¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La vida de Lisandro no se caracterizaba por ser muy movida, con problemas, confrontaciones ni nada por el estilo, pero después de terminar una relación tóxica las cosas parecen ir en picada. Su apoyo más grande en esos momentos es Julián y Lucas, sus mejores amigos desde la infancia.
- Mirá, yo te dije como iban a ser las cosas si no cortabas todo al carajo, mi vida. Pero vos sos terco, le diste otra oportunidad y otra, y otra, y así sucesivamente te siguió cagando, Lis. - razona Lucas sentado en una de esas sillas de escritorio que tiene Álvarez en su habitación.
- Callate, Chino. - se queja Julián. - Las cosas ya están, ya pasaron. No te podes encerrar ni a tus sentimientos, a la larga vas a conocer a alguien y te vas a olvidar de toda esta mierda. - le asegura.
- Sí, bah, qué se yo. - dice Lisandro tirado en el piso.
Ninguno sabía cómo había terminado allí. Lucas ríe y le da una pequeña patadita, de cariño, era medio raro para demostrar amor.
- Yo digo que vayamos a la cocina, les bato un café y nos tiramos a ver el mejor amigo de la novia. - finaliza esa charla reflexiva Martinez.
- Acepto ese planazo. - dice Lisandro escapándose de las palabras reflexivas de Julián para tirarse en el sillón del mismo.
- Nunca termina bien después de hablar de él. - piensa en voz alta Julián.
- No le hace bien, pero lo sigue pensando lamentablemente. - asiente Lucas. - Pero ya fue, no te hagas la cabeza vos tampoco. - le pide asintiendo con su cabeza y ambos se dirigen hasta donde está Lisandro.
Lucas se dispone a batir el café que le prometió a Lisandro y Julián busca la película en el televisor. Martinez sigue sobrepensando un poco las cosas, pero cuando el aroma a café invade sus fosas nasales se olvida de absolutamente todo. La película comienza y se disponen a verla en silencio, aunque ese mismo se ve roto cuando el perro de Julián anuncia la llegada de gente a su casa.
- Hola ma, hola Cele. - saluda el cordobés desde el sillón.
- Mirá que bonitas esas colitas. - dice Lisandro sonriendo con ternura al ver a la hermana de Julián.
- ¡Licha! ¡Luca! - sonríe la menor y los abraza.
- Es una pesada. - ríe Julián viendo a la niña ser abrazada por ambos.
Celeste era una niña amorosa, muy parecida a Julián a pesar de que su personalidad apenas iba desarrollándose al tener cinco años. Lisandro y Lucas la querían muchísimo, y a Julián eso le daba un poco de risa.
- ¿Quieren chocolatada? - pregunta Mariana desde la cocina.
- Licha, ¿Comes en tu casa? Digo, hasta recién estabas tomando café. - se burla Lucas cuando Martinez acepta.
- Qué malo que sos, todos iguales. - finge indignarse.
Mariana ríe escuchándolos y le prepara la chocolatada a Lisandro. A estas alturas siente que ambos Martinez son como sus hijos de corazón, se conocen y son amigos hace muchísimo tiempo. Es sábado por lo que piensan en quedarse a dormir hasta el día siguiente, si fuese por ellos pasarían todos sus días juntos, pero quedarse varios días en la casa de uno de los tres era un poco, mucho, invasivo para sus familias.
