La tormenta desatada la noche anterior, aquella que había mojado a los alumnos de primer año y al nuevo profesor de DCAO, ya había acabado. La mañana estaba parcialmente nublada, con una brisa ligera que anunciaba la pronta llegada del otoño en unas pocas semanas. Comencé a desperezarme sobre el colchón mientras era testigo de cómo unas pequeñas aves azulinas picoteaban las ventanas de nuestra habitación, dándonos los buenos días a su manera.
¡Arriba, la idea no es llegar tarde el primer día de clases!
Eché un vistazo a mi entorno y corroboré que las chicas seguían rendidas en los brazos de Morfeo.
Era de esperar.
Angelina y las demás chicas, se han caracterizado por tener el sueño un poco más pesado que el mío. Bastante. Es por ese motivo, que desde que compartimos dormitorio, siempre he despertado antes que ellas y aprovechaba esos minutos extras para ingresar al baño de la habitación, asearme y vestirme rápidamente, antes de que abriesen los ojos y comenzara una batalla campal para ver quién entraba primero al verse cortas de tiempo.
Y eso ocurría cada bendita mañana.
Veinte minutos más tarde, salí aseada y mayoritariamente vestida, dejando doblada la ropa de la noche anterior sobre una silla que se encontraba al costado derecho de mi cama, ya que luego los elfos domésticos venían a ordenar y limpiar cuando estábamos en horas de clases, dejando todo impecable en nuestro lugar.
Como un ritual sagrado de cada mañana, até el nudo de mi corbata y me coloqué encima la túnica respectiva que cubría gran parte de mi camisa blanca, cerciorando luego mi apariencia frente al espejo. No iría con el chaleco, debido a que en esta época hace calor en las aulas desde el mediodía en adelante.
Todo iba bien, pero mi cabello era un completo desastre al dejarlo suelto y tenía bastante pereza esta mañana como para comenzar a peinarlo con esmero, tal como hacen algunas chicas que siempre desean lucir bien.
Sin embargo, según el horario que me correspondía este año, durante la mañana tenía Pociones, Defensa Contra las Artes Oscuras (DCAO) y Encantamientos, por lo cual no era buena idea dejarlo suelto por cosa de comodidad si es que era necesaria aplicar la práctica teórica.
Agarré el peine y comencé a pasarlo por aquellas hebras castañas que tanto quehacer daban, y jalones dolorosos de vez en cuando también. Lo amarré en una firme coleta y la adorné con una cinta dorada que me dieron los gemelos el año anterior cuando cumplí años.
Al cerciorarme que todo estaba en orden, hablé en voz alta:
-¡A despertar! –Aplaudí tres veces, tal como cada mañana- ¡Se les acabó la hora del sueñito, bellas durmientes!
Las quejas adormiladas no tardaron en escucharse, las almohadas sobre la cabeza al sentir otros tres aplausos, pero de pronto se activaron casi en simultaneidad para levantarse de golpe y correr en dirección al baño, donde Angelina fue la ganadora de esa mañana, y las otras dos maldecían su rapidez mientras golpeaban la puerta de madera.
Aguantando la risa por la cómica escena, cogí mi varita, el morral cuyos útiles escolares estaban en su interior y me dispuse a salir de la habitación con dirección al gran comedor para desayunar sin prisas, pues tenía tiempo a favor.
En la segunda escalera, me encontré con la pequeña Ginny Weasley, a quien no dudé en saludar luego de que ella tuviera la iniciativa. Caminamos manteniendo una animada conversación mientras nos dirigíamos hacia nuestro destino. Al llegar, decidimos ubicarnos a la mitad de la larga mesa de Gryffindor que nos recibía. Al sentarnos, ella se sentó a mi par derecha, esperando ver a nuestros compañeros y amigos en cualquier momento.
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Llegando a ti (George Weasley)
FantasyA/U. En su sexto año, Alicia Grey se ha dado cuenta que está enamorada de George Weasley, quien siempre la ha mirado y considerado como una buena amiga. Alicia buscará revertir la situación, enfrentando situaciones favorables y otras no tanto, duran...