l a z o s

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Miguel se despertó de su sueño sobresaltado por los fuertes gritos de su esposa.
Bajó corriendo las escaleras y la encontró con su cara deformada en una mueca de ira.

"¡Maldita niña!" La mujer maldijo con una voz que no parecía la suya, era más grave.
se apresuró a llegar a su lado para parar la mano que iba dirigida al rostro de su hija.

"Si le pones un dedo encima, no respondo por mí" Advirtió el hombre mirándola fijamente, no iba a soportar que alguien golpeara a su pequeña. "Vete a dormir".

Soltó de mala gana el brazo de su pareja y ella solo le dedicó una mirada de desprecio para luego subir de nuevo a su habitación.
Miguel se giró para ver a su hija, estaba llorando en silencio con un pequeño puchero en sus labios.

"Gabi, mi pequeña, todo está bien ahora" Se hincó en sus rodillas y abrió sus brazos esperando recibirla en estos, la niña corrió hacia él, aceptando su abrazo con desesperación.

"Papá" Susurró con cautela, asustada de que su madre los oyera. "yo solo... quería ayudarla"

El hombre miró sobre el hombro de Gabriella notando que sobre la mesada estaban las botellas de vino y vodka de su esposa, el pequeño banquito que Gabriella usaba para cepillarse los dientes estaba frente a el fregadero, se pudo dar una idea de lo que estaba pasando.

"¿Estabas tirando el alcohol?" Preguntó con delicadeza mientras se separaba del abrazo para poder secar sus lágrimas.

La niña solo asintió con algo de miedo, sorbió los mocos de su nariz, sus ojos cristalizados miraron a Miguel.

"Es que, ella dijo que no podía evitar tomar cuando los veía, pensé que..." Un pequeño hipo de su llanto interrumpió su oración, las lágrimas comenzaron a caer suavemente por su mejilla. "Pensé que si tiraba todo tal vez, tal vez ya no tomaría más"

El castaño la abrazó con fuerza, sus ojos llenos de preocupación y lágrimas que por luchaban por salir. Se sentía un pésimo padre, su pequeña no merecía vivir de esa forma.

"Mi amor, lo siento mucho" Se disculpó por todo lo que estaba viviendo. "La próxima vez pregúntame a mí primero, no quiero que por nada en el mundo ella te golpee"

Se refirió a su esposa como 'ella', a veces deseaba nunca haberla conocido, si hubiera sabido que terminaría como una alcohólica violenta no habría ni pensado en casarse con ella.
Gabriella asintió y su padre la tomó en brazos caminando con lentitud por la casa mientras cantaba suavemente para hacerla dormir. En menos de cinco minutos la pequeña cedió a su cansancio quedándose dormida.

Miguel subió con ella hasta su habitación y la acostó en su cama, él se arrodilló al costado y recostó su cabeza en el colchón púrpura de su hija.
Comenzó a acariciar su cabello, era castaña al igual que él, su genética era la más predominante en los rasgos físicos.
Tomó una de las manos de la entre las suyas, eran tan suaves y diminutas a diferencia de las suyas, en ese momento se entristeció. Era un tonto corbarde que no encontraba la valentía para divorciarse.

Se quedó unos minutos más junto a su hijita para luego salir de la habitación y bajar a 'desayunar', eran las cuatro de la mañana pero los gritos y toda la situación en sí le había quitado el sueño.
Miró hacia el fregadero, las ganas de romper las botellas no faltaron pero si lo hacía sería para peor, con ira contenida las guardo en el mueble, aún si las tiraba sabía que ella volvería a comprar más.

Miró televisión en silencio hasta las seis, un mensaje llegó a su celular y con cansancio lo leyó, era del capitán Lee.

"Hoy necesito que vengas un poco más temprano, tengo novedades"

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2023 ⏰

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Sweet Lies ;; Miguel O'HaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora