Subo por las escaleras de los pensamientos
que se mezclan en mi mente.
Vuelo por el universo inabarcable
de las ideas que brotan
como las luces del alba
en un torrente infrenable de sonidos
y movimientos.
Me expando en susurros
de decires y callares
que tiñen las esencias pasajeras
de los suspiros de vida.
Todo es eternamente circular.
Cuando el sol reposa en
la línea infinita e imaginaria
de las tinieblas,
los destellos neuronales adquieren
nuevos impulsos...
más instintivos, más profundos,
más salvajes y obstinados.
De eso se trata que estemos en este plano: primero pensamos,
luego, existimos.