★ Si alguna vez me preguntas... [Fyolai]

ii.

Buenas noches...

Los jóvenes se encontraban acurrucados sobre un pequeño lecho, ambos dormidos y en su propio mundo...

¿No te pasa que las pesadillas te atormentan 24/7?

Siempre existe ese recuerdo en específico que te persigue por toda tu vida sin poder evitarlo.

Una pérdida, algo vergonzoso, algo aterrador, tal vez una persona en específico, un lugar...

Algo que siempre estará en tu mente sin que tú logres controlarlo.

A todos nos pasa, a unos con más frecuencia que a otros, nada de que preocuparse.

Pues, nuestro querido bufón de cabellos blancos sufría de pesadillas recurrentes por un suceso que lo había marcado de por vida y que se mantenía impregnado a él como una garrapata.

"¿Por qué lo hiciste?"

No quise...

"¿Ves el daño que le causas a todos?"

No quise...

"Eres un maldito mounstro"

Si, un mounstro, así se sentía.

Él había envenenado a su familia, claro que era un mounstro.

Aunque nada había sido intencional...

Pero no había forma alguna de revertir todas sus acciones, el daño ya estaba hecho.

Mounstro... Maldito mounstro insensible, nadie te va a querer nunca, nunca, nunca...

Pero ya nadie podía salvarlo.

Al parecer, el mayor pasatiempo de su mente era abrumarlo.

Gogol se despierta de repente, sintiendo como húmedas lágrimas caían por su rostro y su respiración estaba acelerada.

Aún se veía bastante temprano...

Se quedó viendo a Fyodor, que todavía yacía dormido. Sentía ganas de abrazarlo, tenía miedo...

Si, tenía miedo, no aguantaba más. Aunque él normalmente mostraba una personalidad bastante alegre y optimista, su mente era todo un caos.

Bueno, eso que importa

Él decide levantarse, procurando no hacer ningún tipo de ruido para no despertar al otro, caminando hacia la pequeña ventana del lugar.

Ahí se quedó viendo el paisaje exterior, tarareando una canción de forma baja, pero firme.

No... Quise...

Esa era su forma de calmarse, no tenía a nadie así que ya era normal.

Ahora solo tocaba esperar a que amaneciera.

El sol vuelve a salir de detrás de las montañas, ¿Se aburrirá de tener que hacer lo mismo todos los días?

Por la pequeña ventana se asomaban aquellos característicos rayos de sol matutinos, acompañados por el suave sonido de pájaros silbando de vez en cuando.

Kolya seguía sentado en una silla que se encontraba delante de la ventana, sus codos estaban apoyados sobre el marco de esta y sus ojos ahora estaban cerrados.

Al parecer el cansancio fue tal que se durmió en aquella posición tan incómoda.

Por otro lado, Fyodor seguía acostado sobre el desastre de colchas, durmiendo placenteramente, aunque lucía como si ya estuviese despertándose.