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-¿Mamá?-Preguntó el pequeño a su madre.

-Dime, amor.

-¿Crees que la naturaleza me escogió?

-No lo podemos saber aún, pero mañana probaremos tu poder para ver si has sido escogido.

El niño asintió entusiasmado. Al día siguiente cumpliría sus cinco años, y no podía reprimir las ansias de averiguar si la Naturaleza quiso darle un poder divino. Todos los habitantes de los Clanes eran Elementales puros o mixtos, pero siempre tenían poder. Pero cada generación la Naturaleza daba más poder y más fuerza de ataque a cuatro humanos de cada Clan. Muchas veces ocurría que no se elegían a esas cuatro personas, o no se elegía a nadie, por lo tanto siempre esperaban con ansias al cumpleaños del sucesor del líder para comprobar que tenían ese poder divino que los convertía en semidioses.
Cada año se hacía una ceremonia en la que se encendía una hoguera con fuego blanco, y si al ponerte delante y usar tu poder se tornaba rojo, los Dioses del Oasis the habían elegido para convertirte en un semidiós.

-¿Mamá?

-¿Sí?

-¿Vamos a salir algún día del Clan?

-No podemos. Además, estás emparejado con Ojiro, ¿No te hace ilusión?

-No, mamá. Ojiro es mi amigo pero no quiero que me obliguen a casarme con él. Pero ¿Por qué no podemos salir?

-Porque podemos herir a mucha gente, mi amor. Tienes que retener tu poder, como te hemos enseñado, incluso más si la Naturaleza te escogió. No espero que lo entiendas aún, pero debes contener tu energía para que nuestro pueblo prospere.

-Sí, mamá.

Izuku alzó la mano hasta ponerla delante de su cara y movió los dedos. Con ese movimiento el aire que los rodeaba se movió y con un giro de muñeca el peliverde mandó el aire directo a Inko, que lo recibió gustosa. Le hacía cosquillas. Esos pequeños momentos que los dos compartían usando su habilidad para jugar un poco o simplemente hablando de cosas triviales Inko los atesoraba y los mantenía en la caja de recuerdos de su memoria. Sabía que su hijo crecería, y con ello dejaría de querer pasar tiempo con ella.




Izuku terminaba de preparar el atuendo que  iba a utilizar para la ceremonia. Estaba muy nervioso. Su madre le había dejado un tocado para el pelo en forma de hoja que los Omegas de la familia. Lo cogió y se lo colocó en sus rizos verdes. El gris le quedaba bien.

-¿Listo?-Su madre lo observaba desde el marco de la puerta.

-Casi.-Dijo atusandose el pelo.

Cuando Izuku terminó Inko le tendió el brazo y juntos bajaron al salón del palacio. Habían retirado la mesa y colocado el fuego blanco en el centro. Cuando vieron a Izuku empezaron a cantar. Izuku se situó en frente del fuego y activó su poder. Un pequeño tornado se formó a su alrededor levantando polvo y ondeando sus ropas. Todos habían dejado de cantar y había un silencio sepulcral. Después de unos minutos de espera, la base de la llama empezó a tornarse roja e Izuku empezó a levantar sus pies del suelo. Un palmo, el nivel de rojo del fuego había subido más. Dos palmos, el nivel del fuego estaba casi por la mitad u el tornado de Izuku se había vuelto mucho más fuerte. Tres palmos. Faltaba poco para que el pequeño tornado fuese un huracán y faltaba un cuarto para que el fuego se tiñese de rojo por completo. Cuatro palmos. El tornado de Izuku comenzaba a levantar a la gente del suelo y el fuego estaba completamente rojo. Izuku dejó de usar el poder y lentamente bajó al suelo. Durante el proceso, había doblado el cuello con fuerza hacia atrás y había mantenido los ojos cerrados. Cuando sus pies tocaron el suelo, todos estallaron en vítores. Hacía mucho que los Elementales no elegían a nadie en el Clan Viento, y que Izuku tuviese el poder divino era motivo de celebración.

Los Cinco Elementos (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora