Cuando Jihyo se fue a la universidad todos en Boseong pensaron que la vida volvería a ser igual de monótona que antes; Sana se transformó de nuevo en Doña Perfecta y ya nadie conseguía alterarla. Todo el año transcurría pacíficamente hasta que llegaban las vacaciones, porque, cuando Jihyo retornaba a casa, la guerra entre las dos continuaba como si el tiempo no hubiera pasado.
La larga tregua que dictaba la distancia se acababa en cuanto volvían a verse de nuevo, y mientras Jihyo saludaba a su vecina con un «hola larguirucha, ¿te han crecido ya los melones?», ella respondía «idiota descerebrada» mientras le arrojaba un zapato a la cabeza.
En ese preciso momento era cuando los habitantes del pueblo volvían a apostar sobre si Sana osaría tener pareja cuando Jihyo regresara, pareja que desaparecería extrañamente, o sobre si a Jihyo se le ocurriría traer a una chica con ella cuando regresaba al pueblo, chica que la abandonaba en pocos días.
Así, las apuestas de vacaciones pasaron a tratar sobre cuánto tiempo tardarían en espantar a la pareja de la otra y cuál sería la primera en conseguirlo.
El primer año ganó Jihyo tras aterrorizar al admirador de Sana haciéndole creer que ella era realmente una loca homicida que ya se había deshecho de varios de sus anteriores novios. El hacha y la sangre de pega fueron motivos muy convincentes para que el joven saliera corriendo de la vida de Sana sin volver la vista atrás.
El segundo año fue sin duda el mejor, pues todos celebraron que Sana venciera.
Cuando Jihyo tenía veinte años y Sana apenas había cumplido los dieciocho, en las vacaciones de verano una joven acompañó a la Salvaje a Boseong. El odio fue mutuo: en cuanto Sejeong pisó el pueblo, lo odió con toda su alma, y en cuanto los lugareños la conocieron a ella, la detestaron profundamente.
Se trataba de una joven mimada y egoísta que se quejaba por todo, que no pedía, sino que exigía, y que pretendía que todos estuvieran pendientes de ella. Sólo duró en el pueblo seis horas, y eso porque Doña Perfecta estaba fuera haciendo unos recados para la obra de teatro del festival de verano.
Cuando Sana aparcó su destartalado coche de tercera mano junto al bar de Tía Jessi, apenas prestó atención a la muchacha vestida con pésimo gusto y escasa indumentaria, a la que todos miraban con odio que se hallaba en esos instantes hablando por su móvil de última generación con una amiga.
Pero cuando pasó por su lado y la oyó nombrar a Jihyo, puso sus cinco sentidos en espiar la conversación que mantenía mientras andaba muy lentamente hacia la entrada del bar.
—Sí, amiga, Park Jihyo tiene una carrera prometedora como jugadora. Si la engancho ahora, no tendré que competir con las demás busconas... —Tras una pausa continuó—: Ojalá tuviera un pene para decirle que estoy embarazada —dijo con una risa exageradamente aguda y ridícula.
Sana había escuchado lo suficiente como para saber que en menos de una hora esa interesada saldría corriendo del pueblo, o incluso menos, si se daba prisa. Cuando Sana hubo repartido los folletos para la función de teatro de ese año por todo el pueblo, buscó a Félix, un precioso niño de cuatro años que actuaría ese verano por primera vez.
Mientras lo llevaba a tomar un helado con el permiso de su madre, quien se encontraba en esos momentos en el bar de Tía Jessi mirando algo de una pizarra, le comentaba al pequeño lo importante que era su papel en la obra.
—Verás Félix, tú serás el hijo, por lo que vamos a ensayar y si lo haces bien te compro un helado de tres bolas.
—¡Wow, tres bolas! —exclamó emocionado el crío—, mamá sólo me deja comer dos. ¡Qué increíble!
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not my prince charming || sahyo [+18]
Fanfiction𝐒𝐀𝐇𝐘𝐎 || 사효 ❝ Minatozaki Sana y Park Jihyo se declararon la guerra desde pequeñas. En cuanto se conocieron se convirtieron en acérrimas enemigas, pues ella es «Doña Perfecta» y ella una niña un tanto salvaje. Pero ¿qué ocurre cuando las niñas c...