Disclamer:
! El one-shot será en un solo capítulo, por el simple motivo de que no quiero que os comáis mil anuncios para leer esto, en caso de actualizar con un nuevo escrito, se separará por un título en negrita, soy hater de los anuncios.
! Este escrito contiene caracteres explícitos, masturbación, fingering, bestialidad, tentáculos, 2vs1, licking, etcétera.
! En caso de actualizar este one-shot, será con otro de las mismas características, igual de cochino.
! P.V bottom. (Al menos por el primer one-shot.)
! Si se actualiza, lo haré saber en mi perfil y haré un capítulo solo con la fecha de la nueva actualización, puedes seguir el registro de ambas maneras.
! Suelo mezclar narrativas por comodidad, no está narrado desde ninguna perspectiva permanente ni es constante.
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Para pesares, el suyo era rey.
El día anterior la empresa de extremo a extremo fue repicoteada por gritos, algunos llantos robóticos, burlas, jaleo y egolatría, pero para algo de contexto, se debe recapitular.Chillidos.
Una descripción certera a lo que pasaba en Boxmore, la empresa de su fiel socio y prometido en honor a la lucha para convertir Lakewood Plaza en cenizas, polvo y miseria. No podía sentirse menos culpable por esa disputa en especial, Fink no había llegado sola a estas oficinas, Venenoso era directamente el responsable de ella. ¿La razón de la discusión de hoy? Boxy. El regordete robotista en digna despreocupación de su salud, optó por hibernar en un único salón frío para su nueva invención metálica, una que prometía ser llave maestra a los cerrojos que se interponían en su objetivo de demoler la plaza con su patética gente dentro, al honesto parecer del Profesor, lucía como una copia de Jethro pero más comunicativa, sin embargo, su visión destructiva era más científica que robótica. Fink, su pequeña ratita secuaz, tomó esta oportunidad para gritar efusivamente a las creaciones del peliverde que les había abandonado en clara protesta de odio a ellos, una y otra vez, presumiendo sus posesiones, lo acompañada que estaba, las armas que le regalaban y los privilegios que tenía como esbirro del auspiciador monetario de Boxmore, lengua en su barbilla y expresión burlesca, bífida, bífida como una rata. Por mucho que le molestara la decisión de su jefe, le otorgaba un mando más alto que esas bolsas de tuercas. En perspectiva de Darrell, o Raymond, u otra invención del chiquito ingeniero puede que esas palabras hayan tenido sentido, claro, la pequeña mimada del Profesor gozaba una compañía de veinticuatro horas, le consentían con caramelos y coches dignos del caos creados por aquel padre que no les ha otorgado más de tres regalos en toda su vida mecánica útil, mientras ellos, en su afán por recibir afecto, recibían esquivos quejidos desde el interior de la puerta que tenían estrictamente prohibido abrir. Y es que puede que el híbrido reptil no sea gusto de tacto ni palabras de afirmación, bufaba incluso cuando su mate le pedía un abrazo, pero aquella presencia aunque distante parecía quemar el circuito de las máquinas villanas.Dos de la madrugada, el ruido se había detenido a la hora de dormir de los "infantes" quienes fueron separados elegantemente por el científico y tal como a un hijo, los mandó a la cama en preparación para ser enviados a gritos hacia la plaza el siguiente día, rutina diaria, nada fuera de lo habitual. El pequeño torbellino del azabache durmiendo en una habitación distinta para evitar intensas peleas de peluches a mitad de la noche. Ahora se encontraba solo, el silencio interrumpido por el sonido de tuercas y enchufes a lo lejos, opacado el bochorno por la puerta celeste opaco que lo separaba de su esposo.
Esposo, "Esposo", un pensamiento pesado.
Una ráfaga atacó su espalda; siseó con molestia, Boxman llevaba lo que parecía ser una eternidad en esa habitación de friki, con el constante ruido lejano de soldaduras, destornilladores mecánicos y engranajes rodando con una clara falta de aceite; conmemoró los momentos donde el mencionado aún no había optado por atentar contra su estabilidad mental, podría prometer que en este tiempo vio más tuercas que luz solar.
Para cuando acabó su memorial quejumbroso sobre las decisiones del pequeño villano, notó la urgencia de tenerlo ahí en aquel instante, de rodearle con sus extensiones serpiente y aprisionarle tal depredador a presa; miró la puerta, considerando entrar en decidido secuestro de su marido, no obstante, su apreciación por el trabajo ajeno lo detenía; ¿Desde qué derecho interrumpiría en un trabajo tan importante para su muchacho, uno que le daba la esperanza de cumplir su sueño más persistente? Murmuró para si mismo antes de obligarse a reprimir sus sentimientos, no era momento, trató insistente de rodar en la cama luchando por conciliar el sueño. Su pensamiento era atropellado por imágenes del torpe ingeniero siendo el animal salvaje con instinto primitivo que tanto le fascinaba, "atractivo", si es que alguien a excepción de Venenoso podría llamarle así. Era lo suficientemente lindo a los ojos de su novio como para provocarle deseos sexuales, y se negaba rotundamente a insultar su afición al trabajo con necesidades propias. Delicado, pasó sus propios dedos por su torso, tal como Box lo hacía de vez en cuando, un poco más suave desde una mano propia, puesto que su prometido era torpe y bobo hasta para follar con él, con esa sonrisita coqueta forzada que definitivamente en su imaginación se veía mil veces mejor; jugando con las curvas de su piel púrpura sonrosada. Su clavícula, amigable, le causó una montaña que atravesar, llegando a sus pectorales, voluptuosos, iguales a un pan recién sacado del horno, cálidos, dejándose aplastar esponjosos por donde arrasaban los dedos, sus impulsos serpenteados empezaban a despertar salvajes, dos glandes, uno bajo el otro, palpando repetidas veces la tela tirante de sus pantalones ajustados, uno de los recuerdos más evidentes de su transformación fallida donde más que superfuerza consiguió volverse un maldito reptil púrpura.
De entre los miembros que disponía el híbrido, optó por el más cercano a su ombligo, chistoso que siempre llegara a esa opción, pero era indiscutible que quedaba más cerca para sus manos ambiciosas buscando satisfacerse, a su vez el peliverde acostumbraba estimular el glande más bajo. El pantalón acabó por no estorbar más una vez fue retirado, creando un sendero lastimado por su pierna derecha gracias a sus garras que violentamente arrastraron la tela de látex negro, siempre tan molesto de ser retirado por la horripilante fricción típica de este material en concreto, definitivamente en ese instante no disponía de paciencia ni preocupación por el estado final de un simple pantalón de látex. Agradecía el bochorno que se escuchaba lejano en la sala de Boxman, no tenía que ser tan silencioso para no interrumpir a su robotista y causarle la curiosidad suficiente para entrar a la habitación en su momento de mayor vulnerabilidad sexual. Sus dedos de uñas tintadas en negro abarcaron ampliamente la extensión sonrosada luego de revolotear cosquilloso los alrededores, jugando entre extremos y para sorpresa de nadie, activando sus instintos escamosos, iniciando por la base antes de bajar y chocar sus nudillos con el glande bajo, generando espasmos mínimos.
La única parte reptil -sin contar su lengua fisurada- que conservaba pudiente de hacer presencia solo brotaba de su espalda de vez en cuando, decidió hacerse un espacio en la acción hoy; desde su lumbar y levantando su cuerpo apareció esa extensión singular y caliente que le dobló la espalda ante su majestuoso tamaño, haciendo barras con el cascabel risueño coronando la punta. No lo detuvo; sus dedos insuficientes de torpeza calcaron cada protuberancia en el miembro, cuidadoso, ya húmedo, abrazando con la palma su base y dando caricias a la punta viscosa mientras el cascabel se aceleraba, la ingle levantaba instintiva por momentos espasmódicos; ausente de jadeos y con los dientes apretados, la tarea fue realizada con poco éxito ante la ausencia del ingeniero, ya con su palma masturbando completamente el falo sus primeras palabras salieron a flote, "Boxman", aclamaban esos blancos colmillos puntiagudos. Y es que nunca antes de su socio se había sentido arrinconado a estas necesidades, debía admitirlo pasando muy por alto a su anterior pareja.
Sin embargo, el bajito mecánico no era su única opción, sus ojos fueron a parar a la mesa de noche a centímetros suyos, la consecuencia no debería ser tan grotesca según sus cálculos.
Perteneciente fiel a esa paciencia que lo llevaba a no enloquecer tanto como para escabullirse en la oficina de Box y follar en la silla probablemente muy sudada, estiró la mano libre y abrió el cajón a su lado de la cama retirando un matraz sellado por un corcho café en el interior del compartimento, el líquido rosa fósforo dentro del vidrio creaba luz en la habitación; no por mucho tiempo, los colmillos del científico atraparon el corcho para retirarlo y escupirlo fuera de la escena del crimen, sus labios entrando en contacto con la base del matraz, su contenido fluyendo por la garganta. Unos segundos bastaron para verse en la necesidad de levantar el torso, tentáculos; falanges viscosas y moradas brotaron fieras de su espalda para flamear desesperadamente por la cama y adherirse rudas por medio de ventosas al cuerpo caliente del azabache, intrusivas, bestiales; las nuevas extensiones tenían un claro objetivo al cual llegar, puesto que no tardaron en organizarse para atacar los puntos más frágiles del híbrido a su disposición.
Masturbación, pegajosa y apresurada, ya el profesor no necesitaba usar sus manos, las cuales eran fuertemente apresadas por sus secuaces traseros quienes gracias a su multitud lograban estimular ambos falos a la vez; no esperaba sentir desde su espalda baja como uno de los tentáculos se arrastraba hasta introducirse serpenteante dentro él, ingresando a sus interiores auspiciado por la viscosidad propia capaz de usarse como lubricante, embistiendo hasta los espacios más recónditos de su organismo al instante, las babosas no venían con rodeos; cosa que con su mate no era posible; logrando arrebatarle un jadeo ruidoso que rebotó por la habitación esperando no llegar a la sala continua, sin control de sus compañeras de habitación, éstas se atribuían el derecho para aplicar la máxima violencia en cada acción aplicada dentro del bioingeniero, estampando ausentes de piedad los topes viscosos en lo más profundo de su víctima. El primer chorro de esperma embarró tanto su abdomen como parte de la cama, el glande escupiendo de forma inconstante para arrebatarle el aire de los pulmones en un parpadeo, generando una mezcolanza entre su sudor, esperma y la baba emanada de sus tentáculos por galones, dejándolo seco y desvanecido por unos segundos, en los cuales sus extremidades pegajosas permanecían fieles a su deber de destrozar su entrepierna forzosamente, logrando liberar la garganta de su presa y lanzando jadeos aireados al vacío, confirmando que su último experimento había salido de control y las consecuencias eran más preocupantes que la llegada del ingeniero a la habitación, ya había eyaculado, ¿Qué más querían esas bestias? Estaba preparado para una duración más benevolente, sin embargo, ya desconocía cuanto tiempo sus tentáculos seguirían tan decididos a quebrarle en trocitos.
¿Tanto jaleo y Boxman no escuchaba absolutamente nada? Sus oídos robóticos no estaban defectuosos, claro que no, no podía ser tan descuidado como para dejar arruinarse un cacharro que usaba más a menudo que a Darell, lo que sí estaba defectuoso era ese bobo cerebrito suyo, ese no podía ser robótico.
El regordete esposo del azabache pudo escuchar algo del ruido por sobre el sonido de sus maquinarias danzando, creyendo que su marido estaba teniendo un mal sueño, ignorando por completo cualquier idea de intervenir en la habitación matrimonial, los minutos pasaban, entre intervalos de jadeos y otros de silencio puro, donde él no sabía que su apreciado profesor estaba por romperse un colmillo al aguantar cualquier ápice de ruido proveniente de su boca mientras diez tentáculos le embestían como si fuera una muñeca sexual inflable. Sin embargo, el sueño parecía estar siendo más duro de lo que consideraba despreocupante, levantando el torso de la silla, caminó hacia la puerta; embarrado en grasa de los engranajes y sudado como un albañil fue que presenció la interesante llegada a su dormitorio, la puerta se abrió de par en par ruidosamente, sin prevenir en absoluto lo que sucedía allí dentro, P.V, el villano más frío y elegante de toda aquella manga de haters de P.O.I.N.T, algo elevado de la superficie por la considerable cantidad de tentáculos que emanaba su columna, penetrado por dos de ellas que ensanchaban inhumanamente su entrada, manoseado por todas aquellas bestias sin aparente control que dejaban estragos viscosos en su camino al igual que un caracol, y dos enormes brazos con ventosas cubriendo ambos falos del mitad serpiente, algunas de las falanges por debajo del pulóver elasticado azul marino, levantándolo un poco, ya con grandes manchas de quién sabe qué.
Para cuando el de piel púrpura recuperó la fuerza de su cabeza y decidió levantarla, ya su pequeño esposo estaba parado estúpidamente frente a la cama, como un niño pequeño recién vomitado que venía a avisar a su madre del destrozo en el colchón, sus ojos revoloteando en diferentes posiciones, cada una más comprometedora que la otra, trató, sin éxito, de llevarse la mano al rostro, un tentáculo ya estaba abrazado al brazo que planeaba mover; aflojó el cuello, por consecuencia, dejando caer la cabeza nuevamente hacia atrás, soltando un suspiro frustrado, no era silencio suficiente.
¿Boxman había caído dormido en la mesa de su salón de trabajo y estaba experimentando el sueño más húmedo de toda su vida donde su esposo le tenía preparado un festín-orgía con tentáculos? Lucía precisamente como eso, pero sea un sueño lúcido o no, estaba decidido en no quedarse de pie como un idiota teniendo semejante propuesta frente a sus ojos asimétricos, para cuando Venenoso terminó su ruidosa demostración de molestia, se sintió un peso extra dentro de la cama.
"Si no puedes con ellos, únete, Boxy."
Y con este pensamiento, ingresó al ring que se había creado en su cama doble, la clara vergüenza de su esposo provocó efecto en las extensiones pulpo, las cuales regresaron un poco más a la espalda del científico y se redujeron considerablemente en una posible timidez, quedando más pequeñas. Para ese momento el enano peliverde ya se las había arreglado para encaramar sobre el contrario, manos sobre su pecho, manchándole el abdomen con la suciedad que llevaba encima, una sonrisa filuda le condecoraba e indicaba que era su turno de reclamar al de tez púrpura. Fuerza digna de la adrenalina, con ella retiró los tentáculos que embestían a su bioingeniero de confianza, sosteniendo las falanges viscosas en su puño mientras se acomodaba bajo sus piernas, un poco embarrado, bastante sudado, esperaba luego un sermón por cubrirle en grasa de maquinaria, más por tirar al suelo una chaquetilla blanca, aquella que usaba normalmente, cubierta en polvo negro.
Las virtudes del líder de Boxmore no eran presumibles, tanto su peso como anatomía no eran suficientes para sobrepasar a su amante, sin embargo, había formas de someterle sin luchar contra sus deprimentes cualidades; con los dedos enterrados en sus muslos púrpura, apresando los tentáculos entre su palma y la pierna ajena, bajó la cabeza hasta arrodillarse en el colchón y curiosear en el entorno donde el tercero en la habitación matrimonial dejó su viscoso estrago acuoso, arrastró su lengua por toda la superficie sintiendo como los músculos se tensaban en cada pasar; la temperatura del lubricante que emanaban las extensiones era cálida, una invitación conspicua de parte sus compañeras. Saboreó todo líquido presente en los alrededores, logrando ruidos temblorosos, algo renegados, desde el respaldo de la cama, como adoraba ser el responsable de ellos. Una vez limpia el área, abrió la boca ampliamente y rasgó la tersa piel de su amante con una filosa mordida en la ingle, algo sangrienta, sus dientes de tiburón lograban ingresar olímpicamente dentro de la carne, para su lamento y consideración, no podría hacer la misma mordida en el glande -o uno de ellos-, pero por supuesto que podía engullir la más baja entre lengua y paladar, con su otra mano jalando dolorosamente todas las ventosas adheridas fuertes al miembro morado, ya no tenía forma de sostenerse; con los labios levantó hacia arriba el gran trozo de carne que pensaba devorar, arrastrando la boca hasta llegar al tope y llevárselo a la cavidad, después algunos intentos fallidos de mantener el equilibrio sobre sus dientes, logró su objetivo; comenzando un suave vaivén por el techo de su cavidad y recorriendo el frenillo con su lengua mientras permitía a las prolongaciones atacar aquellos puntos que con sus manos aprisionadas y brazos cortos no tenía a su alcance, como envidiaba ahora a esas babosas moradas que lograban entrometerse en todos lados a la vez; al mirar hacia arriba, de entre toda la jarana provocada, admiraba la mueca fruncida y apretada del azabache, no lo esperaba realmente feliz de ser encontrado dentro de semejante actividad, el delineador negro que acostumbraba usar ahora caía en gotas oscuras y manchones corridos por la zona de sus ojos, cayendo desde las mejillas, por mucho que quisiera renegarse no había odio en su lenguaje corporal. Algunas arcadas ya le obstaculizaban la tarea, abriendo bastante la boca para que sus grandes colmillos no fueran partícipes de la acción; mientras chocaba sus labios con la base del miembro púrpura, intercambió el contenido de sus muños de una mano a otra, dejando uno libre para su nuevo ataque, forzando al tentáculo libre a responder como él quería mientras lo acercaba tentador al área y con el puño disponible guiaba su camino por debajo de su "zona de trabajo" actual, le permitió honrosamente ser el responsable de penetrar airadamente la víctima de hoy y de todos los días detrás de éste mismo, estrafalario ya era que tuviera la problemática de lidiar con tentáculos en la cama, pero podía trabajar con eso. Con la mejilla pegada a la extensión y raspándole por el vaivén constante, continuó su labor, tratando febrilmente de competir para quedarse con el trono de ser quién satisfacía al mitad reptil.
Debía admitir por sobre su orgullo que el tentáculo en acción bajo su barbilla le hizo la tarea extremadamente más fácil, residentes de la base del colchón llegaban a sus oídos sonidos más ruidosos y menos claramente molestos con él y su gran manera de entrometerse donde no lo llaman, sin embargo, eso no acabaría ahí, ya que veía sigilosamente como el temblor se hacía presente y sabía que una vez liberada su pareja, le sacarían de una -o varias- patadas de la habitación, o al menos eso prevenía como probabilidad luego de satisfacerlo, esperaba que los tentáculos desaparecieran otorgándole la movilidad que ahora no tenía como para despojarlo de su posición, nunca le había permitido follar bautizado en grasa de máquina, no tampoco lo estaba haciendo ahora.
Una vez el temblor de las piernas morado suave fue percibido, le dieron al mencionado suficientes motivos para enfurecer. Boxy, quien no podía pasar tanto tiempo sin sostener una de sus villanías, apartó su rostro de la escena, liberando el puño que mantenía a las bestias suprimidas y ahora enganchándolas a su rodilla, ya con ambas manos disponibles, las usó para sostener ambas bases y con el pulgar forzar la punta de cada miembro, impidiendo todo aquello que quisiera salir. Disparado como una bala de desprecio, su nombre fue gritado con molestia, acompañado del más nefasto léxico pudiente de resbalar por la lengua reptil que siseaba por ratos por sobre las almohadas, de vez en cuando pausando su habla que no era tan importante como mostrar su desprecio, si esta noche fallecía a manos de semejante hombre, sería con evidentes y respetables motivos.
Besó burlescamente lo sobrante del falo, generando escalofríos, la habitación de sus secuaces estaba lo suficientemente alejada como para no temerle a los gritos insultantes regados por el cuarto matrimonial, apreciaba aquella lentitud con la cual se enrojecía la zona por la presión ejercida y lograba dureza, ni se imaginaba cuanto podría doler estar en semejante prisión, que él mismo estaba manejando con esa malvada característica suya que en el acto se transformaba desde destrucción a juegos de tortura como el que realizaba en el momento; volvió a dar uso de sus incisivos, apoyando molares vorazmente en la piel alrededor del estropicio descargando su dentadura arista por distintas zonas alternadas, algunas mordidas más benevolentes que otras, mientras que singulares se acercaban más al área vulnerable para generar por sobre todo molestia, Entendiendo lo desesperante que llegaría a ser estar privado sexualmente, luego de jugar enérgico durante lentos y tortuosos minutos, le permitió, tal como si tuviera el derecho de a su vez no permitirlo, liberarse dentro de su muesca, llevando ambos falos a ella; la cantidad de esperma era mucho más alta que la capacidad de su boca, con sentido, se trataba de dos miembros, no uno, parte del líquido acuoso se desparramó por las comisuras del receptor, cayendo a sus rodillas y manchando su pantalón en efecto cadena. En consecuencia, los tentáculos tomaron el trabajo como realizado; como una obra de magia moderna o -cosa que sí era- un efecto químico, se esfumaron, reventando tal globos de humo y dejando a su paso una cortina de polvo rosa impidiendo la visión clara para todo inquilino del área, dejando como rastro un olor dulce y cálido, levemente afrodisiaco. Una vez el telón de partículas se desvaneció, el cuerpo del híbrido cayó de golpe al amigable colchón, derrotado, a peso muerto, visíblemente incordiado.
Sin embargo, por mucho que las babosas se hubieran esfumado, el asunto no quedaba ahí, había otro comensal de su cuerpo al cual deleitar y en ese instante le estaba mirando impaciente, listo para actuar.
Boxman, quien ahora se encontraba entre las piernas de su tan amado Profesor, ya estaba frenéticamente luchando con el molesto broche de su pantalón, liberando su estómago del cinturón y despojando a sus piernas del cobijo, la prenda dio lugar sobre la ya tendida en el suelo, perteneciente a su mate. Sí, le habían repetido ya un buen de veces que no juntara la ropa de ambos porque ese aceite de engranaje P.V lo deseaba alejado de su bata de trabajo blancas y ropaje costoso, nada que unas disculpas pueda arreglar luego. Ambas extremidades a sus costados fueron llevadas a los hombros, la diferencia de altura creando complicaciones solo pudiendo ser cubiertas cuando el robotista con sus propias manos alzó las caderas contrarias hasta llegar a su deficiente altura, ¿Hacía falta algo de preparación antes? Para nada, las falanges habían prestado de una excelente labor, los rodeos no hicieron presencia, las embestidas fueron duras y descorteses desde un inicio, por muy deprimente que esto fuera, no provocaba las mismas sensaciones en quien ahora estaba tendido sobre la cama, ambos sabían que este paso era de exclusivo placer para únicamente uno de ellos. Reconociendo que ya no era capaz de usar sus dientes, Boxman, entre oscilaciones, apretaba fieramente los muslos a cada costado propio, pudiente de enterrar posesivamente las garras de su mano ave dentro de la piel, no era la primera laceración en el cuerpo contrario, ni el suyo estaba realmente impecable, en situaciones menos impares era P.V quien usaba contra su rival esa fila demoniaca de colmillos serpenteados dejando marcas similares a las de un vampiro muy dentudo. La cola serpiente que aún revoloteaba por la escena, siendo la única sobreviviente a la evaporación de los tentáculos púrpura, se enrolló en una de las gruesas piernas del dominante, determinado a demarcar propiedad. La ya mencionada falange, igual a la de cualquier serpiente, era suave y cálida, pudiendo sentir todas las irregularidades que creaban sus escamas.
La piel sobre la que se embestía ahora era cubierta en líquidos cálidos provenientes de ambos cuerpos, generando un sonido golpeteado responsable de eco en las paredes de la habitación, el show inicial de esa travesía había sido suficiente para hacer parte del trabajo y que este importante paso del alboroto no ocupara tanto espacio, el líquido seminal no era impedimento de perseguir otro orgasmo, el mismo que recorrió todo el interior del científico y parte de su abdomen ya manchado con anterioridad, naciendo en aquel sitio un batido de líquidos corporales e instrumentos acuosos de trabajo del más bajito, se podría jurar en este mismo instante que el azabache daría todo su arsenal monetario por una ducha, amaba ensuciar sus manos, cometiendo villanías, por supuesto, no siendo usado como recipiente de esperma.
