Capítulo 4.

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—¿Entonces no sientes frío cuando el invierno llega?

Hyunjin y Jeongin estaban hablando como todos los días. El tritón se encontraba jugando con un pato de hule que Hyunjin le había regalado mientras le prestaba atención al azabache arrodillado frente a él.

—No, nunca he sentido frío, creo que es otra de las cosas que no puedo sentir.

Hyunjin tenía curiosidad de cómo Jeongin soportaba el aire frío y más estando este en el agua y descubrió que dichos seres no eran iguales a los humanos.

Ambos preguntaban cosas sobre la vida del otro, no sabían por qué tenían la necesidad de saber todo del contrario.

Justo en ese momento el teléfono del menor sonó indicando que alguien le envió un nuevo mensaje.

—¿Qué es eso?

—Es mi teléfono, hyung ¿Nunca haz visto uno?—Jeongin negó.

Hyunjin sacó su teléfono del bolsillo de su abrigo y lo desbloqueó ignorando el mensaje de uno de sus amigos preguntando por su paradero.

—Esto es un teléfono, tengo muchas aplicaciones, no se cual podría mostrarte primero.

Jeongin miraba curioso la pantalla que estaba frente a sus ojos hasta que vio algo que le llamó la atención.

—Ga-Gal... ¿Galería?—Si, Jeongin sabía leer un poco debido a los periódicos y pósteres que a veces el viento llevaba hacia su cueva, con ayuda de las imágenes que algunas veces contenían dichos papeles informativos, lograba descifrar el significado de algunas palabras y el sonido de las letras.

—Oh, ahí tengo mis fotografías aunque no tengo muchas, solo una que otra selfie y fotografías de paisajes.

Jeongin lo escuchaba atento, nunca había visto un aparato tan increíble como ese. Hyunjin accedió a la aplicación de cámara para luego apuntar hacia el rostro de Jeongin quien ya había dejado al patito chillón y se había acercado hasta la orilla de piedra para escuchar mejor cada palabra del azabache.

—Sonrie, hyung—el tritón sonrió algo confundido. Una pequeña luz salió de alado de la cámara del teléfono del menor.

Hwang sonrió ante la imagen que su teléfono había capturado, con esa foto podía apreciar el rostro del mayor en el momento que él quisiera.

—Mira—Hyunjin volteó la pantalla de su teléfono para que el ojiazul pudiera ver la fotografía que el azabache le había tomado.

—¡Oh! ¡Soy yo Hyunjinie! ¡Soy yo!

El ojinegro sonrió ante la reacción del pelirosa, éste estaba apuntando a su propia foto mientras la aleta de su cola se movía de adelante para atrás bajo el agua con velocidad indicando su emoción.

—Si, hyung. Eres tu, puedo tomarte otra si quie...—las palabras de Hyunjin se vieron interrumpidas debido al sonido de una llamada entrante. Regresó la pantalla de su teléfono hacia el y leyó el nombre de quien lo llamaba, Minho.

—Discúlpame un momento—Hyunjin se puso de pie y se alejó de su mayor para contestarle a su amigo. Jeongin no sabía por qué, pero cuando vio a su menor salir de la cueva sintió una opresión en su pecho la cual desapareció cuando lo vio entrar de vuelta unos minutos después.

Hyunjin se acercó a Jeongin y se arrodilló delante de este—Lo siento, hyung. Mis amigos me están buscando, tengo que irme.

—¿No puedes quedarte un poco más?

—No, lo sien... no me hagas pucheros, por favor.

Jeongin hizo un puchero algo exagerando creyendo que así podría convencer a Hyunjin de quedarse un poco más.

—Pero quiero que te quedes un ratito más.

El ojiazul bajó la mirada a sus manos entrelazadas sobre la superficie de piedra cuando visualizó una mano un poco más grande sobre las suyas.

—No puedo quedarme pero prometo regresar mañana ¿te parece?—Hyunjin tomó con cuidado una de las manos del tritón y acarició sus nudillos con su pulgar.

El de hebras negras se tomó su tiempo para apreciar las pequeñas manos del mayor, era tierna la diferencia de tamaños entre una y otra.

Él pelirosa levantó la mirada y los ojos del menor cayeron directo a esos dos preciosos orbes azules que poseía Jeongin en su rostro, se decían todo y a la vez nada con una simple mirada, ambos no podían comprender el por qué de su cercanía en tan sólo dos semanas, las cuales, habían sido las mejores dos semanas de sus vida.

—Está bien—la mirada del pelirosa dejó de prestarle atención a los orbes negros de Hyunjin y posó su campo visual en su mano siendo sostenida por la del más alto y un tierno color rosa apareció en sus mejillas.

—Nos vemos mañana, Jeongin hyung—el ojinegro deshizo el agarre de manos de ambos jóvenes y se levantó de donde estaba arrodillado.

—Nos vemos, Hyunjinie—Jeongin nadó hacia el centro de la laguna mientras que Hyunjin se dirigía a la salida de la cueva.

Cuando Jeongin dejó de visualizar la silueta del azabache pronunció un bajo:—te quiero—y se sumergió en las aguas de su laguna.

Merman | HyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora