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Narrador Omnisciente.
Las pocas cartas que aquella persona misteriosa escribía de forma anónima a Rivers, ya no aparecían.
Pero las dos que había recibido las tenía sumamente guardadas y protegidas.
Fuera quien fuera y sea el que hubiera escrito aquellas dos simples cartas, se había ganado su cariño. Se sentía muy bien recibir las cartas, pero su corazón dudaba últimamente.
La última carta que recibió fue cuando conoció a Felix, y aun que le duela admitirlo, extrañaba al anonimo que le escribia.
Felix, ella y Osvaldo habían formado una linda amistad. Pero las últimas semana había salido más con Felix.
Descubrió que tenía tres nombres; Jose Francisco Felix, durante varios días le hizo burla con eso. Diciéndole que tenía nombre de señor ya jubilado.
Descubrió que Felix era mejor expresándose con señas que con palabras, y aun que ella lo ocultara ambos eran aficionados al fútbol.
Y ahora su corazon se partia en dos, por una parte, comenzo a desarrollar ciertos sentimientos hacia su nuevo amigo. Pero por otro lado, tenia fe y esperanza de que una nueva carta apareciera en la cafeteria.
Samantha ese mismo dia se animó a invitarlo a una noche de amigos. Como de visita llegaron dos de sus amigos; Rocío y Aldo, quería que Felix formará parte de su grupo, se uniera a ella.
─ ¿A que hora sales? ─ Le preguntó rápidamente antes de que se marchara.
─ 2:30 ¿Por que? ─ Pregunto dejando la charola en la mesa.
─ Unos amigos vienen de visita y pues, queria saber si me acompañarias a cenar. Digo, digo, nos acompañarias ─ Dijo Samy algo merviosa, jamas habiaa invitado a alguien a salir, a excepción de su mejor amigo, pero el era otro pedo.
─ Si, como a que hora más o menos? ─ Aun que no pareciera, ambos habían formado un vínculo agradable, ambos se sentian comodos uno con otro.
─ Como a las 9:00 o 9:30 ─ Respondio Samantha. Felix asintió y retiro la charola del lugar.
Samy tardo poco menos de cuarenta y cinco minutos en terminar su frappe del día junto a su pan.
Y antes de levantarse en un intento de levantar su mochila, algo cayó. Un papel blanco doblado en tres partes.
Las pulsaciones se descontrolaron y ella misma podía escuchar los latidos de su corazón. Tan rápido como pudo tomó la carta entre sus manos y se sentó en la mesa para poder leer lo que decía.
《 Mi queridísima Samantha:
Te sentirás sorprendida, y desconcertada, de no haber recibido una carta en los ultimos días, pero tengo una enfermedad que me aqueja desde que te vi.