Boxman, en una corta petición, solicitó retirar aquella cola resonante de la escena, cosa que voluntariamente podía devolver a su sitio cotidiano gracias al manejo de sus instintos serpiente, un último sonido del amigable cascabel y el final de su lumbar ahora era común, pudiendo reposar toda la columna sobre las sábanas. Era realmente un gran alivio ser capaz de apoyar su cuerpo en una posición menos vertiginosa que la provocada por el matraz rosa, y aunque ya lo habían sometido dos veces a eyacular, el peliverde, quien ahora descansaba un poco y respiraba ese aire arrebatado por su descarga, no estaba listo para dejarlo ir.
Después de estar bastante tiempo de rodillas, se sentó; apegando fielmente su piel amarillo suave al caos que cubrían los muslos del de tez violeta, creando contacto entre ambos miembros los cuales chocaron entre sí al friccionar, el maquinista tomó la iniciativa ante su derrotado cónyuge, abarcando con una de sus manos a ambos falos y comenzando a masturbarlos con lentitud, lentitud digna de respeto a lo masacrado que veía al ajeno, poca parte de su rímel oscuro se encontraba realmente sobre sus ojos llorosos y aún ligeramente furiosos pero relajados en comparación al odio que le tenía hace unos minutos, su lengua era mordida por colmillos propios y el morado en su rostro tomaba un color más de oscuridad; su otra palma vacía fue a darle soporte a su espalda, creando un bípode entre su columna y su mano apoyada por detrás, frotando gentil para otorgarse el gusto de otra culminación. La reacción del Profesor era resistente a todo lo anterior ocurrido, por muy agotado que debería estar, la ingle hacía compañía a los vaivenes de la masturbación, desde una fuerza honrada, alzando su torso para quedar en la misma posición del creador de robots, cada no tanto, resoplando al aire y apretando los colmillos. Miró hacia adelante, Box, a quién solo le había otorgado contacto visual para reprocharle con la mirada, veía hacia abajo; su extremidad derecha le quitó los ojos del suelo, con rudeza, frunciendo de nueva cuenta el ceño y cerrando la mandíbula para no dejar escapar ningún sonido, por el momento; atacó, con el sentimiento de venganza más evidente y demostrado que podía, los labios no-robóticos del de menor estatura, enterrando en ellos la gran parte de sus colmillos delanteros, desparramando sangre de los mismos en cada beso corto que proporcionaba, antes de darse paso a cavidad, donde se atribuyó el privilegio de comenzar con aquella particular lengua fisurada naturalmente gracias a su desesperada transformación de laboratorio, explorando delincuente la boca a su disposición, si, podía asegurar que se llegaría a sentir inusual un beso así con cualidad tan singular en su boca, pero por el tan cálido recibimiento que proporcionó el dominante, ni hoy, ni otros días, pareció molestar esa formación distintiva.
La tercera intervención llegó a su límite, siendo la decisiva a dejar en su totalidad exhausto a P.V, quién se dejó caer a la almohada de nueva cuenta, siendo perseguido por el siempre reconocible peso de tener a Boxman encima de sus costillas, el cual le sonreía con esa mueca chistosa sacada de vídeo porno malo, tratando de ser coqueto, vaya que debía empezar a practicar al espejo ese tipo de cosas.
El científico bufó, riendo suave pero hiperventilado, apartando con un empujón amistoso al peso que se reunía sobre su ahora frágil pecho, aunque estuviera en la mitad de la cama, la pequeñez del robotista era suficiente para hacerse un espacio apropiado en una de las esquinas desocupadas por el fino cuerpo delgado de su mate.Al menos no dormiría en el mismo tarro de basura donde le pilló antes de empezar a vivir con él, era una consecuencia que podía ocurrir.
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Cinco mil palabras. Dedicado al bicho con esquizofrenia que vive en mi cabeza y me induce a tomar malas, y muy cochinas, decisiones día a día, compartiéndome las ideologías cuestionables que le inculca un gato blanco y gris igual de esquizofrénico, tkm.Está escrito con la tableta más C H A F A del jodido planeta, si encontráis faltas ortográficas, avisad, que esta tecnología del medievo me ha estado incordiando desde que inicié este escrito.
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Voxman- Act. 1 ¡Oneshot!
RandomOneshot Voxman. (Professor Venomous + Boxman) ¡Cuidado! Este escrito es explícito. Disfruta, alma cochina. ♡