Cambiando de parecer repentinamente, su majestad se levantó de su trono y emprendió camino por los intrincados pasillos de su palacio subterráneo, con dirección a la enfermería, dispuesto a entrevistarse con la niña, hija de su general, ansioso por recabar información que lo mantenga un paso por delante de la "intrusa".
Apresurado y algo fastidiado, dobló en una de las esquinas de un pasillo pobremente iluminado - ¡Su majestad! - dijo de pronto Sénthalion, evitando así un choque frontal con su superior - Justo iba a reunirme con usted, Nim estuvo platicándome un relato algo fantasioso a cerca de la mujer que, según mi hija, la salvó.Pestañeando pesadamente, el rey lo miró, erguido como un majestuoso árbol - Sénthalion - le dijo, tocandose levemente el puente de la nariz - quiero obtener información de primera mano. Si gustas acompáñame, ahora mismo necesito conversar con tu hija. - El general lo observaba con algo de extrañeza en su rostro - Antes de... escuchar las mentiras o verdades de una intrusa, debo oír el relato de uno de los míos, y qué mejor que de quien fue víctima de un ataque en mi propio reino. - Suspiró - No sería propio de un rey el no prestar atención a su pueblo. - Sénthalion, parado en medio del pasillo, asintió y procedió a seguir al rey, caminando sobre sus pasos andados solo hace instantes.
Una vez en la entrada de la enfermería, el general Sénthalion abrió las puertas y ambos ingresaron.
- ¡PADRE! - Nim gritó emocionada, pues no alcanzó a ver al rey ingresar en la enfermería. Corriendo a los brazos de su padre, la niña reía - ¡Volviste! ¿Qué pas.. - su alegría frenó de golpe en cuanto vio al rey de pie al lado de su padre - Majestad - dijo, haciendo una reverencia, tocando su bata médica con una de sus manos; retrocediendo nuevamente hacia su cama y sentándose en ella.
- Majestad - dijo Pernulie, igualmente haciendo una reverencia protocolaria.
- Buenos días, damas - dijo el rey - Pernulie, por favor déjenos a solas.
Se escuchó el sonido del pestillo tras cerrar la puerta, entonces los tres quedaron solos en la enfermería. Aún sumidos en un tenso silencio, el rey avanzó hacia la silla al lado de la cama de Nim, descansando ahí, posó su mirada en los ojos de la niña - Bien, Nim. Quiero que mi relates qué fue lo que aconteció el día que aquella mujer intentó secuestrarte.
- Disculpe majestad - dijo Nim, alternando una mirada nerviosa entre su padre y el rey - p..pero Hlíf no intentó secuestrarme - el rey incrédulo, abrió más los ojos - ella...ella es mi amiga...y...y...
- Nim - dijo su padre, en tono serio - le ruego la disculpe majestad, mi hija aun sigue confundida y...- levantando una mano frente ellos, el rey lo detuvo de inmediato.
- Te pido, Sénthalion, que no interfieras. Y - girándose hacia la niña - Nim, escucharé atentamente todo lo que me digas. Solo juzgaré tu...emmm...relato, cuando termines de decirme todo acerca de esta situación, empezando con el por qué dices que esa mujer es tu amiga, y si es así, te pido me precises cómo es que se conocieron y qué hizo para que puedas decir que es tu amiga. - su parsimoniosa voz se escuchaba por toda la enfermería, fuerte y clara, elegante y serena - Puedes continuar.
Torciendo las manos con nerviosismo y mirando de rato en rato a su padre, Nim procedió a relatar cómo conoció a Hlíf - Disculpe majestad - dijo, mirando al suelo - no es novedad para nadie que ya no soy del agrado de mis demás compañeros de estudio - dijo tímida - Si no paso tiempo en la biblioteca, luego de mis estudios, no voy con ellos a jugar, como solía hacer. En...entonces, me escabullo al claro de su majestad - sus ojos tristes, iban de su padre al rey, con la vergüenza contenida en sus pequeños orbes. Mientras la expresión de su padre se hacía más triste - ahí hay mucha paz, el prado y el lago son muy hermosos, le pido me disculpe por invadir su espacio...
