Capítulo 46

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ADVERTENCIA ⚠️

Estas es una historia +21, contiene lenguaje explícito y personalidades que puede ser molesta para algunos lectores, leer bajó su propia responsabilidad.

POV MIRTA DAVIS

Subí al auto de Max, no sabía que me esperaba esta noche y mentiría si dijese que estaba preparada para enfrentarme a lo que sea.

—Max—, hablé.
—No quiero escucharte—

<<Bien. Ya se le cayó la máscara>>

Me mantuve en silencio mientras condujo hasta los suburbios más bajo de Madison, jamás había transitado en lugares como este.

—¿Qué hacemos aquí? —, pregunté viendo algunas personas de pie en la acera extendiendo su mano pidiendo limosna, otras estaban tiradas a un lado en el suelo, mujeres con pocas rompas en algunas esquinas sin iluminación, sujetos fumando en grupos y gemidos que provenían de algún lado.

<< ¿Dónde demonios estábamos?>>

—Para, traigo algunos dólares, se los daré a ella—, le pedí señalando a la pelirroja que rebuscaba entre los botes de basura.

Max siguió de largo sin hacerme caso.

—¡Te dije que pares! —, grité.
—¡Aquí no puedes ser buena! Esconde tus alas y no mires a nadie— rabió Max subiendo el cristal de mi ventana.
—Te dije que pares—, volví a decir apretando mis dientes.

Él se estacionó.

—Escúchame, necesito que entiendas que aquí…— decía... me quité el cinturón en cuestión de segundo tomando mi bolso, salí del auto.
—¡Mirta!, ¡Regresa ahora! ¡Maldición! — vociferó.

Corrí rápidamente en dirección en contraria hacia donde estaba la chica.

—¡Mirta! — gritó Max detrás de mí.

Se había bajado de él auto siguiéndome.

—Hola— expresé intentando llamar la atención de la chica que seguía hurgando entre la basura.

Ella se detuvo sin darme la cara. Rebusqué en mi bolso sacando algunos dólares.

—Tengo algunos dólares, puedes tomarlos si quieres— manifesté extendiéndole el dinero.

La chica comenzó a girar su cuerpo lentamente.

—¡Mirta, aléjate! — vociferó Max como loco.

En ese instante la chica se dio la vuelta completamente.

Grité, no era una chica, ni siquiera sabía que eran en verdad.

Retrocedí inmediatamente cayendo al suelo al ver su rostro desfigurado y sin sus ojos, su boca parecía estar cosida con algún tipo de cuerda. En sus manos faltaban algunos de sus dedos, el olor que desprendía era nauseabundo, mi estomago dio un vuelvo; abrió su boca emitiendo un chillido.

Una risa provino de algún lado sin visualizar de dónde, hasta que sentí como alguien me arrebataba mi bolso echándose a correr. Max me sostuvo del brazo poniéndome en pie alejándome del lugar.

—Mi bolso— susurré sin poder dar crédito a lo ante visto.
—Te lo buscaste, te dije que no podías mirar a nadie aquí— gruñó arrastrándome al auto.
—¿Qué era eso? — pregunté mientras él encendía el auto.
— Las consecuencias de jugar con la mafia italiana, El hombre sin rostro, le dicen—

Seduciendo a un Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora