Dibujos infernales fin

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En el oscuro sótano de aquella casa polvorienta, el chofer del uber abrió las puertas del armario. Entonces algo salvaje y aterrador saltó sobre él.

Le arrebató el cuchillo con una fuerza inhumana y se lo hundió varias veces en el abdomen, dejando al chofer muerto sobre el suelo.

Luego, vio Mayra y fue tras ella.

-¡Juli!- gritó Mayra desesperada-. ¿No me reconoces? ¡Soy yo, tu amiga!

Pero Juli no pareció escucharla. Parecía fuera de sí. Tenía los ojos muy abiertos y mostraba una mueca de dolor en su boca. Intentó acuchillar a su amiga pero falló al enredarse con unos cables, entonces Mayra aprovechó y corrió hacia las escaleras.

Estaba por llegar a la puerta del sótano cuando sintió un dolor agudo en la pantorrilla, luego otro en las nalgas. Juli acababa de cortarle con el cuchillo. Mayra cayó al suelo, y cuando sintió que Juli la sujetaba por el tobillo, le pateó la cara. Se escuchó un horrible crujido al romperse la nariz de Juli. Mayra se alejó arrastrándose.

-Juli, ¿qué estás haciendo? ¡Soy yo, no quiero hacerte daño! - gritaba Mayra.

Tenía una herida muy grave en la pierna. El cuchillo le había cortado los tendones. Muy pronto Juli le alcanzó. Su rostro, con la nariz fracturada, era una máscara deforme de sangre y lágrimas. Alzó el cuchillo y dijo algo que Mayra nunca olvidaría:

- Cierro los ojos y siempre está ahí, el recuerdo, la culpa, nunca me la pude quitar de encima.

Dicho esto, se abalanzó sobre Mayra para matarla, en ese momento la puerta se abrió y un policía efectuó dos disparos, matando a Juli en el acto.

Mayra fue trasladada a un hospital, envuelta en una crisis de nervios. Los cuerpos de Juli y del desafortunado chofer del Uber fueron trasladados a la morgue local. Durante la autopsia, dentro del estómago de Juli encontraron unos cuantos crayones y lápices de colores; ella los había ingerido en algún momento antes de morir.

Mientras tanto, la investigación seguía avanzando...

Guiados por las instrucciones del psiquiatra de Juli, el doctor Carranza, la policía allanó el departamento de la chica unas horas después. Se encontraron con miles de dibujos misteriosos, cada uno de ellos más terrorífico que el otro. Pero el que más llamó la atención a la policía fue una secuencia en donde una niña se acerca a una mujer y la acuchilla por la espalda, y luego se esconde en un armario. La policía mostró estos dibujos al doctor Carranza, quien luego de analizarlos detenidamente llegó a una conclusión inesperada:

-El asesino que perseguimos durante veinte años no es real. Fue todo invención de Juli, para despistarnos. Fue ella quien, con apenas seis años de edad, asesinó a su niñera y luego se escondió en el armario-. Luego de hacer una pausa cargada de tristeza, agregó: -Yo creía conocer a mi paciente Juli, pero evidentemente no es así. La mente humana es insondable y misteriosa, es como un océano abismal, terriblemente profundo. Nadie conoce lo que piensa el otro. Mi trabajo termina aquí. Sé que he fracasado.

Se alejó apesadumbrado del lugar, retirándose no mucho tiempo después de la profesión. Y es hasta el día de hoy que puede encontrárselo en los bares más rancios de la ciudad, con una copa de licor en la mano, y recitando entre dientes una oración por la cual se ha vuelto conocido entre los parroquianos:

"Nadie puede conocer al otro, todos somos extraños, y si tuviéramos la habilidad de leer las mentes ajenas, casi todo el mundo viviría aislado..."

Historia de Mauro Croche

Sus libros:
www.maurocroche.com/libros

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