- No hay problema, Nim. De todas formas, ya no suelo ir allí - dijo él rey, con el semblante sombrío - solo recuerda avisarle a tu padre cada vez que hagas uno de tus paseos en el claro - una leve sonrisa amable, se hacía presente en su usualmente inexpresivo rostro.
- Gracias...yo...yo le decía que iba al claro, desde hace un tiempo ya, tres años. Fue ahí donde conocí a Hlif - dijo la niña, contenta y con los ojitos brillando de alegría; mientras, ambos adultos se miraban con las cejas fruncidas y el semblante algo pálido - Ella siempre aparecía en las tardes...Un día que yo paseaba entre la arboleda, escuché que alguien hablaba en un lenguaje que nunca antes he oído. Entonces me acerqué, como dijo mi padre, sigilosa - susurró, intentando darle dramatismo a su historia - allí estaba ella, en el prado. Era Hlíf. Parece que la asusté, porque levantó sus manos en señal de paz, ella me hablaba, pero yo no le entendía nada. - dijo - Hubieron varios días en los que no pude ir al prado porque acompañé a padre en una de sus visitas a la frontera norte. Pero cuando regresé, esa misma tarde fui a visitar el prado, tenía muchas ganas de saber si era verdad que había alguien allí o si solamente me lo inventé. - suspiró con algo de tristeza - Ja, Pernulie dice que tengo una mente muy fantasiosa como... como aquella vez que...
- Nim, cariño - dijo su padre, posando una mano en la cabeza de su adorada hija - concéntrate, no divagues.
- Cierto - dijo ella, sonriendo y retomando su relato - entonces allí estaba ella. Al principio me causó intriga no poder entenderla, pero no me daba miedo. A diferencia de los de mi edad, ella era amable, su rostro me lo decía.
- Sabes Nim, las artimañas de los humanos y de muchos seres les permiten actuar muy distintos a como son realmente, muchos pueden fingir muy bien. - dijo el rey, con un rostro mortalmente aburrido y un tono de voz sombrío y conocedor de aquellas artimañas de las cuales hablaba.
- ¡NO! Hlíf es mi amiga, ella no me mentiría - molesta, se cruzó de brazos y giró su rostro mirando hacia el costado de su cama.
- Está bien Nim, continúa, solo queremos entenderte - dijo su padre, intentando calmar a la pequeña, hablándole con una dulce voz.
- Bueno... yo solo digo la verdad. Y sabes padre, que no me equivoco. Ustedes... - los señaló a ambos - cuántas veces les he mencionado un montón de "patrañas" que terminaron siendo ciertas, solo me desacreditan por ser menor. Igual seguiré con mi relato, aunque son unos groseros. - aún molesta, con los brazos cruzados y con una mirada acusatoria, se acomodó en su cama y prosiguió - Dije que su rostro me lo decía porque su mirada era amable; a veces cuando las cosas salían muy bien, tenía un brillo especial en sus ojos. - movió su cabeza hacia la izquierda - Otras veces sin embargo, tenía la mirada tan triste - movió la cabeza hacia la derecha - como si hubiera perdido algo que ya no podría recuperar jamás. En repetidas ocasiones, la vi llorar desconsoladamente, echada sobre el pasto del prado. La vi practicar, también la vi reír mucho y muy fuerte. Jugaba conmigo y creo que me contaba historias, aunque no entendía su lenguaje. - sus ojos brillaban emocionados.
- A qué te refieres con "cuando las cosas salían bien" - intervino su padre, haciendo comillas con los dedos.
- ¿Mmm? - la niña estiró los brazos y movió los dedos de sus manos uno tras otro, rápidamente - Pues a cuando entrenaba y podía hacer chispas - sonrió.
- ¿Chispas? - preguntó el rey, llevándose una mano al mentón.
