IV

116 9 10
                                    

No pude rescatarte. No pude ayudarte. El temor de perderte me debilitó, los gritos de la desesperanza se apoderaron de mí, el rojo carmín me hizo temblar, me arrastraba para alcanzarte, mientras solo podía verte alejarte sin retorno alguno.

La angustia de su sueño lo estaba dominando. Se removió con fuerza tratando de despertar ¿Por qué sus parpados pesaban tanto? Sus sueños siempre fueron predicciones, premoniciones del futuro que siempre acertaban, ¿Por qué se repetía el pasado donde su prometido moria en las espadas de los jenízaros?

Perdóname. Perdóname. Perdóname.

¿Por qué estaba soñando con ello? Su respiración frenética ante el miedo de la confusión, lo obligaban a aspirar los olores de su entorno, ¿Por qué olfateaba el denso aroma del bosque de pinos de su hogar? ¿Había regresado a su nación?

William.

Sus ojos se abrieron de golpe y se levantó rápidamente, arrastrándose por la gigante cama hasta chocar su espalda contra la fría cabecera del mueble. Sus ojos seminublados comenzaron a explorar el lugar donde se encontraba mientras jadeaba despavorido. Apenas podía enfocar las cosas del sitio, todo lo veía borroso, por lo que empezó a olfatear desesperado.

-Cálmate, William- Una voz de acento extraño, pero entendible al usar su lenguaje, lo hizo tensarse. -¿Te encuentras bien?

El aroma a bosque de pinos se condensó, por lo que frotó sus ojos con exasperación, con la finalidad de poder enfocar su borrosa vista recién despertada.

-¿Q-Quién eres?- Murmuró el rubio en un tono soez. Una risilla le hizo crispar ante la situación.

-¿Desconoces o te haces?- Comentó divertido el desconocido.

Separó las manos de su rostro y comenzó a parpadear, tratando de adaptar sus pupilas a la luz del entorno. La sensación de una persona tomando asiento en la cama donde se encontraba, lo hizo contraerse y dirigir su mirada confusa hacia la presencia. El rostro gentil del extraño se aclaró, descubriendo una cabellera castaña de hebras onduladas y un par de ojos chocolatosos que lo miraban con curiosidad. El rubor en el rostro del rubio fue inevitable al descubrir la cercanía en la que el alfa se encontraba de él.

-No seas reacio y respóndeme, William.- El castaño le ordenó gentil y con una tenue sonrisa en sus labios.

-¿Cómo sabes mi nombre?

Una mueca de desagrado se mostró en el rostro del alfa.

-Responder una pregunta con más preguntas, no es una forma correcta de aclarar la situación. Pensé que al ser el líder de tu tribu serias más inteligente, William-

-¿Cómo es que sabes...?- El castaño levantó su mano deteniendo la pregunta del rubio.

-Suficiente, deja de inquirir. Es molesto-

-El que estés acostumbrado a ser un niño mimado, no es mi culpa.- El Cipher se burló de la actitud petulante del contrario. Aunque aún se sintiera débil y atolondrado, no permitiría que lo viesen indefenso. -Si me respondes, respondo tus preguntas ¿Trato?- extendió su mano izquierda en dirección al joven alfa que lo miraba incrédulo.

Suspiro con irritación para después sonreír con merodeo y tomar de forma agresiva la mano extendida. La curiosidad aumentó por la actitud impávida del omega que tenía en ese momento ¿Realmente no sabía con quién trataba?

Giró la mano ajena, besando el dorso de esta y le guiñó lívidamente, poniendo nervioso al rubio. Cipher intentó apartar su mano sin éxito alguno, pues el castaño lo jaló en su dirección, atrapándolo entre sus brazos y liberando sus hormonas de alfa, amedrentando al omega, quien alcanzo a jadear extenuante.

Imperio Dorado [Dipper x Bill] [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora