8 ❝𝒴 un Conway, el cachorro más envidiando del jardín❞

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Qué rápido pasaba el tiempo.

Hace unos meses que Yun asistía al jardín de niños. Un colorido recinto ubicado casi al llegar al parque principal de la ciudad, con enormes patios de juegos, aulas repletas de dibujos animados en las paredes, y maestras y maestros Omegas dulces y empalagosos que cuidaban de cientos de cachorros al día.

Para Conway seguía siendo difícil despedirse de su cachorro cada mañana, viéndole correr apresurado y emocionado hacia el interior del jardín haciendo que las maestras tuvieran que perseguirle y cuidar de que no cayera o tropezara.

Julia se divertía demasiado con su jefe en ese último tiempo, sobre todo cuando el Alfa derramaba un par de lágrimas al volver a la mansión en el bosque y encontraba el cuarto de Yun vacío. El lazo que ambos tenían, padre e hijo, era demasiado fuerte, algo que todos los empleados de la mansión, y básicamente todos los hombres de Jack, apreciaban mucho.

El tiempo pasó, y Yun comenzó a nutrirse de conocimiento con libros infantiles y tareas divertidas. Hizo amiguitos que a veces iban a jugar a la mansión, el cuarto de juegos llenándose de feromonas dulces de cachorros riendo y saltando.

A consecuencia, Conway tuvo que aprender a ser sutil. Yun no lo notaba, claro. Pero para el resto era demasiado obvio.

El problema eran... las madres.

Ajá, las demás "apoderadas" del jardín. Una locura total. Conway no cabía en su propia sorpresa cuando fue a la primera junta de padres y casi quince señoras Omegas, todas divorciadas y rondando los treinta, se le acercaban a coquetearle y a sonreírle empalagosamente. Escuchaba suspiros y chillidos de anhelo cuando le veían interactuar con Yun en el jardín. Siempre eran comentarios como "Oh, qué guapo es, y es un padre increíble".

Julia le molestaba seguido por ello, pues Jack enrojecía y, terriblemente incómodo, les sonreía con tensión en sus facciones para no parecer irrespetuoso. Carraspeaba y arreglaba la corbata de su traje múltiples veces, casi huyendo de todas ellas. Claro estaba que no deseaba comprometerse con nadie; era un padre soltero hecho y derecho.

Yun también tenía cierta fama entre sus compañeritos.

Yun Conway era el cachorro estrella; el que siempre traía los mejores juguetes y las más deliciosas colaciones de postres dulces -que Julia cocinaba-; el que se sabía todas las canciones que cantaban las maestras; el más inteligente y talentoso en todo. Incluso algunas madres y algunos padres maldadosos chismeaban sobre lo bien vestido que iba siempre el menor, criticando el dinero de dudosa concepción de la familia Conway . Pero Yun era muy pequeño para siquiera entender lo que hablaban, así que sólo vivía su vida feliz y alegremente.

Se levantaba cada mañana y dormitaba de pie mientras Julia lo vestía y bañaba. Luego, desayunaba con su papá en el gran comedor y juntos arreglaban su mochila de Tigger con los juguetes y libros que llevaría al jardín ese día. Por último, subían a la limusina y Moussa, el chofer, los llevaba al recinto escolar. Entonces, Yun se bajaría del auto casi corriendo y tropezando con sus diminutos pies, y Conway tendría que seguirle a toda prisa y atraparlo entre sus fuertes brazos para besar su frente y sus cabellos esponjosos, y desearle un increíble día, prometiendo siempre que iría a recogerle a la hora de salida.

Cuando ese momento llegaba, ninguna maestra podía detener al pequeño Yun Conway de salir disparado y apresurado hacia los brazos de su papá. El imponente Alfa lo alzaría con entusiasmo y lo abrazaría fuerte, protectora y cariñosamente, mientras el resto de los presentes los observaban sin que ellos le dieran mayor importancia.

En el camino de vuelta a casa, Yun comenzaría a hablar sin parar de su grandioso día y luego se quedaría dormido en el regazo de su papá. Conway sonreiría y besaría su frente, cubriéndolo con su abrigo y acurrucándolo en su pecho, mirando por la ventana la bonita ciudad de Londres bajo el atardecer y sintiéndose el Alfa más pleno del universo.

Yun estaba cada día más grande.

Yun estaba cada día más grande

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❛ Y si me lo pides, papá te comprará un ruiseñor

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Y si me lo pides, papá te comprará un ruiseñor. Te daré el mundo. Te compraré un anillo de diamante. Voy a cantar para ti. Haré de todo para verte feliz, mi pequeño tesoro.

Y si ese ruiseñor no canta y el anillo no brilla, le romperé el cuello a ese pájaro. Volveré con el joyero que te vendió el anillo y le haré comerse cada quilate.







































































































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mockingbird ─ yunway (spainrp).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora