Alabado sea el cordero, portador del gran poder. Prometido liberador de aquel que espera
Tu destino está marcado cordero, pero ¿De que forma quieres llegar a la culminación? ¿Habrá una? ¿Serás un simple recipiente o te impondras ante lo que se av-
...
Adrenalina, eso era lo que sentía el cordero recién vuelto de la muerte, ni siquiera le importaba si los herejes llegaban a golpearlo, era como si no lo sintiera, solo avanzaba acabando con la vida de cualquiera que se cruzara en su camino.
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Mientras avanzaba por las salas ve que algo se mueve por la tierra, de allí sale una rata a la cual le faltaba un ojo, el cordero estaba apunto de atacarlo hasta que esté hablo.
-¡No temas, soy Ratau! Una vez fui un recipiente elegido como tú, pero esos días se perdieron en el viento. Me enviaron aquí para gui- El cordero suelta un bostezó fingido de esta forma interrumpiendo a la rata.
- Che, disculpa pero la verdad que- El nuevo portador de la corona roja es golpeado por el bastón de la rata que tenía enfrente- ¿¡Que carajo te pasa!? ¿¡Querés que nos recaguemos a trompa- Recibe otro golpe con el bastón.
-¡No interrumpas pinche chamaco irrespetuoso! - Exclamó Ratau con cierto tono mexicano- Como sea -Aclara su garganta y volve a su tono anterior, el cual consideraba era adecuado para alguien quien había sido recipiente de Aquel Que Espera - Estamos en lo profundo de las tierras de la Vieja Fe y en grave peligro. Mis instrucciones deben llevarte a un lugar seguro. Continúa por el bosque, estaré cerca- .
Ratau se va por debajo de la tierra y el cordero no pierde el tiempo para seguir avanzando aún con un nivel de adrenalina bastante alto, utilizando buenos ataques de su espada para abrirse paso entre los herejes hasta llegar a una habitación en la que había una vaquita a punto de ser sacrificada. El antiguo recipiente de la corona roja vuelve a salir del suelo. Estaba a punto de decir algo, pero el cordero simplemente siguió avanzando dispuesto a atacar a los cultistas de la antigua fé en mitad del ritual de sacrificio, ante esto Ratau solo suelta un suspiro y vuelve a meterse en la tierra.
- ¡Oh todo poderosos obispos de la antigua fé! Por favor, aceptad está alma miserable como sacrificio... - Hablo quien parecía estar llevando a cabo el ritual.
- ¡Eh! ¿¡Quién osa interrumpir el ritual y adentrarse en tierra sagrada!? - Dijo uno de los integrantes al percatarse de la presencia del Cordero.
- ¡El que se cogió a tu vieja pedazo de chupa pija! - Luego de que el cordero pronunciará estás simples pero fuertes palabras, los cultistas se abalanzaron para atacarlo.
El cordero pudo derrotar a los cultistas y monstruos invocados con bastante facilidad, logrando liberar a la vaquita de lo que ella pensaba era su inevitable destino. Esta está asustada, pero muy agradecida con el cordero. Este, sintiendo en su interior como si supiera lo que tenía que hacer, abrió un portal y elevó a aquella pequeña vaca para luego meterla en aquel portal.
El portador de la corona roja soltó un suspiro, calmandose y empezando a sentir el dolor de los golpes que los herejes había logrado darle. Aún asi, avanzó a la siguiente habitación esperando ya no tener que cagarse a trompadas con nadie. Para su fortuna, el único que se encontraba allí era Ratau.
