La noche se extendía sobre el bosque, y la luz plateada de la luna bañaba un claro escondido entre los árboles. Shiraori, la tímida diosa araña, y Wrath, el imponente oni, se encontraban allí, ambos bajo el embrujo de la mágica atmósfera nocturna.
Shiraori caminaba con cautela por el claro, sus ojos carmesíes brillando con timidez mientras observaba su entorno. Sus cabellos plateados se deslizaban sobre sus hombros, y su presencia enigmática se fundía con la naturaleza que la rodeaba.
Wrath, seguía de cerca a Shiraori, sus ojos rojos fijos en cada uno de sus movimientos. Admiraba la delicadeza y la determinación que veía en ella. Su corazón latía con emoción mientras se acercaba lentamente a su amada.
Cuando finalmente estuvieron frente a frente, Shiraori bajó la mirada, su rostro teñido de un leve rubor. "Este lugar es realmente hermoso a la luz de la luna, ¿no crees, Wrath-san?", murmuró con voz suave, rompiendo el silencio de la noche.
Wrath asintió, sintiendo su corazón llenarse de calidez al ver la timidez de Shiraori. "Es impresionante. Pero, en comparación contigo, la belleza de la luna palidece", respondió con voz profunda y respetuosa.
Shiraori levantó sus ojos carmesíes y se encontró con la mirada sincera de Wrath. Un pequeño destello de confianza apareció en su expresión. "Eres muy amable, Wrath-san. Aprecio tus palabras", dijo mientras acariciaba suavemente uno de sus mechones plateados.
El corazón de Wrath dio un vuelco bajo su tacto, sintiendo una conexión profunda con Shiraori. Con gentileza, tomó su mano y la llevó a sus labios, dejando un beso suave en sus dedos. "Eres la luz que ilumina mi existencia, Shiro-san. Desde el momento en que nuestros caminos se cruzaron, supe que eras especial".
Shiraori sonrió tímidamente, sus ojos brillando con gratitud y afecto. "Y tú, Wrath-san, eres la fuerza que me protege. Juntos, somos un equipo inquebrantable".
En ese momento, los dos se abrazaron, sellando su amor en el claro del bosque bajo el resplandor de la luna. El tiempo pareció detenerse mientras sus almas se entrelazaban en un baile eterno de amor y conexión.
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