Por Joselo Rangel
Wednesday, June 25, 2014
Inexplicablemente, el hada se sentía atraída por el mosquito. Se avergonzaba de ese deseo que la hacía seguirlo a todos lados, observando cómo chupaba la sangre por aquí y por allá. ¿Cómo era posible -pensaba la hermosa hada- que me guste tanto este ser repugnante?
Siendo los dos del mismo tamaño, se imaginaba escenas inconfesables. Volaba muy cerca de él para llamar su atención, pero el insecto prefería alimentarse de los seres humanos que hacerle caso.
Sin embargo un día el mosquito volteó a verla. El hada movió sus alitas con excitación, "este es el momento", pensó. El mosquito se acercó a donde ella lo esperaba volando sin desplazarse. La picó como ella tanto había deseado, y, por supuesto, succionó su sangre. El hada llegó al orgasmo al mismo tiempo que el mosquito la dejaba vacía, y cuando éste se dio cuenta de que no había más, que ya no podía alimentarse de ella, la dejó caer inerte al suelo.
El deseo del hada se había cumplido, aunque moría, no tenía duda de que este era el mejor momento de su vida. Para el mosquito no. El hada solo fue una víctima más de su insaciable sed.
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Textos Mutantes (Minificciones)
General FictionMinificciones de la pagina www.textosmutantes.com Escritos por Joselo Rangel (Guitarrista de Café Tacvba, Columnista de Excelsior y Escritor)