Damian Rooney, un libro cerrado con doble candado, un total misterio para cualquier habitante del solitario pueblo de Woodsboro probablemente sería de la primera persona de la cual se sospecharía si ocurriera algo realmente terrible, un chico callad...
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Damián Rooney no era más que un anzuelo en el plan de Billy Loomis y Stuart Matcher, solo eso... hasta ese momento. Si tan solo no hubiera caído en los brazos de Billy, si tan solo no lo hubiera visto de esa manera tan inocente pero a la vez tan desafiante, si su voz no hubiera sido completamente diferente a la que imaginaba, si no se hubiera visto tan bien sin sus lentes, si tan solo no fuera tan interesante para los ojos de Billy, si en ese momento Loomis no hubiera tenido tantas ansias por convertir a Rooney en otra víctima más.
La tarde había caído y en esa casa solo se encontraba un chico alto y rubio con la vista perdida, sin hacer nada más que cuestionarse el porque su amigo y compañero de asesinatos tardaba tanto, las ansias perturbaba su tranquilidad y aun con su pesonalidad despreocupada no podía dejar de sobrepensar en las cosas que le habían podido suceder a Billy, tal vez lo habían atrapado y ahora mismo lo estarían llevando a la cárcel, tal vez en unos minutos no sería el quien entraría por la puerta, si no sería la policía. Los pensamientos de Matcher fueron interrumpidos por el toque de la puerta, alarmado el chico corrió hasta ella, relajandose un poco al escuchar la voz agitada de su amigo. Abrió lentamente la puerta para verificar, y si era el con una mano posada en el marco de la puerta esperando a que el más alto lo dejara entrar a el lugar.
-Mierda, Billy, crei que te habían atrapado o algo así... -La característica sonrisa de Stu no tardó en salir al sentirse más tranquilo cuando el mencionado entro como si fuese su propia casa. -Estamos bien por ahora Stu, pero hay algo de lo que tengo que hablarte.
Ambos chicos tomaron asiento en el sofá, uno con los brazos sobre sus rodilla y el otro con ambas manos a los costados y con las piernas sobre la mesa, el último en espera de escuchar lo que sea que diría su contrario.
-Creo que Cotton funcionará, tal vez no necesitemos de Rooney después de todo... -Ay por favor Billy no digas que te encariñaste con el niño después de atraparlo.-Stu no se contuvo para reír descaradamente en la cara de Billy, estaba incrédulo conocía a Billy, y sabía que el no era de arrepentirse de algo así, Cotton estaría en la cárcel por un crimen qué no cometió y sabía que no sentía remordimiento por el así como creia qué no lo tendría por el chico de lentes. -No es que lo quiera dejar fuera de esto, esque lo vi y... No se fue algo raro.
Billy se levantó de un impulso para caminar de un lado a otro con un notorio nerviosismo,uno que Stu nunca antes había visto en Billy.
-No me digas que te enamoraste de Damián, Billy. -Stu rió sarcásticamente para después sacar su lengua en forma de burla. -No es eso, idiota, esque su piel era tan blanda, y su mirada era como de... un siervo, como si me estuviera rogando que lo matara, ¡Dios Stuart, esque me dieron ganas de apuñalarlo en ese mismo instante!.
Inevitablemente Billy mordió su labio inferior mientras veía de reojo a su compañero, el cual había quitado su rostro de burla a uno de total seriedad, era inexplicable como esas palabras habían hecho cambiar de parecer a el otro asesino,ahora ambos estaban ansiosos porque auqnue no lo admitían, cuando observaban a Damián para encontrar la manera en la cual inculparlo, ambos se habían interesado en el, auqnue en la mente de ambos nunca había pasado la idea de tener que ver a Damián como otra víctima más y ambos al tan solo imaginarlo les había fascinado esa imagen.
