epílogo

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Treinta años mas tarde

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Treinta años mas tarde.

Riki tomó un sorbo grande de café, mientras hojeaba otra página de "el resplandor". Su bebida estaba en el punto justo, como más le gustaba: no tan dulce ni tan amargo, bastante suave.

Era una tarde de sábado, en primavera, y el aire era refrescante a su alrededor. Una niña de cinco años revoloteaba por el patio de la casa, con una sonrisa, seguida de un pequeño cachorro pomerania. La pequeña bola de pelos color nieve, emocionada, seguía a su dueña, quien llevaba un vestido estampado con pequeños cuadros lilas y blancos.

── ¡Cuidado, Eunchae! No vayas a lastimarte. Mira por donde corres.

Detrás del de lentes se posó un hombre de cabellos lacios, quien llevaba en mano una bandeja con galletas y un vaso de leche chocolatada. Tomó asiento al lado de su esposo, quien ya había levantado la vista y puesto una expresión sonriente en su rostro al verlo.

── Buenas tardes, mi amor. ──Sunoo, sonriente, se acercó a Riki para besarlo, y luego tomó una galleta del tarro.

── ¿Te sientes mejor? Te veías muy cansado en el almuerzo...

── Si, estoy mucho más descansado ahora. ¿Qué estuvieron haciendo?

── Eunchae quería llevar a Tocino al parque, así que fuimos un rato... pero después estaba cansada y le propuse que volviéramos. Entonces encontré el libro que estaba leyendo cuando nos conocimos.

La mirada del de lentes bajó hacia el libro que tenía en manos. No pudo evitar dejar escapar una gran sonrisa por la tracalada de recuerdos que se le vinieron a la mente al verlo dentro de la estantería.

── Éramos tan chicos en ese entonces... Aún así, puedo recordar todo con claridad. Aunque tú no querías saber nada de mi la primera vez que nos vimos, siempre me diste muchísima curiosidad. ──Riki soltó una risa risueña, y al instante su rostro tomó un color rosado bajo sus gafas.

── Tú también me diste mucha curiosidad al inicio, solo que pensaba que ibas a dejarme... En aquel entonces, no creía en las relaciones de ningún tipo, ¿sabes?
Pensaba que tu destino sería igual que el de mi viejo amigo de la infancia. Por esta razón, tenía decidido a no acercarme mucho a tí, pero por fortuna tú si lo hiciste.

── ¿Alguna vez pensaste en qué pasaría si nunca nos hubiéramos mejorado? ──Sunoo alzó la vista a su esposo, quien había borrado completamente la sonrisa de su rostro.

── Quizás nunca hubiera mejorado si tú no aparecías... y, probablemente, ya estaría muerto hace mucho tiempo. Aunque aún mi esquizofrenia no esté solucionada completamente, vivo una hermosa vida a tu lado con una preciosa familia. Ya ni sé a quién agradecer por el hermoso ángel que me enviaron para salvarme de todo eso.
Antes estaba solo y no tenía siquiera razones para salir de allí: mi madre ya no me visitaba, mi padre me odiaba y no tenía amigos tampoco. No tenía un hogar a dónde regresar. Las cosas cambiaron cuando apareciste.

Sunoo sonrió de oreja a oreja, sin poder evitar que su cara termine como un tomate. Con nervios, tomó un sorbo de café que había traído de la cocina anteriormente Riki.

── Tú me salvaste de aquel dolor y odio que sentía hacia mí mismo, Riki. Quizás sin tus palabras de aliento jamás podría haberlo sobrellevado.
Cuando te conocí, algo me decía que necesitas ayuda... y quise ser ese alguien que te apoyara. Aunque no tenía muchas esperanzas cuando llegué a aquel hospital, tú me las diste mediante más nos íbamos acercando.

» Pensaba que no tenía arreglo, que mi situación no podría solucionarse porque yo tampoco ponía mis esfuerzos en ello; que tal vez nunca podría sobrellevar una vida cercana a la de alguien común con mi trastorno. Pero tú me quitaste ese sabor amargo de la boca el día en que me besaste por primera vez.

» Jamás creí que podría llegar tan lejos, tener una familia propia. Me regalaste todo esto, me permitiste esta preciosa oportunidad de tener a una hija, una mascota e inclusive de tener un perfecto esposo como tú. En serio estoy muy agradecido y feliz por la vida hermosa que llevo a tu lado, Richie, y aún no sé como agradecerte por todo lo que hiciste por mí.

» Estoy tan feliz de que las cosas hayan resultado de esta forma y que ambos estemos vivos. Haz vivido tantas cosas, sufriste mucho... pero, aún así, escogiste seguir en este mundo junto a mí, y todos los días me despierto agradecido de ello.

» Te amo, Riki, y adoro todo lo que construimos juntos en todos estos años.──

Sunoo se levantó para plantar un tierno beso en los labios del otro. No pudo evitar soltar una pequeña sonrisa mientras juntaban ambas bocas, como tampoco presenciar aquel sentimiento cálido en su pecho que nunca faltaba cuando estaban juntos.

Ambos eran felices. Quizás no tenían una vida perfecta a los ojos de los demás, pero ellos estaban bien con eso. Se amaban y apoyaban mutuamente, se tenían el uno al otro, y eso era todo lo qie importaba en ese momento.

Para agregar sobre otras situaciones, ¿cómo siguió la vida del resto del club de los perdedores? Hubieron muchos cambios, algunos tanto buenos como malos, en sus vidas. Nada era lo mismo para nadie.

Park Jay quedó completamente solo, tras el suicidio de Yang Jungwon. No quiso seguir adelante ni buscar a alguien más, por lo que volvió a tener una recaída bastante fuerte.

Lee Heeseung mejoró bastante su amnesia gracias al control de esta, por lo que comenzó a trabajar en la libreria del pueblo de su infancia; Seúl.

Park Sunghoon se casó con aquel rubio de la otra ala, Shim Jake, y siguieron una vida bastante similar a la de Riki y Sunoo. Una normal, igual que cualquier otra.

Jungwon no pudo superar su depresión. No pudo ganarle a aquel vacío, al dolor que habitaba tanto en su cuerpo como su corazón. Ese que no se iba no aunque estuviera con sus amigos, el mismo que lo empujó hacia aquel trágico final.

Pero lo más doloroso fue escribir una carta para Jay, quien lo había acompañado por tanto tiempo y siempre trataba de darle fuerzas para seguir. "Lo siento, Park. Por lo que veo no pude ganar esta vez", pensó al momento de colocar la cuchilla en su brazo meses atrás.

En sus últimos momentos de vida, lo único que él hizo fue pensar en su querido mejor amigo y en lo destrozado que podría quedar culpa suya. De nada sirvió, ya que todo sucedió tan rápidamente que no llegó a arrepentirse o a pensar una razón más para seguir.

Jungwon quería muchísimo a Jay, pero las razones para seguir adelante se iban apagando poco a poco como pequeñas velas de cumpleaños. Todo en su interior era un completo desastre, dolor y vacío. No quería vivir mas de esa forma o de cualquier otra distinta. Estaba cansado.

Jay estaba triste también. Cuando perdió a Jungwon, sintió que una parte suya se fue junto a él. Toda esa fuerza que tenía se fue a su lado, ya no tenía ni a quién apoyar ni por quién mejorar.

Eunchae tomó asiento al lado de sus padres y le dió un gran sorbo a su chocolatada, cansada despues de haber estado toda la tarde jugando con Tocino, su perro.

Apenas los vió a ambos darse aquel tierno beso, su corazón se llenó de felicidad al saber cuánto se querían. Sintió otra vez aquella calidez que presenció el dia en que ambos fueron a adoptarla, cuando tenia tan solo dos años.

Quizás aún era muy pequeña para entender todas sus emociones, pero siempre describía aquella felicidad como un vaso de leche caliente en un día helado de invierno. Desde que ambos aparecieron por la puerta de su antiguo hogar y se convirtieron oficialmente en sus padres, no hubo un dia en donde no estuviera contenta.

Los tres tomaron asiento, uno al lado del otro, en el pasto hasta el anochecer como era costumbre. Las palabras profundas y aquella conversación renovadora había quedado en sus mentes, llenando el corazón de una calidez indescriptible que compartirían por el resto de sus vidas.

୨୧ 𝐏𝐒𝐘𝐂𝐇𝐈𝐀𝐓𝐑𝐈𝐂  ⇝  𝒮unkiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora