Darling, you're my lover

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Sakusa apreció enormemente el silencio que se hizo cuando su bonito novio cruzó el pasillo hacia el altar. Cuando estuvo frente al que ahora podía llamar su estúpido esposo, escuchando solo la voz del juez de paz que los amarró a un título por el que Atsumu le insistió tanto; sí, aquello fue bello, ese precioso silencio que le hizo olvidarse que el salón estaba a reventar de gente, hasta que los declararon marido y marido y se besaron entre lágrimas y sonrisas incontenibles. Fue cuando el estallido de aplausos, silbidos y gritos de felicitación le causó un mini infarto a Kiyoomi, que se le hizo imposible no maldecirlos a todos en voz baja, mirándolos feo y con ganas de huir del lugar junto a su esposo lejos de todo y todos.

Al rato después que empezó la celebración de la recepción de los esposos y mientras todos andaban por ahí comiendo, bebiendo y bailando, todos metidos en tema de que era una celebración, una muy grande y milagrosa celebración (por ver casado al Sakusa menor) ¡Animados! Así es como andaban los invitados (y los colados también), mientras el esposito Kiyoomi Sakusa de Miya, todo enfurruñado y rodeado de copas y comida en su mesa, se encontraba solo, porque su esposo debía andar por ahí desbordando la felicidad que a él le faltaba. Era eso, Atsumu se había robado su felicidad y ahora la andaba regalando como si nada.

No era su culpa, tampoco la de Atsumu, pero sí le echaba gran parte de la culpa a él solo por convencerlo de casarse. En fin, la culpa era de su madre y su suegra, aquel par de mujeres amorosas y energéticas se habían pasado con la cantidad de invitados, Kiyoomi no conocía ni a la mitad de gente que andaba por ahí y que le había felicitado con entusiasmo.

Levantó su oscura mirada a ese sujeto tarado de traje blanco y porte sensual que se fue a parar frente a su mesa con las manos metidas en los bolsillos del pantalón y una sonrisa divertida que combinaba extrañamente con esa mirada de adoración que le dirigía.

—Ya le llamaron la esquina del terror a esta mesa ¿Sabes? —

—No me hables — el azabache reviró los ojos llevando la copa de champagne a su boca, remojando sus labios con el líquido y dejando que las burbujas se pegaran a ellos antes de beber lentamente, ignorando a propósito a su flamante esposo arrastrando una silla para sentarse muy pegado a él.

—Solo tú te enojas con tu esposo el día de la boda —se rio con gracia quitándole la copa a Kiyoomi para beberla él, éste solo resopló aburrido y tomó otra junto a la botella en la mesa —Y... ¿Por qué estás enojado conmigo? —le quitó también la botella antes de que llenara la otra copa, ya sabe perfectamente cómo se pone su Omi Omi cuando se le va la mano con la bebida.

—No estoy enojado contigo —le apuntó con expresión mareada, pero ojos dulces, Atsumu se rio levemente al notar su estado, ya era tarde para evitarlo —Pero voy a enojarme en serio si no me dejas beber —Kiyoomi recuperó la botella de las manos de su rubio idiota, vertió un poco en la copa y luego la alejó viéndola de forma extraña, frunció el ceño observando fijamente la boquilla de la botella y luego simplemente se la empinó empezando a tragar ruidosamente.

—Wow —fue todo lo que pudo exclamar el rubio al ver eso en el pelinegro.

—Dicen los perros —se limpió con la manga de su elegante camisa blanca y pulcra, importándole poco las manchas de las que se estaría quejando cuando estuviera más sobrio; su saco se había perdido un tiempo atrás en algún lado del salón. Tomó un pincho de los que había sobre un enorme plato blanco, lo olió y después le encajo el diente al cuadrito de carne hasta sacarlo del palillo —¿Dónde están mis padres? —indirectamente se estaba quejando de su madre y la manada de desconocidos que invitó.

—Siguen en nuestra mesa —Sakusa siguió bebiendo con las cejas fruncidas y haciendo pucheros. Se suponía que habían preparado una mesa especial para los novios, pero los padres de ambos la invadieron, Kiyoomi huyó primero y luego Atsumu intentó seguirlo, pero terminó perdiéndose entre el amontonamiento de gente felicitándoles, él no se quejaba de su madre, pero ciertamente fue una tremenda exageración alargar tanto la lista de invitados. —Estás manchando tu camisa, Omi —

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⏰ Última actualización: Jun 20 ⏰

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𝟸 + 𝟸 = ♡ || 𝑠𝑎𝑘𝑢𝑎𝑡𝑠𝑢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora