Y tal como dijo el chico lindo, a las 6:26 a.m estaba tocando el timbre de casa.
Yo aun no estaba listo, pero igual abrí la puerta.
–Buenos días. –dijo sonriendo de oreja a oreja, se veía radiante. Llevaba una camisa sin mangas, que dejaba al descubierto sus músculos, y su cabello se rizaba un poco.
–Hola –no podía quitar los ojos de encima de él, era irresistible verlo, me daba pena. –Pasa, todavía no estoy listo –dije abriendo más la puerta para que entrara.
–Oh, si gustas te espero aquí afuera. –por muy grandote que se viera, y tuviera mucho musculo, él era muy tierno.
–No te preocupes, no hay nadie en casa –y era verdad, mamá sólo venía cada cinco o seis días, si es que no había encontrado ya a otro hombre y se había ido con él, que ahí tardaba semanas en volver.
–No quiero molestar, para serte sincero. –su voz era bastante calida, como si alguien te abrzara el alma.
–Pasa o te jalo para que entres. –mi paciencia estaba por agotarse. Sonrió y entró.
Sus ojos fueron desde la pequeña cocina que tenía llena de trastes sucios hasta los sofas sucios, su mirada parecía ir de aquí para allá, pero no había pizca de asco como otra gente hacía.
–¿Vives tu solo? –dijo mientras más avanzábamos para que entrara a mi cuarto.
–En teoría vivo con mi mamá. Mi papá y hermana fallecieron hace algunos unos años –dije con la garganta seca, ¿así de rápido le conté?
–Lo siento por eso. –entramos a mi habitación y le hice un ademan para que se sentara en mi habitación, mínimo ahí era el único lugar que mantenía limpio.
–No te preocupes, yo tenía como unos cinco años, así que ya casi no me acuerdo de ellos. –tomé mi ropa.
–¿Y tu mamá? –él hacía muchas preguntas, y sabía que yo fruncí el ceño, porque vi su intención de pedir disculpas.
–Ella trabaja en un prostíbulo. –sus cejas se alzaron. Era casi imposible no poder decirle la verdad a este chico tan lindo. –Casi no la veo; es alcohólica, y se la pasa en casa de hombres.
–No tenemos que hablar de algo que te moleste. –dijo, y entonces reí.
–Mira, me voy a bañar, si vamos en carro tardamos unos diez minutos, así que no te preocupes, yo te ayudaré a llegar a tus clases –dije yendo al pequeño baño que estaba en mi habitación.
–No me preocupa llegar tarde, puedo decir que nos perdimos. –sonrió. No podía ser una mala influencia para él.
Saqué una silla plegable y la puse a lado de la puerta: si quieres hablar, siéntate ahí y te podré escuchar. –tomé mi toalla. –No intentes nada malo, sé pelear. –sin dejar que él dijera algo me metí y cerré la puerta.
Ahora que lo pensaba, todavía no le decía mi nombre, aunque dijo que el director le dijo, así que supongo ya lo sabía, pero yo no sabía el de él. Apresuré a bañarme, no quería que él se sintiera incomodo.
Y escuché como tocaban la puerta.
–Ya casi salgo –dije cerrando la llave para ponerme la ropa.
–Oh, no era eso. –dijo la voz tras la puerta. –Es que creo que alguien llegó.
¡Ay, no! Me apresuré a ponerme el boxer y el pantalón, y salí sin camisa.
Abrí mi puerta, y ahí estaba, el imbécil de Chris.
–Hola, muñeco. –dijo sonriendo.
–¿Qué haces aquí? –sentí como el musculoso se ponía tras de mí.
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Ikigai; ChangLix
Fanfiction生き甲斐; tener una razón por la que vivir, aquello que es tu motivación. -Gracias por llegar a salvarme. -dije contra su pecho, y sentí su cálido aliento aproximándose.