- Ella tiene magia - susurró, mirando fijamente al rey - No se lo diga a nadie más, su majestad, porque considero que si alguien a parte de nosotros lo sabe, querrán quitársela y... ella ya ha sufrido mucho... - dijo aún susurrando.
- ¿Magia? - el rey la observaba, analizando sus palabras - Eso es imposible - cruzó una mirada con el general - Sénthalion, no han habido nacimientos de nuevos hechiceros dentro nuestra raza. Los últimos hechiceros dieron su vida creando la poderosa barrera mágica que nos "protege" de los intrusos - de repente se puso de pie - ¿Cómo es que ella ingresó en nuestras tierras? - caminando de un lado a otro, analizando la situación y severamente molesto, el rey miraba a Nim - Dime Nim, ¿Quién la invitó?
- Yo...yo no sé su majestad, pero sí sé que ella tiene magia, sus padres tienen magia y....uy...- se llevó ambas manos a la boca, asustada, como si hubiera dicho algo que no debiera.
- Habla Nim. - dijo su padre - ¿Qué es lo que no quieres decir?
- ¿Ella es de los nuestros? O es que acaso es una humana o una de las tan mencionadas "cruza de especies" - el rey de pie, confrontaba a la niña - Dime Nim, quién es esa mujer a la que llamas "amiga" - estaba visiblemente molesto, pues la barrera no había impedido que ella ingresara y, así como lo hizo Hlíf, muchos otros podrían infiltrarse en sus tierras y terminar de una vez lo que siglos atrás los humanos empezaron.
- Yo...yo no lo puedo decir, po...porque no lo comprendo - Nim agachó la cabeza y elevando los hombros empezó a llorar - ella pudo comprender lo que era la liebre - aún más raro se hizo el relato - Hlíf desapareció por tres años, no pude encontrarla nuevamente en el claro. Yo siempre le llevaba comida, ella me enseñó cómo defenderme - miró a su padre - para que los chicos de mi clase no me vuelvan a molestar. Y...y entonces, hace dos semanas esos hombres me...me capturaron cuando yo salí a recoger unas flores que no habían aquí en el bosque.
- ¡¿QUÉ?! - dijo su padre, molesto por la negligencia de su hija - ¡TE ATREVISTE A ABANDONAR LA BARRERA!
- Papá, escúchame - la niña suplicaba, con los ojos empañados por las lágrimas y aún tomando la mano de su padre.
- Esto es imperdonable - dijo el rey, llevándose una mano a la frente y apretando la otra en un puño - Nim, es imposible que esa intrusa sea tu amiga. Es obvio que te ha estado manipulando - de pie y con el rostro contorsionado por la ira, reprendía a la niña - No necesito escuchar más... Está claro que tu mente está confundida, obviamente manipulada al antojo de esa mujer.
- Majestad... - Nim lloraba mientras volteaba a ver al rey - sé que mi falta ha sido mucha...
- ¡¿En qué demonios estabas pensando niña?! - dijo su padre, tomándola por los hombros y zarandeándola.
- ¡Entiendan que me salvó! - un llanto fuerte salió de su garganta - ¡Yo no la traje aquí, ella estaba en el bosque cuando los hombres me perseguían! - ambos hombres la escuchaban consternados - Yo corrí con todas mis fuerzas hacia la entrada del bosque pero ellos me alcanzaron con una de sus armas. Aquí - se descubrió el cuello, mostrando un feo moretón, la piel estaba chamuscada y algo cubierta por costras secas. Sénthalion cambió de semblante, ahora visiblemente triste y preocupado por su hija, intentó acercarse a ella nuevamente, pero la niña retrocedió y volvió a sentarse en la cama. Mientras el rey, inexpresivo, solo observaba - no hace falta que me mires como si me fuera a romper, padre - lo miró con algo de dolor en los ojos - Usaron un arma de toques eléctricos - dijo, aún sobando su cuello - las descargas que emite, son muchísimo más fuertes que las armas que usaban hace años, de cuando nuestros soldados lograron capturar a otro escuadrón y le quitaron sus armas. Hace casi diez años. - miró a ambos y volvió a agachar la cabeza - Pernulie tiene razón, soy muy traviesa y creo que vivo en otro mundo. - Mirando a su padre prosiguió su relato - En aquella ocasión me escabullí en el calabozo y tomé una de las armas que allí estaban - su padre la miraba molesto, respirando pesadamente - Ahora soy la única que lo ha sentido en carne propia pero... esa vez, accidentalmente apreté el gatillo y me di una descarga en la mano - entrecerrados los ojos, su padre se sentó a su lado - la descarga eléctrica era suave, no me dolió - sonrió - lo prometo. Solo hizo cosquillas. Pero la de hace unas semanas - miró al techo - no tiene comparación. No podía ni levantarme del suelo, me hizo querer morir de dolor - dijo, volteando a ver al rey - fue entonces cuando escuché que alguien corría, pude ver que una mujer salía por la entrada del bosque y luego se enfrentaba al primer grupo de hombres que me atacó. - Continuó llorando, agarrada fuertemente del cubrecamas - Era Hlíf.
- ¿Cómo es posible que haya estado en el bosque? - cuestionó el rey.
- Ya le dije, su majestad, que no lo sé - mencionó la pequeña, apretando los dientes, molesta - Hlíf acabó con ellos. Y he de agregar que - miró fijamente al rey - un segundo escuadrón apareció para llevarme y ella los acabó también. Si no me cree aún, acomódese bien porque Hlíf es mi salvadora - levantó el mentón.
- Nim... - la codeó su padre - Disculpe a mi hija, majestad. - El rey seguía sumido en un completo mutismo.
- No dije nada que no fuera cierto - volteó la cara hacia otro lado, haciendo un berrinche - y por cierto, los del mundo exterior - dijo señalando hacia afuera de la puerta - tienen armas que pueden herirnos gravemente.
- ¿Cómo sabes eso? ¿Acaso tu amiga te lo dijo? - intervino el rey, con un notable sarcasmo.
- No majestad, lo escuché. Las armas convencionales no herían a Hlíf, supongo que su piel es igual de dura como la nuestra - dijo Nim, tocando su propia mano - entonces uno de ellos, pidió usar otras armas, mencionó algo como que era una de nosotros. Esas armas y la que usaron en mí, nos pueden herir...
- ¿Entonces lo es? - dijo su padre - ¿Es una...
- No - cortó Nim - ella no es de nuestra raza. No lo comprendo bien, es algo similar a nosotros, pero no es de nuestra raza.
- Bien, Nim. Supondré que tu relato fantasioso es cierto y que, esa mujer, es un ser noble que ha obrado de todo corazón salvando a una niña indefensa - el rey andaba por toda la estancia de la enfermería, con los brazos cruzados en la espalda y pasos lentos pero firmes - ¿Habla alguna lengua que podamos entender? - extendió una mano hacia Sénthalion - Porque si no es así, ¿cómo podremos comunicarnos? - Nim se puso de pie de un salto, y se acercó hasta donde estaba el rey. Extendiendo su brazo izquierdo, abrió la palma de su mano, hundiendo en el aire, su dedo pulgar y el meñique. Delante del rey, hizo una reverencia y se volvió a ver a su padre.
- No se los diré jamás. Dejaré que lo averigüen ustedes, ya que creen que solo estoy fantaseando, además ella es mi amiga, mi salvadora, y no la pienso traicionar. Ya he dicho suficiente. Si me disculpan, majestad, padre, aún estoy convaleciente y debo descansar. Pido que me dejen sola. - dijo la niña y volvió a meterse en su cama, esta vez cubriéndose bien con las sábanas.
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Caricia en el Alma
FantasySe dice que las almas gemelas viajan a través del tiempo para volverse a encontrar. El llamado que se hace a través del universo, es una caricia en el alma. Un anhelo profundo de volverse a encontrar, un motivo para emprender el camino a unirse. Tra...