︵ ︶ ︷ ︸
Con una cadencia lenta, abrí mis ojos, deslizándolos con calma por mi entorno y sintiéndome en paz, una sensación que se me había escurrido durante mucho tiempo.
En la distancia, divisé una silueta que me miraba fijamente. Todo a mi alrededor estaba envuelto en penumbra, excepto por una pequeña luz que se abría paso hacia adelante, atrapando mi mirada.
Y allí, justo al lado de esa luz, se encontraba él.
Asher.
Anhelaba abrazarlo, aunque fuese solo por unos segundos, unos instantes... pero me sentía inmovilizada, una prisión autoimpuesta. Solo pude presenciar cómo aquel chico pronunciaba palabras incomprensibles para mí, y, sin embargo, una sonrisa se dibujó en mi rostro, haciendo que me sintiese feliz por alguna extraña razón.
En ese instante, supe que había sido un brote en un árbol que creía muerto, floreciendo con renovada esperanza.
***
Desperté sudando y con el corazón acelerado, ¿qué había sido eso? Jamás había tenido ese tipo de sueño, y principalmente uno como ese. Se sintió tan real...
Sentía como si la figura que emergió en ese sueño tuviera una presencia tangible, como si de alguna manera lo conociera lo suficiente; sin embargo, ni siquiera pude divisar bien su rostro.
Quise seguir dándole vueltas al tema, queriendo saber por qué había tenido un sueño tan extraño, pero justamente en ese preciso momento, mi madre tocó la puerta para despertarme.
—¡Yulie! —Exclamó mi madre mientras escuchaba sus pasos subiendo por las escaleras. De tanto haber escuchado pasos en mi casa, los reconocía con facilidad.
En pocos segundos, se asomó hacia mi habitación, y cuando observó que estaba despierta, no le faltó recalcar que ya era hora de empezar a alistarme.
Asentí perezosamente hacia sus palabras las cuales me recalcaba todos los días. Cada día venía hacia mi cuarto y me recordaba que era hora de irme, que bajara a desayunar después de que me cambiara. Y como siempre, la palabra más insoportable de todas:
Debes tomar tus pastillas.
Nunca supe a qué se refería con eso. Tampoco sé de lo que según me están medicando; simplemente me dice que "en algún momento hablará de eso conmigo", pero al final, nunca lo hace. He estado así durante años. Las pastillas no hacen ningún efecto en mí, pero en el fondo confío en mi madre y ya se ha vuelto habitual en mí confiar en todo lo que ella dice, y, sobre todo, llevarme de sus consejos, porque "el que se lleva de consejos, muere viejo"
Sí, quizás la frase sea un poco anticuada, pero la aprendí de mi madre.
No perdí más tiempo y procedí a hacer mi rutina diaria. Me recogí un moño mal hecho, que de hecho, me lo hacía siempre gracias a que no me sabía peinar bien. Aparte de que mi cabello, casi castaño, estaba un poco maltratado, también descuidaba totalmente lo que era mi piel, así que tenía uno que otro granito e inclusive, puntos negros. Ni siquiera utilizaba maquillaje, con solo lavarme la cara para mí era más que suficiente. Mis ojos verdes oscuros reflejaban un poco de cansancio, pero se me quitarían durante el día, ya que suelo ser más activa de lo que parezco.
Al final, hice todo lo que tuve que hacer como desayunar, alistar mi mochila, escoger qué ropa me iba a llevar y por ahí mismo me largué.
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Dos mundos una vida
Mystery / ThrillerMe encontraba inmersa en una vorágine de pensamientos, la mente abrumada por un suceso extraño e inquietante. Desde hacía días, había estado experimentando sueños vívidos con un chico desconocido que parecía salir de otro mundo. En cada sueño, nos e...