacía la pregunta: ¿Qué disfraz usaré para amar?

KeiSky, notó que sus labios se abrían, al tiempo que un rayo emanaba de sus prominentes dientes, ella sentía que una voz interior, anhelaba responder, sin oponer resistencia, deseó seguir la secuencia del sueño, —lo real es, no podía detener el destino—.

KeiSky, dijo:

No hay que mirar en la oscuridad para ver la realidad.

Necesitas saber qué produce la luz de tu sonrisa.

Al momento, el histriónico ser, le prestó atención y su mirada era, como de quien pedía oír más. KeiSky, añadió:

Lo relativo, a, generar: luz, es la respuesta a: Dios, soy tan bonita.

Perdón. Usted, se refiere a, sí misma, o, a mí. —Le sugirió, el sujeto, aclarar lo dicho.

Viéndose, descubierta, en su ser interior, KeiSky, dijo para sí: ¿por qué tengo que ser poco fotogénica?

El ya intrigado ser, atlético y muy hermoso, aludió:

No es un problema de la juventud. Si no que, lo planteó, así, el Creador.

Narrador: En efecto: Dios probó un día generar tal belleza, por lo que dijo para sí:

(1) "Hagamos al hombre, a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza."

KeiSky, sin quedarse atrás, prefirió expresar lo que sabía: Sin embargo, el resultado proyectado desde el Génesis. Solo puede verse en Apocalipsis.

El encanto del individuo deslumbró en sabiduría, diciendo:

No sin antes: Reformular. El Creador: ¡Obrando, por sí mismo!

Y se hizo: Omnisciente, ¡Padre!

Y Obró: Todopoderoso, ¡Hijo!

¡Claro!, ——arremetió cortando el discurso-: Salvando a la humanidad de sus propios designios.

Y expresando su propio ensayo de la juventud, KeiSky, dijo:

mito ykWhere stories live. Discover now