Capítulo 1: Expuesta por Judas.

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Notas: Este fanfic está hecho sin fines de lucro, solo de diversión. Hay cosas que variarán de las películas y el libro en cuestión para conveniencia de la trama. Los personajes son de J. K. Rowling, excepto los que han sido creados para fines de la historia. ¡Espero les guste!

Advertencia: Ninguna.

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Capítulo 1: Expuesta por Judas.

Es difícil darse cuenta que estás enamorada. Que ese sentimiento tan intenso te invada por completo al punto de quitarte el hambre, el sueño, los pensamientos que cruzan por tu mente desde el amanecer hasta el anochecer, que cada vez que lo ves, escuchas su voz o su risa recorra un cosquilleo desde la dermis hasta la médula espinal.

Y lo más difícil de estar enamorada, es que la contraparte no se dé ni por enterada de tus sentimientos.

Creo que no debí ocultar tanto mi sentir hacia él durante los primeros años de estudio, pues creí que solo me atraía y que no pasaría más allá de un simple gustar. Era esperable, pues ¿Quién se toma en serio un amor a los 12 o 13 años? Sin embargo, a medida que compartía con él y le conocía más a fondo: sus cualidades, intereses, sueños y secretos, más me iba encantando y cayendo en el pozo de enamoramiento.

Hoy con dieciséis años, casi diecisiete, mi visión del amor es diferente. Sé que lo quiero más que un amigo, y que daría todo lo que tengo y más para tenerlo a mi lado. Y lo he hecho de cierto modo. Siempre he estado ahí, a su lado sin esperar algo a cambio, apoyándolo en cada paso y diablura que pasa por su mente, y es que no me explico cómo puede haber tanta creatividad e inteligencia en un solo ser.

Porque las travesuras siempre han sido lo suyo junto a su otra mitad: su gemelo.

Y cada año, cuando intento ser valiente y declarar mis sentimientos, ocurre algo que me silencia y todo queda atascado en la base de la garganta negándose a salir al exterior. Sí, soy cobarde. Una vergüenza para mi casa de cierto modo. Pues, todos dicen que los integrantes de Gryffindor son osados, llenos de coraje y valentía, que son capaces de todo y no darse por vencidos.

En fin, la hipocresía. Yo me doy por vencida antes de iniciar la batalla, por miedo a perder no solo mi dignidad ante el rechazo, sino también su valiosa amistad. Y eso es algo que no estoy dispuesta a perder.

En el bolsillo derecho de mi chaqueta se encuentra una de sus tantas cartas que hemos intercambiado durante las vacaciones. Y la atesoraba como un grato momento:

Querida, Alicia:

¡No vas a creer lo que te voy a contar! Afírmate de tu silla que esto te dejará sin aliento, porque sé que siempre te emocionas mucho cuando te doy mis buenas nuevas. Mi padre ha conseguido entradas para uno de los partidos del Campeonato Mundial de Quidditch. ¡Irlanda contra Bulgaria! ¡¿Lo quedes creer?! La verdad, es que yo aún no, porque sabes que para mí esta ocasión es como poder tocar el cielo con las manos, al ver a mis jugadores favoritos de quidditch a unos pocos metros de mí. O sea, no pocos metros, pero ¡tú entiendes lo que quiero decir!

¡Qué pésimo amigo soy al lanzarte este pedazo de notición y ni siquiera preguntar cómo estás! ¿Me perdonas, por favor? Si no es así, cuando te vea me aseguraré de compensarte como es debido.

En tu última carta decías que estabas algo aburrida en Francia tras estar tantos días en casa de tu abuela sin tener nada más que hacer que ver bolas de lana y los peces de una fuente llena de moho. Sin embargo, espero que de las semanas a la fecha tu abuela ya esté mejor de salud y que hayas aprendido a tejer por tu cuenta y no con magia tal como te lo propusiste. Si es así, quiero algo bonito de tu parte (un sweater no, por favor, de eso ya se encarga mi madre).

Llegando a ti (George Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora