Capitulo 1: Rath

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"La vida es como montar en bicicleta, para mantener el equilibrio debes seguir adelante"

Albert Einstein

¿Transferida? ¿así? ¿de la nada? Tenía que ser una broma de mal gusto. Había pasado toda mi vida en aquella casa de acogida y de repente tenía que irme a una escuela de la cual no había escuchado hablar jamás y ni siquiera sabía dónde se encontraba.

No es como que pudiese oponerme, pero creo que al menos me merecía una explicación con respecto a este traslado tan repentino. No me quedaba de otra mas que hacer la maleta ya que tendría que irme en dos días. No sé de dónde había salido la idea de llevarme a aquel lugar, pero lo averiguaría.

- Síle, espero que tengas todo listo para el viaje - una suave voz sumamente familiar se escuchó detrás de mí y no hizo falta voltear para saber que se trataba de Eilis, una señora algo mayor que había cuidado de mi todos estos años.

- Así es, creo que ya empaque todo lo necesario - deje la maleta a un lado y me senté en la esquina de la cama.

- Creo que olvidas esto - dijo mientras sacaba de su bolsillo un colgante dorado con un dije de luna, aquel no era cualquier colgante.

- Como es que... - al ver que ella tenia el colgante automáticamente toque mi cuello en señal de confusión, ¿cuándo se me había caído?

- Lo eh encontrado en la sala de música cerca del piano - esta me tendió el colgante y yo lo tome para ponérmelo, debió de caerse anoche mientras visitaba la sala de música de aquel lugar quizás por última vez.

- Gracias, voy a extrañar este lugar - la expresión de sorpresa en el rostro de Eilis casi me hace reír.

- Jamás en mi larga vida pensé escucharte decir eso - esta se sentó justo a mi lado mientras de forma delicada acariciaba mis rojizos cabellos - al observarte aun veo aquella pequeña niña reservada que miraba a los otros niños del lugar como si fuesen un misterio que no podía resolver - casi pude ver su sonrisa ante aquella imagen mental recordándome mi infancia en aquel lugar.

Personas que desconocía, niños corriendo y jugando por todo el lugar como si fuese su hogar de toda la vida y el hecho de que muchos pensasen que una casa de acogida sería un lugar en donde tuviesen niños solo por obligación me hacía pensar lo diferente de esta ya que aquí todos eran amables, demasiado para mi gusto.

Cuando llegue aquí hace ya catorce años conocí a Eilis. Ella había cuidado de mi como si fuese mi madre y tanta cercanía con alguien se sentía tan extraño y diferente, pero a diferencia ser cómo me sentía con el resto de las personas yo estaba totalmente segura de que podía confiar en ella.

- Bueno, ten todo listo para irte en dos días - así sin más se levanto y se fue.

Esos dos últimos días transcurrieron en un abrir y cerrar los ojos y cuando vine a darme cuenta ya estaba fuera de la casa de acogida con la maleta en mano y despidiéndome de Eilis.

- Que tengas buen viaje - pude notar un ápice de tristeza en la voz de Eilis el cual ella claramente no quería mostrar en su expresión por lo que supuse que no quería que me entristeciese también yo.

- Muchas gracias, cuando termine el curso escolar vendré a visitarte - le dije con una sonrisa para que esta no se preocupase.

La dama de la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora