Senju Dai era la hermosa dama que poseía la familia Senju, una mujer que estaba lista para su matrimonio con un señor cardinal.
Una mujer que partía al lado de quien próximamente sería su marido.
Una mujer que había sido secuestrada a mitad de su...
ADVERTENCIA : Este capítulo y en general este fic no es adecuado para todos, puede generar traumas o revivirlos, por favor por tu salud mental no sigas.
Pero si te gusta el Dark romance y quieres leer sobre un tipo obsesionado que hará lo que sea por quien considera suya, sigue adelante y atente a mis advertencias.
ahora ya no habrá vuelta atrás, el pacto se ha hecho.
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OO2: sin retorno
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─── ꉂ 💀 ... ✸۫˖ La gotera constante del calabozo se había convertido en un murmullo apagado y distante en el momento en que Sasuke Uchiha —el "relámpago negro", conocido por su letalidad— cruzó el umbral. Traía consigo la ominosa sombra de la muerte, una figura vestida de sangre seca, sus ojos destilando una intensidad tan oscura y primitiva que parecía infectar el aire a su alrededor. La luz que se filtraba en el lúgubre espacio apenas alcanzaba para revelar a su próxima presa: una mujer de cabello rojo, de una belleza tan feroz que, en cualquier otro contexto, habría parecido irreal.
Dai estaba arrodillada, encadenada, sus cabellos enmarcando su rostro de manera desordenada pero fascinante. Sabía lo que significaba su presencia allí, quién era él y lo que implicaba la quietud en sus ojos. Sin embargo, no apartó la mirada; en lugar de acobardarse, mantuvo sus ojos fijos en él, llenos de fuego. Podía sentir el temblor latente en su cuerpo, pero se obligó a seguir mirándolo. No le concedería la victoria de verla doblegada.
Sasuke avanzó despacio, con una elegancia fría y calculada, como un cazador rodeando a su presa antes de atacar. La escaneó, sus ojos recorriendo cada detalle de su rostro, de su cuerpo, de su postura desafiante. La examinaba como si estuviera diseccionando cada fibra de su ser, en busca de algún secreto oculto tras esa mirada retadora. Pero lo que comenzó como una simple evaluación se transformó rápidamente en algo más oscuro, algo insidioso que se colaba como veneno en su interior. Había algo en ella —esa belleza indómita, ese fuego casi suicida— que comenzaba a atraerlo, una atracción que crecía como una obsesión lenta y calculada, algo que amenazaba con consumirlo desde lo más profundo.
