Es culpa del trabajo.

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Me llamo simplemente Carlos, y en la primaria pesaba unos 78 kilogramos, algo pesado para un niño de esa edad.
Siempre he sido demasiado social y amigable, me mantenía en fiestas al entrar a secundaria y preparatoria, aunque realmente nadie me agradará totalmente.
En secundaria pesaba mis 130 kilogramos, pues es que siempre he amado comer. En preparatoria empezó mi interés real por conseguir novia, pero realmente era obeso, asi que me decidí por bajar de peso, llegando a los 75 kilos de casi puro músculo. Me he mantenido así.

Cuando entre a estudiar mi ingeniería no puedo negar que me resulto difícil mantener la dieta, y a pesar de que mi cuerpo esta bien formado de los brazos y piernas, en mi aún formado pecho, hay grasa, y una pancita en mi abdomen.

Pero no puedo ocultar lo bien que me sentía siendo un enorme obeso, sin poder respirar bien.

~

Hoy es mi primer día en mi trabajo, una simple oficina más. Noté que una chica guapa me estaba viendo desde que llegue, delgada, con pelo obscuro y piel blanca.

Amanda.

~

Un compañero llamado Braulio, algo chistoso junto con otros compañeros me ofrecieron ir a la cafetería, vaya que todo es delicioso.

Braulio: Y que te parece la comida Carlos?

Carlos: Nunca había creído que fuera tan buena.

El menú de ese día era carne, puré y spaghetti.
Decidido pregunté:

Carlos: De hecho, se podría doble porción?

Todos amablemente me dijeron que sí. Cuando llegue con mi otra porción, Amanda, la chica que me veía directamente de ves en cuando llego a la mesa, estuvo un rato y cuando ibamos a volver a nuestros puestos, en secreto me dió un panquesito de bienvenida.

~

Pasaban los días así, disfrutaba tanto de todo. Amanda se volvió más cercana a mí.
Pero comencé a agarrar confianza en la hora de la cafetería, repitiendo y triplicando la porción que me tocaba, sumando que el trabajo era cada ves más y más, me gustaba, pero el estrés no tanto.

No había una gran diferencia en mi cuerpo, solo inflamación en mi abdomen por comer. Tmb cada fin ibamos a tomar unas cervezas mis compañeros y yo.

En una de esas veces ellos vinieron a mi casa, todos la estabamos pasando bien.
Braulio ya sospechaba que yo le gustaba a Amanda, así que nos dejaron solos un rato, con el pretexto de que todos fueron a comprar más hielo y algo de cenar.

Carlos: Hey, ¿A donde fueron todos?

Amanda: Por algo de cenar.

Carlos: Vaya yo ya tengo algo de hambre la verdad.

Ví como Amanda se mordió el labio.

Amanda: Sabes, traigo una tarta para compartir, la hice yo, ¿Gustas?

Carlos: Claro que sí, jaja adelante. Me chivea tanta amabilidad.

Trajo una deliciosa tarta de frambuesa con crema encima.
Me servía una gran rebanada, y ella tmb la suya.
En lo que conversabamos de su trabajo y el mío en la empresa, ella me sirvió la 2nda, grande rebanada, yo me la acabe, me comenzaba a llenar, cuando le pedí la tercera tenia vergüenza y le dije:

Carlos: Wow !es que esta delicioso jaja¡

Amanda: Es un honor <3

Esta chica enserio comenzaba a enamorarme, me ponía nervioso y ella lo notaba. Terminando la tercera aunque me cupieran más, la verdad es que preferí esperar al resto por qué aún iban a traer más cosas de comer.

Carlos: Cielos, es delicioso.

Amanda posicionó su mano en mi pierna, y tranquilamente me dijo:

Amanda: Vamos, come otra.

Carlos: No, no, de verdad ya no pued-

De pronto ella me dió la rebanada completa en la boca. En ese momento sentí mi camisa apretarse aún más. Amanda me trajo un vaso de leche, y observandome comer, se veía su cara llena de placer. Yo estaba confundido pero extasiado.

Carlos: Muchísimas gracias Amanda.

Decía yo mientras estaba sonrojado, bebiendo el sorbo de leche, tratando de simular el erupto que este me provocó.

Amanda: No hay de que.

Se que en su menta le hubiera encantado que me acabará la tarta completa.
Y en la mía también.

Me sentía llenisimo, y sentía que si me movía iba a romper mi camisa, tenía gases y quería desabrocharme el cinturón.

Amanda aunque sabía perfectamente que me pasaba me preguntó que si estaba bien, yo sudando de la frente y disimulando la respiración dije que sí.

Llegaron Braulio y nuestros compañeros con pizza y papás.

TODOS me insistieron en comer, de verdad que yo no podía pero tampoco quería decir que básicamente yo me acabe la torta solo. Así que me esperé unos 10 minutos para que se bajará lo lleno que estaba, y tome una rebanada.

Anna (una compañera del trabajo): Ay, solamente una? Si siempre has sido de buen diente!

Me terminaron haciéndome comer 3.

Me tumbe en la cama al final, eruptando y soltando todo, me hubeira dado pena que alguien más me viera en esa condición, estaba soltando muchisimos gases, mi panza inflamada, y por alguna razón, excitado por todo esto.

No estoy gordo, solo es el trabajo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora