En el año 2020, yo tenía un gatito llamado Darwin, quien tenía aproximadamente cuatro o cinco meses de edad. El gatito era muy dócil y jugaba todo el tiempo con mi hijo. Nunca arañaba ni se enojaba, y además era flaco porque no quería comer. Mi otra gata, la Teniente Coronel Sally, que en ese entonces tenía unos cinco años, nunca lo aceptó. Siempre que podía, y cuando nosotros nos descuidábamos, le daba una paliza y lo dejaba llorando.
Un día de otoño, en un descuido nuestro, Darwin salió a la calle y fue atropellado por un automóvil que ni siquiera se dignó a parar. Murió después de seis días de agonía, durante los cuales el veterinario (un tipo bastante chanta, me enteré después) nos hizo gastar una pequeña fortuna intentando salvarlo, cuando seguramente desde el principio sabía que el gato ya estaba condenado.
Como es natural, sentimos mucho dolor por su pérdida, especialmente mi hijo, que era muy apegado a él.
Pasaron dos meses y por algún motivo que ya no recuerdo, nos ofrecieron un gatito cachorro al que llamamos Ochi (es el de la foto). Tenía el mismo pelaje y el mismo color de ojos que Darwin, pero su carácter era todo lo contrario: dominante, intrépido, aventurero y glotón. Calculé que había nacido más o menos en los mismos días en que Darwin murió.
Lo primero que hizo Ochi al dejar de ser cachorro y crecer fue darle una paliza a la Teniente Sally. Al principio, ella se resistió e intentó mantener su posición dominante en la manada, pero luego aceptó su derrota y se sometió a la autoridad del nuevo gato. Ahora era Ochi quien mandaba. Lo primero que pensé al observar este comportamiento fue que Darwin, desde otro mundo, se estaba tomando una revancha por las palizas que Sally le había dado en vida.
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mini historias de terror y whatsapp
Horrorasi es lo que dice el título son historias de terror y una que otra cosa