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Te ríes cuando el chico con el que estás te besa la mejilla antes de salir de la sala de estudiantes. Te había acompañado hasta aquí, pero ahora tenía clase y tenía que irse. Empujó tus auriculares hasta tus hombros mientras retrocedía mirándote con una sonrisa tonta.
"Para que puedas escuchar la campana, sé lo fuerte que estás haciendo sonar tu música, niña". Dice, riéndose antes de irse.
"Gracias Grant". Dices mientras lo ves irse con ojos de corazón. Miles, el desafortunado, tuvo que presenciar cómo todo se desarrollaba frente a él, frente a su hamburguesa, su bebida y su cuaderno de bocetos.
"¿Grant? ¿Qué es él? ¿Tú tío?" Dice, demasiado disgustado con lo que se desarrolló frente a él como para seguir dibujando.
Pones los ojos en blanco y lo miras. "Lo que sea." Dices mientras te levantas, caminando hacia la máquina expendedora mientras Miles te sigue.
"Entonces, ¿qué, lo amas ahora o algo así?" Dice, un poco ofendido y disgustado por la idea.
"¿Y si dijera que sí? ¿Cuál sería el problema?" Preguntas mientras Miles gruñe algo por lo bajo.
"no lo sé porque justo el año pasado me dijiste que me querías..."
"¿Qué fue eso?"
"Nada."
Pero lo recogiste gracias a tus sentidos agudizados. Hace un año, estabas enamorado de Miles, pero él estaba enamorado de Gwen. Como si estuviera hablando, bocetos y garabatos por todo el cuaderno enamorado. Para resumir, confesaste y él no te correspondió, ni siquiera un poco.
Estabas preocupado de que arruinara la buena amistad que tenías, pero Miles estaba más que dispuesto a dejarlo de lado para que tu relación no se dañara. Fue duro e incómodo al principio porque tenías tanto amor por el chico... era difícil no hacerlo. Pero lo superaste, o al menos lo más que pudiste, y encontraste a alguien más.
Conceder. Un nombre un poco adulto, pero es un príncipe azul absoluto. Él siempre está considerando y cuidando, y te trata con el máximo trato de princesa. Es tan perfecto, casi demasiado perfecto. Te hizo escéptico de que personas tan buenas y genuinas como él pudieran existir, y te hizo saber que realmente te amaba.
Suspiraste y miraste a Miles quien ya te miraba con una pequeña sonrisa en su rostro. Puso su mano en tu cintura y te movió un poco hacia un lado, caminando frente a la máquina expendedora.
"¿Qué quieres salir de aquí mami?" Preguntó y suspiraste, colocando una mano en tus caderas y poniendo los ojos en blanco.
"Miles-"
"Déjame cuidarte mami". Dijo mientras sacaba un dólar arrugado de su bolsillo, lo metía en la máquina expendedora y lo único que podía hacer era reír.
"Pastel de fresa... el de la lata". Respondiste y él te lo consiguió, inclinándose para recoger tu pastel enlatado con un tenedor y entregándotelo, asegurándose de cepillarte los dedos.
