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Sunoo y tú llevaban más de cuatro meses saliendo pero todavía no había llegado el momento de presentar a tu novio, o eso pensabas.
Un día como cualquiera en tu casa tu maravilloso novio Sunoo quiso hacerte una sorpresa y decidió ir a tu casa, para su sorpresa todos estaban en tu casa menos tú.
Sunoo con un ramo de flores en la mano derecha tocó en la puerta con la izquierda, esperó menos de dos minutos para que después abriera una mujer de unos cuarenta y pico de años.
–Hola, ¿te puedo ayudar cariño?–dijo tu madre mirando a Sunoo expectante.
–Hola, emm buscaba a ____, ¿está por aquí?–respondió lo más tranquilo posible.
–____ es mi hija, claro pasa, aunque ella ahora no está en casa, pero volverá pronto–mirando a las flores que llevaba Sunoo.
Sunoo entró y tu madre cerró la puerta detrás de él, llegaron al salón, tu madre le ofreció ponerle las flores en agua para que estas no se marchitaran.
Fue un momento muy incómodo pero también muy cómico por su parte: Tu madre sentada enfrente de Sunoo, tu hermana pequeña al lado suya y tu padre apoyado en el marco de la puerta mirando fijamente a Sunoo.
–Así que eres el novio de mi hermana–dijo tu hermana pequeña mirando a tu novio.
–____ no nos había dicho nada todavía–intervino tu padre en la conversación.
–Bueno la verdad es que queríamos dejar un margen de tiempo para conocer a la familia, ella tampoco ha conocido a la mía–respondió Sunoo.
–Bueno ahora tu ya conoces a la suya, no te preocupes somos muy amables–concluyó tu madre.
Cuando empezaron a hablar de cosas triviales la puerta de la entrada se abrió, entraste a tu casa con una bolsa con los recados que te había mandado tu madre.
Cuando entraste en el salón y viste tal imagen tu cara se puso blanca.
