Fue en una mañana de agosto cuando la bruma en el mar dejo por fin ver del todo los barcos que venían del noroccidente. Lo que antes eran manchas grises ahora tenían forma completa y atracaban en el improvisado puerto de esta tierra sin nombre. Los pescadores llevaron sus pequeñas embarcaciones tierra adentro para dar cabida al navío.
— que nadie se mueva — dijo Roderick entrando a la única buena posada donde un puñado de hombres se encontraba comiendo y bebiendo.
—¿Quien te crees que eres? — dijo uno de los hombres que se encontraba en el lugar, pero fue contestado con un golpe que le partió los labios y casi le saca un diente.Roderick tomo al hombre de sus ropas para mirar su rostro más de cerca. Le parecía que no era un objetivo y lo comprobó con una mirada a su segundo en comando, quien tenía una buena mente para los rostros, nego con un movimiento de cabeza y Roderick lo echo a volar por la puerta principal.
Para algunos ya era rutinario las visitas de Roderick. Sabían que los miraría y los echaría fuera del lugar como si se tratarán de un perro de la calle, que cualquier diversión que hubieran estado teniendo había llegado a su fin. Quien no conocía esto era Juan Delan, un pobre diablo que había llegado tan solo un par de barcos atrás, lo que vendrían siendo unas dos semanas y media. Cuando lo encontraron Rodrick sonrió, pues su viaje al vertedero de basura de los reinos no había sido en vano.
Un golpe al estómago y otro al rostro para que mientras tomaba aire de vuelta sus muchachos lo amarraran. Juan Delan había sido un apostador y un alcohólico que había acumulado un sin fin de deudas y se vio obligado a huir de las tierras del norte. Dos monedas de plata y lo pedían vivo, ese era su precio, lo cual no es mucho pero era lo que el reino daba por su cabeza. Para mantener la apariencia de seguridad y competencia los encargados del orden compraban deudores, bandidos y ponían precio a la cabeza de los criminales para ejecutarlos públicamente. Ellos al saberse con los días contados huían a estas tierras sin ley, lo que transformaba las vidas de los moradores en verdaderos infiernos.
Pronto el lugar se vacio y los únicos que quedaron bebiendo y comiendo fueran Rodrick y su banda. En la pared habían pegado los carteles de "se busca" que habían traído consigo, la gente sabía que no podía trabajar como caza recompensas pues Rodrick nunca permitiría competencia pero les daba un par de monedas de cobre a quien le ayudara con información útil.
—son un dolor en el trasero, siempre que llegan ahuyentan a mis clientes — dijo la camarera.
Rodrick la tomo por detrás y le dijo —vamos chiquita no te enojes, sabes si aceptaras mi propuesta te ganarias unas moneditas y yo te mostraría lo que es en verdad un dolor de trasero.
— hay más de una chica a la que puedes pagar su tiempo, pero a mí no me cuentes para esas.
Rodrick saco de su bolsillo una moneda de plata y la deslizo por el cuello de la chica para luego bajar por su escote y meter su mano en sus pechos. La verdad es que las constantes intimidaciones de los cazarrecompensas y la mala pesca de la temporada habían hecho que la posada tuviera una lenta temporada y esa moneda de plata bien podía darle de comer una semana, cuánto más podía obtener por su cuerpo. Cerro los ojos y se dejó hacer, cuando de pronto fueron interrumpidos por una suave voz.
— disculpe es usted el cazarrecompensas — dijo un niño con ropa andrajoza y un papel en las manos.
Rodrick lo iba a golpear con toda su fuerza pero la mujer si interpuso y casi la golpea a ella.
— ¿Que quieres niño tonto? — dijo Rodrick enojado.
Las rodillas del pequeño le flaqueaban y entre tartamudeos logro decir que afuera había un hombre que lo desafiaba a un duelo.
— ¿Que clase de tonto se le ocurría desafiarme? — dijo él.
— me pidió que también le diera esto— dijo el pequeño entregandole el papel.
Los hombres que lo acompañaban quedaron estupefactos al notar que su líder había quedado con la vista clabada en el papel. La camarera aprovecho para tomar la pieza de plata acomodarse la ropa e irse, bien merecido se lo tenía después de todo. A Rodrick no le importo, ¿Cómo no lo había notado cuando entro? faltaba un cartel. 10 monedas de oro y 25 de plata.
—alisten las armas de inmediato — dijo él.
Salieron prontos a la calle frente a la posada y ahí estaba él. El corpulento hombre que había aterrorizado el lugar se acercaba relamiéndose los labios, mientras miraba a la bolsa de dinero andante que se le había entregado en bandeja de plata.
—con que aquí era donde te escondías "bastardo".
Stephen levanto su espada y se puso en guardia.
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historia medieval sin título
Fantasytengo que cambiar el título. dale una oportunidad por favor.