Pelea

338 39 12
                                    

Advertencia
Lenguaje sensible

Parte Uno

El camino que iba tomando su relación te aterraba, las peleas sin sentido comenzaron a ser constantes, no había día en que ambos no se gritonearan y echaran en cara todo lo que les molestaba del otro. Dormir o despertar sola en la habitación ya era una rutina, el azabache prefería tomar distancia a seguir haciendo la conversación más grande. Era un hombre de pocas palabras, pero se comportaba tan diferente estando enojado, lo peor es que todo ese odio lo descargaba en ti. Los filtros jamás están presentes, ambos eran directos, pero ninguno sabía medir lo que discutían.

Ambos eran un problema, pero sin duda tenias miedo de que después de tantos conflictos la relación se quebrara, así como Barou tenía tantas buenas habilidades también podía tener muy malas y de eso siempre iba a destacar lo más grande que poseía. Su ego.

El lado izquierdo amaneció helado de nuevo, nunca te acostumbrarías a la diferencia de temperatura que habría a comparación de cuando el ojí carmín estaba ahí. Una pelea, otra vez. Las cosas iban de mal en peor y de nuevo ninguno pidió disculpas.

Te molestaba que fuera tan ausente, solo podías verlo por las noches al regresar del trabajo cuando no discutían y lo que restaba estaba entrenando, en una salida con amigos, viajes de negocios o simplemente durmiendo. No prestaba la suficiente atención, olvidó sus últimos aniversarios y no dio ni un solo indicio de tener una idea de lo especial que era esa fecha para ti.

Una relación que parecía tenerlo todo poco a poco se iba desmoronando, y de nuevo la cólera comenzaba a salir, querías encararlo, pedir explicaciones del por que todo comenzaba a ser tan distinto, por que era tan distante y pareciera que solo eran compañeros de piso. ¿Eras algo más que eso, pero por que no lo sentías así? Ya no te sentías querida ni amada, era como si de un mueble te tratase. Claro que lo hablarías, debe haber una solución a todo esto y se lo harías saber, quizás terminarías en lágrimas, pero totalmente vacía por al fin compartir todos esos pensamientos que te hundían cada vez más en un hoyo sin fondo.

•. •. •.

Esperaste a que el volviera de su labor impaciente por la situación, preguntaste una y otra vez por mensajes de texto y la única respuesta que daba a su ubicación era un "Llego en diez", fue hace media hora.

Ya de madrugada sin esperanza de que aquel hombre tan fornido cruzara el lumbral de esa puerta te levantaste sin ánimos siquiera para gritar, pero el sonido de esas llaves siendo golpeadas torpemente en la cerradura te hicieron cambiar de opinión. Era él y estaba completamente ebrio. Tardó en abrir y cuando lo hizo caminó a la cocina pasándote de largo, ignorando tu presencia de manera tosca. Como si solo fueras una decoración.

Caminó como un completo incapaz hasta la cocina y abrió el refrigerador golpeando la puerta dejando como eco un gran alboroto en la habitación.

- ¿Barou?- nombraste e hizo oídos sordos. Siguió en su asunto de devorar aquel postre que al parecer era mucho más importante que tener una conversación contigo. Era indignante ¿Cómo se atrevía a comportarse así? Desde cuando era tan valiente como para mostrar esa conducta que solo mostraba con los que consideraba rivales. Quizás podías atribuirlo al alcohol, pero te decepcionaba. El único sonido que había en aquella cocina era el de su boca digiriendo sin pudor alguno tan apetecible refrigerio. Era algo que odiabas y él lo sabía.

- ¡Barou!- vociferaste con irritación y dejando ver facciones imperturbables para tratar de mostrar que al menos podías ser igual de fuerte que él, aunque la realidad sea distinta.

Por fin, después de ese gran rato, te miró. Esos iris se posaron en ti, pero era distinto, no sentías esa calidez, aprecio o cariño. Te miraba con rabia, como si no supiera de quien te tratases. Pasó su mano por su fauce para después sacudir su mano y deshacerse de aquellas moronas en su palma. Asqueroso, esa palabra ahora lo representaba. Caminó a ti hasta que lo tuvieras en donde lo querías en un principio, el nauseabundo olor del alcohol entró a tus fosas nasales, no quedaba nada de aquella colonia que como ritual, aplicaba todas las mañanas en él. Amabas esa fragancia. Amabas a ese ser.

- ¿Terminaste de lloriquear?

- ¿Disculpa?- era nuevo, demasiado.

- Es lo único que sabes hacer mejor que nadie. ­no te cansas de siempre fastidiar con lo mismo? Estas siendo una carga.

Cada palabra fue peor que la anterior y que sin inquietud pudo expresar aun estando delante tu presencia. El shock aun estaba ahí, pero se encargó de devolverte al lugar.

- ¿Ahora qué? ¿Por fin vas a callarte?

- Te estas comportando como un completo inepto. ¿Qué te sucede?

- Me lo dices a mí? Todo el tiempo tienes algo con que agobiarme, no es suficiente con mi jodido trabajo, aún tengo que llegar y tener que escucharte. Me tienes harto.

- Lo que quería hoy es arreglar las cosas, pero ya veo que es imposible tratándose de ti.

- Por mi piensa lo que quieras, no estoy de humor para desperdiciar mis palabras.

Sin duda era la pelea mas fuerte que han tenido.

- ¿Estas cansado de mí? La única forma en que pudiste decírmelo fue con alcohol, eres un cobarde.

Ahí iban de nuevo.

- ¿A dónde iras? No tienes a nadie, cruza esa puerta y estás por tu cuenta desde ese momento.

- ¿Por qué me tratas como basura? ¿Tenemos cinco años juntos y en esperaste tanto para decírmelo?

- Vete a dormir - comenzó a alejarse golpeando tu hombro mientras se desprendía de su saco negro y colgándolo sobre de él.

La conversación no quedaría así. Decidida a continuar fuiste tras sus pasos y apunto de tocarlo para que te mirara lograste verlo. Eso en el cuello de su camisa.

Labial.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 14, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

• Escenarios Shoei Baro |Blue Lock|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora