Capítulo 6.

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Cuarto año y un gran temor flébil se empezaba a adueñar de mi ser. Las maliciosas dudas e inquietudes que con tanto esfuerzo trataba de mantener alejadas aparecían en mi mente como si de algo memorizado se tratase. ¿Y si Nathan se había olvidado de mí? ¿Y si tuvo un accidente y olvidó todo lo nuestro? ¿Y si olvidó todos nuestros besitos y mimitos? Digo, sabía que podía contactarlo para saber de él, pero sus cartas anuales por correo eran suficientes para mí; para saber que aún faltaba tiempo y que ambos debíamos crecer.

Por milésima vez en el día, sacudí mi cabeza como si con ello todo lo negativo de mis pensamientos desaparecieran. No, Nathan y yo estaríamos juntos, mi corazoncito me lo decía, por ahora, me concentraré en mí.

En estos días, he podido aprender cosas que me hacen feliz, como hacer un lindo glaseado de fresa para los pequeños pastelitos que le doy a los niños, donde brindo mi ayuda como voluntaria. Ellos, al igual que Nathan, se han adueñado de mi corazón. Me sorprende la facilidad con la que sucede, es como si fuera parte de su naturaleza.

Siempre he escuchado y leído que no importa el tiempo para que tu corazón ame a alguien o alguien te ame a ti; no hay límite, es tan sencillo e inexplicable, sería como darle un principio a lo ilimitado.

Recuerdo la primera vez que conocí a Nathan, mi instituto había notificado a los representantes de cada comité para ir de excursión a uno de los más prestigiosos de la ciudad, por no decir él más y hacer conexiones con los de allí e intercambiar saberes. Nuestro uniforme se basaba en tonos azules, negros y blancos. Ese día hacía mucho frío por el pronto invierno, así que me aproveché del azul para usar una bufanda, gorrito y guantes celestes que combinaran con este.

Al llegar, nos esperaban tres docentes y los que supongo eran los demás representantes, en total catorce personas, y nosotros doce, contando a nuestros dos docentes.

Como de costumbre, nos acomodamos en una línea e hicimos una reverencia a modo de saludo.

Pasé mi mirada por los contrarios con una sonrisa cerrada en mis labios, y me detuve en él. Conversaba con uno de nuestros profesores, llevaba su correspondiente uniforme y una insignia en el lado derecho de su pecho, solo podía significar una cosa: es el representante estudiantil. Al parecer sintió mi mirada y volteó hacia mí, sonriéndome tan hermosamente. Le correspondí por inercia y sacudí mi mano en forma de saludo.

En el resto de la excusión, me dediqué a apreciarlo en los momentos en que no debía responder nada al otro representante del club de lectura. Todo en él me había llamado la atención: su amabilidad, inteligencia, elocuencia y, por supuesto, su deslumbrante belleza.

Luego de ese día lo vi en un evento de caridad al que mis padres habían donado, y obviamente los suyos también. De ahí empezó todo; con unas simples sonrisitas de cortesía.

Ahora comprendo con plenitud el significado de no buscar amor, porque yo soy amor, por consiguiente él es amor, y claramente yo vi su amor, una perfecta combinación para mi amor. Creo que te enredaste, Violet.

En Cinco Años #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora