Día 1. El mejor candidato

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Sentía las miradas alrededor de él, acechándolo. Con cada paso que daba el sudor en sus manos solo empeoraba. Limpió por última vez sus palmas contra el pantalón de su uniforme, siendo cuidadoso con el ramo de flores que sostenía entre sus manos.

Giró a la derecha en un pasillo y se congeló. Ahí estaba el chico que siempre se colaba en sus sueños, el adorable estudiante de mejillas pecosas con el que siempre fantaseaba en clases.

Izuku estaba de pie frente a su casillero, con su atención centrada en su teléfono celular. Era su oportunidad, las amigas de Izuku no estaban, ese pasillo estaba más vacío que de costumbre y seguramente nadie se preocuparía por él. Nadie jamás volteaba la mirada en su dirección más que para burlarse, lo sabía bien, no era el guapo deportista de escuela media, ni siquiera era el más brillante de la clase, pero eso no significaba que era una invitación andante para hacerle bullying.

Tomó una respiración profunda y avanzó a pasos cortos, sintiendo como sus piernas temblaban. Solo había cruzado palabras con Izuku un par de veces, y eso fue suficiente para saber que de entre toda la escuela, ese chico de las pecas era el único que no lo miraría hacia abajo ni se burlaría; no, Izuku no era así.

Se aclaró la garganta cuando estuvo lo suficientemente cerca. Izuku levantó la mirada, poniéndo sus bonitos ojos de jade sobre él y Kaminari sintió que todo el cuerpo le fallaba.
Izuku sonrió al verlo, eso calmó su miedo y le dió el valor suficiente para continuar.

—H-hola —tartamudeó, limpiándose por milésima vez el sudor en el pantalón.

—Hola Kaminari —saludó Izuku de vuelta—. Que bonitas flores llevas, ¿son para tu novia?

Negó con la cabeza, luchando por dejar salir las palabras que se le atoraron en la garganta.

—S-son para ti —dijo extendiendo las flores—. Me-me gustaría saber si quieres s-s-salir conmigo.

La sonrisa de Izuku se desvaneció lentamente, y sus ojos brillantes se ensombrecieron con tristeza. Antes que Kaminari pudiera huir sintió el peso de alguien sobre él. Katsuki Bakugo, ese idiota de un curso superior lo envolvió con uno de sus brazos.

—Dilo más alto, creo que no te escuchó —animó Katsuki con una sonrisa.

—I-izuku, ¿quieres salir conmigo? —repitió Kaminari hablando más bajo cada vez.

—No seas cobarde, ya llegaste hasta aquí —dijo Katsuki—, dilo más alto.

Kaminari suspiró, tomó valor y repitió:

—¡¿Quieres salir conmigo, Izuku?!

La mirada de Izuku se volvió vidriosa, Kaminari supo que la respuesta que iba a obtener no le gustaría.

—Lo siento amigo, creo que eso no será posible —dijo Katsuki.

Ese idiota rubio se separó de él y caminó hacia Izuku, ahuecó su mejilla pecosa y forzó un beso en sus labios temblorosos. Las risas estallaron a su alrededor y los gritos lo devolvieron a la realidad.

—¡Uuuuhhh intentaron robarte a tu novio!, ¡deberías darle una paliza al imbécil! —se burló alguien de la multitud.

Izuku luchó por separarse de su novio, pero Katsuki mantuvo el agarre en sus mejillas. Izuku miró a Kaminari con los ojos acuosos, Katsuki le dirigió una sonrisa burlona.

Inevitablemente soltó las flores y corrió lejos con las lágrimas surcando sus mejillas. Todo había sido un error, no debió guardar esperanzas de que Izuku algún día podría estar con él.

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Ese mismo día esperó que la escuela estuviera vacía para poder salir, no quería toparse ni por equivocación a Katsuki o alguno de sus amigos imbéciles. Incluso salió por el estacionamiento de profesores para no ser visto.

Estaba caminando por la avenida cuando alguien tiró de su uniforme.

Se giró temblando como un cachorro asustado, temiendo recibir una paliza.

—Solo háganlo rápido —musitó.

—¿Hacer qué, Kaminari?

La voz de Izuku lo hizo abrir los ojos al instante. El chico de las pecas le dió una sonrisa mientras levantaba el ramo de flores que él compró esa mañana.

—Son muy bonitas, gracias —dijo admirando sus flores— Y… si no estás enojado conmigo… me gustaría salir contigo, podríamos escaparnos por un helado o ir al cine, ¿qué dices?

—T-tú novio…

—Ese idiota tiene que aprender modales —se quejó Izuku, sin molestarse en ocultar su puchero de enojo—. Además, seguro es más divertido estar contigo que con un montón de tipos que solo hablan de fútbol y las personas con las que se han acostado.

Kaminari no tuvo voz para responder, solo se quedó ahí, mirando como un idiota la forma en que Izuku resplandecía con la luz del sol que había salido después del día lluvioso.

—Eres perfecto… —musitó.

Un sonrojo adorable iluminó las facciones de Izuku, su enojo se fue, solo quedó la timidez que lo caracterizaba.

—Gracias… tú también eres lindo… —murmuró, ocultándose detrás de sus flores—. ¿Vas a salir conmigo o no?

—¡Sí! —gritó emocionado— ¡Vamos!, ¡conozco un arcade genial!

En su emoción tomó la mano de Izuku y tiró de él, guiándolo a través de las calles encharcadas.

Se escondieron de la mirada de los matones que esperaban a Kaminari en la entrada. Escaparon del mundo por unas horas. Huyeron a pasar un buen rato, y quizás a algo más que eso, a una relación extraña, del chico raro y el más popular de esa escuela.

En efecto es literatura (Dekubowl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora