𝘚𝘢𝘷𝘦 𝘮𝘦 - 𝘕𝘢𝘮𝘑𝘪𝘯

El abismo del sufrimiento

Aclaró que en muchos capítulos solo habra explicación de sentimientos y no muchas conversaciones, Gracias.

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06:26 Am, Seoul.

El despertar de SeokJin fue una dura bofetada de realidad. El peso de la tristeza y la desesperanza se aferraba a cada fibra de su ser. El dolor era tan agudo que apenas podía respirar. Se levantó de la cama con la pesadez de un alma derrotada y arrastró sus pies hacia el espejo, enfrentándose a su reflejo desolado.

Sus ojos, antes brillantes y llenos de vida, estaban apagados y rodeados de círculos oscuros. Las lágrimas habían dejado su huella en sus mejillas, revelando el tormento interior que lo consumía. SeokJin observó detenidamente cada rasgo de su rostro, encontrando defectos y fallas en cada centímetro de piel. Sus labios temblaron mientras las palabras negativas llenaban su mente.

Sin previo aviso, su mano se elevó y se estrelló contra el espejo, rompiéndolo en pedazos. El sonido del cristal estallando fue una liberación momentánea, pero el dolor en su mano cortada era insignificante en comparación con el tormento que lo devoraba por dentro.

- Hijo de Puta.- se dijo a si mismo

Con el corazón palpitante, SeokJin se dirigió a la cocina y abrió el cajón de los cuchillos. Su mirada se posó en los filos afilados que le ofrecían una salida temporal de su sufrimiento. Tomó uno en su mano temblorosa y lo presionó contra su muñeca, sintiendo cómo el acero frío rozaba su piel. La visión de su propia sangre brotando era un recordatorio tangible de su dolor emocional.

El impulso autodestructivo se apoderó de él mientras las lágrimas seguían fluyendo. Cada corte era un grito silencioso de angustia, una forma de desahogar la tormenta de emociones que lo atormentaban. SeokJin se sentía atrapado en un ciclo vicioso, incapaz de escapar de la autodestrucción que se había convertido en su única compañía constante.

El dolor físico le ofrecía un breve alivio, pero pronto se desvanecía, dejando espacio para el remordimiento y la culpa. SeokJin se miraba en el espejo de la sala, observando las heridas que marcaban su cuerpo, y se odiaba aún más. La voz en su cabeza repetía sin cesar palabras de autodesprecio, convenciéndolo de que era indigno de amor y felicidad.

El aislamiento se volvió su refugio. SeokJin se apartó de las personas que alguna vez consideró amigos, convencido de que merecían alejarse de su presencia tóxica. Los días pasaban en una monotonía dolorosa, encerrado en su habitación, perdido en pensamientos oscuros. La risa alegre de la vida parecía distante e inalcanzable.

La noticia de la muerte de su abuela fue el golpe más devastador. Ella había sido su único consuelo, la única persona que lo entendía y lo amaba incondicionalmente. Ahora, su partida dejaba un vacío inmenso en el corazón de SeokJin. El dolor de su pérdida se mezclaba con el peso de su propia existencia, y la idea de reunirse con ella en la muerte se volvía cada vez más seductora.

Las noches eran las peores. SeokJin se aferraba a su almohada, llorando en silencio hasta que quedaba exhausto. La soledad era una compañera implacable, susurrándole que no había esperanza, que el sufrimiento era su única realidad. Los pensamientos suicidas se entrelazaban en su mente como enredaderas venenosas, tentándolo con una supuesta liberación del tormento.

A medida que el tiempo pasaba, el cuerpo de SeokJin mostraba las marcas visibles de su autodestrucción. Cicatrices cubrían su piel, testigos silenciosos de su angustia interna. La visión de su propio reflejo era un recordatorio constante de su dolor y de la oscuridad que lo envolvía.

SeokJin estaba atrapado en un abismo de sufrimiento, y cada intento de escapar solo lo sumergía aún más. Su mundo parecía haberse reducido a la angustia constante y la lucha diaria por sobrevivir.