★» 24. Elogios mutuos

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Se encontraban ahí, sumidos en su pequeño mundo dentro de la biblioteca, que por muy común que fuera para los demás, era realmente especial para ambos. Solo ellos podían entenderlo.

Aunque claro, justo aquel día Jeongin había tomado un libro en específico y se había centrado mucho en leerlo.

—¿Seguirás ahí? —habló el alfa, haciendo un pequeño puchero de manera inconsciente—. Quiero que me prestes atención~ —se quejó de manera suave, quizás su manera de actuar estaba cambiando dulcemente, pero solo cuando se trataba del castaño—. Dijiste que solo leerías el pólogro.

—Prólogo —le corrigió al instante.

—Sí, lo que sea —soltó un resoplido de aburrimiento.

—Lo siento, Chanie —el omega decidió detener su lectura para mirar atentamente al peligris—. Pero es que este libro me lo han mencionado mucho y realmente es muy interesante.

—¿Más que yo?

Jeongin soltó una suave risita al escucharlo. ¿Quién diría que aquel arisco alfa era en realidad alguien muy tierno cuando se lo proponía? Porque sí, el omega había descubierto una nueva faceta en Chan que era muy blanda cuando se trataba de él, sinceramente no podía estar más que a gusto y cómodo con eso desde que aceptó al peligris de una manera más especial.

—Uh... —fingió pensarlo, viendo la leve indignación en el rostro del alfa. Sonrió de manera corta y cerró el libro—... no —concluyó—. Tú eres más importante ahora

El corazón de Chan se sintió cálido a la vez que su lobo se movía de un lado al otro, víctima de la felicidad e inquietud.

Su omega era precioso en todos los aspectos.

—Me alegra saber eso —comentó con una radiante sonrisa, tomando las manos del castaño entre las suyas para notar rápidamente las diferencias entre ambas—. Tus manos son muy lindas —confesó—. Tan delicadas y estilizadas a comparación de las mías que son ásperas y cortas —frunció los labios.

Chan sabía muy bien de la inconformidad que tenía con algunos aspectos propios y de cierta forma se avergonzaba.

—A mí me gustan mucho —la calmada voz del omega lo sacó de su trance—. Me parece muy tierno que sean de ese tamaño —ante la respuesta, el peligris alzó velozmente la mirada, encontrándose con los brillantes orbes de Jeongin.

La sonrisa que le dirigió al castaño fue más que suficiente para hacerle saber que le habían gustado esas palabras.

Su omega lo había elogiado y su corazón se sintió totalmente conmocionado. Las sensaciones eran realmente maravillosas cuando se trataba de su pareja predestinada.

—Gracias —comentó medio apenado. Entrelazando sutilmente sus dedos con los de Jeongin.

Ambos se miraron fijamente por unos instantes como si se tratara de una larga y lenta apreciación visual. Momentos en comodidad recíproca que los envolvía en una calidez inefable.

El alfa suspiró, notando una vez más lo afortunado que era al haber coincidido con su media luna en su presente vida. Los días habían pasado con cierto compás y en cada oportunidad que estaban juntos se iban conociendo un poco más. Y así, Chan se iba perdiendo más por Jeongin.

La mente del peligris generó un dulce pensamiento que no se esforzó en reprimir, él iba a ser totalmente sincero en cualquier momento que pudiera, y más cuando se trataba del omega.

—Me encantan tus mejillas —el castaño lo miró algo escéptico—. No te lo he dicho antes, ¿verdad? —soltó una suave risa nasal—. Pero es muy cierto.

—Gracias —susurró quedo y levemente cohibido.

—Yo, uh... yo. ¿Puedo? —alzó una de sus manos y cuestionó aquello con algo de timidez.

El omega entendió a lo que se refería y sonrió brevemente debido a los nervios y la ternura que el peligris le causaba. Dio un suave apretón a la mano de Chan y asintió.

El alfa acunó el rostro de Jeongin con su mano derecha y con el dedo pulgar empezó a darle sutiles caricias, casi con cierta timidez ante las nuevas percepciones corporales.

—Lo sabía —murmuró—. Son delicadamente tersas y esponjosas —presionó con dos de sus dedos la nívea piel, demostrando su suavidad. Y es que el alfa había notado que aquellas mejillas estaban bien proporcionadas en su rostro y lo hacían lucir sumamente adorable. Una imagen demasiado dulce y tierna.

El omega sonrió complacido ante el contacto, casi soltando suaves soniditos que parecían a un tipo de ronroneos. Posó una mano encima de la de Chan y acercó su rostro para seguir recibiendo de aquellos lindos toques.

Por un momento, el peligris perdió su mirada, llevándola directamente hacia los finos belfos de Jeongin que brillaban con un toque rosa natural. Realmente anhelaba poder sentirlos sobre los suyos, era una idea quizás lejana a atreverse a cometer pero que de igual manera conservaba inquietamente muy dentro de sí.

"Tal vez muy pronto"

—Y bueno, ahora le estoy prestando atención, alfa aburrido —bromeó a la par que mostraba una sonrisa amplia, dejando totalmente bobo al peligris que estaba al lado suyo. Y es que ¿Quién podría no reaccionar así? Con esos pequeños dientes reluciendo a la par que sus tiernas encías rosadas.

Una gummy smile muy especial.

No, no había forma de que Chan dejase de observarlo con adoración, tanto que hasta ni escuchó el para nada hiriente sobrenombre que le puso el omega.

—Apuesto a que no me escuchaste —prosiguió Jeongin.

—Y estás en lo correcto —concluyó con diversión. Dando por inicio a una esperada y cómoda conversación para el deleite de su corazón.

A medida que los días pasaban, su conexión y confianza se hacía cada vez más fuerte.

A medida que los días pasaban, su conexión y confianza se hacía cada vez más fuerte

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El príncipe y el plebeyo ☘ ChanInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora