El reencuenrtro

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De repente la ve aparecer a lo lejos. Lleva esa camiseta amarilla que le encanta y que tantas veces ha tenido que recoger del suelo de su habitación, unos pantalones vaqueros pegados que le marcan mucho la figura, unos zapatos con muchos colores y los pelos revueltos, como de llevar un par de días sin peinarse. "Todo muy acorde con su espíritu de loca" piensa mientras esboza una pequeña sonrisa que trata de disimular; esa locura que lo hacía volverse a él más loco aún. Sus ojos grandes y expresivos van mirando al suelo, pero sus pasos caminan derechos a él, que permanece quieto y de pie en mitad de la cancha de baloncesto. Cada vez se acerca más, hasta que llega a su altura y empieza a decir:

¿Qué te creías, que podías desaparecer de mi vida así, sin más? ¿O que tal vez ni me acordaría de ti porque ya había alguien? - Se queda unos instantes mirándolo, buscando una respuesta sin encontrarla y sigue hablando. - No sé, podrías haberme escrito un puto WhatsApp en verano preguntándome que cómo estoy, que tampoco te he pedido que me escribas una carta a la antigua pero joder... Que se supone que la orgullosa era yo, no tú. De todas formas aquí me tienes, dejo mi orgullo, culpable tal vez de que lo nuestro no funcionara, y me planto delante de ti para decirte que no me da miedo confesar que te quiero.

Lo suelta todo como si lo tuviera previamente ensayado, como si lo hubiese dicho en su mente mil veces. Él se ríe y hace un gesto nervioso con la cabeza, como queriendo evitar que se le noten las ganas de besarla. Las manos en sus bolsillos no paran de juguetear con los hilos sueltos de las costuras. Había tenido nueve meses en los que se veían cada día para decirle todo aquello, ¿por qué ahora que todo en su vida estaba yendo bien? ¿Por qué tenía que seguir complicando las cosas aún más? Como si no hubiese sido difícil de por sí hacerse a la idea de que ya no dormiría ni una noche más con ella ni discutirían por ver quién tenía más manta, o por poner el aire frío cuando era evidente que hacía calor. Para él ya era difícil mirarla y observar que en sus ojos no había amor, que solo lo veía como un amigo con quien pasar buenos ratos, ¿y ahora esto? No tenía ningún sentido. Aún así, se apresura a responderle con la voz temblorosa:

Lo primero, la que desapareciste del mapa sin dar explicación alguna fuiste tú porque supuestamente no estabas a gusto aquí y te importamos todos una mierda. Lo segundo, ¿quién te crees que eres para echarme en cara todo esto y encima después de tanto tiempo?¿Qué pasa que no causaste ya bastante daño? Y lo tercero, aunque yo quisiera, esto no puede ser. Estoy bien con mi novia, no voy a arriesgar mi relación por volver a ser un capricho tuyo.
Entonces, ¿por qué has decidido quedar conmigo?- Responde ella, a la que parece que todo lo que ha dicho él le ha dolido. Nota en la mirada del chico, que se planta en el suelo rápidamente, que la pregunta le ha pillado desprevenido.
Sinceramente no lo sé. Tenía curiosidad por escuchar lo que me querías decir, pero ya te lo he dicho, no voy a arriesgar mi estabilidad por estar con alguien que en su momento no supo valorar lo que tenía.

La chica no sabe qué decir. Sabe perfectamente que no lo hizo del todo bien, pero no le ha gustado nada que el chico le suelte ese comentario ahora que ella ha decidido sincerarse. Sabe que él quiere decirle lo que siente desde hace mucho, Lu (íntima amiga de ambos en la resi) se lo dijo: "le sentó muy mal que te fueras así sin más. A lo mejor os viene bien hablar a los dos y aclarar las cosas". Entonces, ¿por qué él se mostraba a la defensiva y no quería hablar con ella? ¿Había sido demasiado bruta en su forma de expresarse? Siempre le pasa. Nunca se le ha dado bien eso de expresar sus sentimiento, y mucho menos el romanticismo. Ni siquiera le gusta hablar de ello, pero siente la necesidad de decirle al chaval con el que ha compartido residencia durante los nueve meses del curso todo lo que se le pasaba por la cabeza en esos instantes.

Se queda unos segundos reflexionando en lo que quiere decirle, y todos estos pensamientos dan vueltas en su cabeza durante unos segundos, pero de su boca sólo sale un "vale".

¿Vale?¿Podía darle una respuesta así a un chaval del que está enamorada? No fue lo más correcto, pero tras su sermón supone que él no quiere seguir hablando con ella y da por terminada la conversación. Coge su talega rosa en la que guarda las llaves, el móvil, el monedero y su goma del pelo negra por si le entra calor, y se apresura a salir del recinto sin dar más explicaciones. Él se queda plantado sin mover ni un dedo de la mano. Lo que realmente le apetece hacer es ir tras ella y decirle lo que siente, sin vergüenza y sin miedos, pero sabe que es inútil. En el fondo, ella quiere que le agarre la mano y le pida que no se vaya, como a las protagonistas de esas películas moñas que la suelen aburrir, pero es consciente de que eso no pasará y sigue su camino sin mirar atrás. Durante el trayecto se encuentra con Lu. Sigue igual de guapa. Tiene unos rizos perfectos y el eyeliner que tan bien le sienta y que parece que formara parte de sus ojos. Se acerca a ella con una gran sonrisa de sorpresa y alegría:

¡Ey! ¿Cómo tu por aquí?
De visita, ya sabes.
¿De visita y ni te pasas a vernos a Bea y a mí? Qué poca vergüenza. - Comenta Lu con su voz de cascabel que tanta gracia le ha hecho desde siempre a la chica.
Es que llevaba prisa, solo me pasé a saludar a los educadores. Ya quedamos para tomas algo pronto, ¿vale?
Bueno, ponlo por el grupo.
No, mejor lo hablamos por privado.
Ya, que no quieres que él venga, ¿no?
No es eso, pero no me apetece ver a tanta gente.
Ya... Eso va a ser.- Lu le guiña un ojo, le da un beso y sigue su camino hacia las canchas de baloncesto. Seguramente irá a ver a su amigo, que se lo contará todo, pero la chica no está preparada para oír el sermón de Lu de que debían sincerarse porque la vida es muy corta y bla bla bla, así que decide aligerar el paso.

Se apresura a la parada del bus, pues la última vez que miró la aplicación, antes de ver a Lu, ponía que le quedaban 6 minutos, y aunque sabe de sobra que tendrá que esperar algunos minutos más porque la página va fatal, prefiere eso a quedarse más tiempo dentro de la resi, no quiere encontrarse con nadie más. "Demasiadas emociones por hoy" piensa.

El bus llega después de 5 minutos, justo cuando sonaba en el Apple Music la canción de Tarot de Bad Bunny. Nunca le ha gustado el reggaetton, pero esa no era una simple canción, sino que era una persona. Detiene la música para poder escucharla bien una vez se ponga cómoda en el asiento; entra en el bus, pica con la tarjeta de Tussam y se sienta donde siempre, en la última fila el asiento de la izquierda, pegada a la ventana. Seguidamente le da al play y pone la canción a todo volumen. Escucha la canción en bucle mientras observa el trayecto que tantas veces recorrió con él de camino al instituto, sin dormir y con su cabeza pegada la ventana mientras él le acariciaba la pierna.

Durante todo el camino le da vueltas a lo que le podría haber dicho y no le salió... pero, ¿cómo decirle tantas cosas después de tanto tiempo? Y aunque se lo dijera, ¿qué cambiaría? Ella está bien con su chico, y él se ve bastante feliz. Sin embargo, hay algo que no la deja tranquila y que la mantuvo varias noches sin poder pegar ojo y escuchando en sus auriculares canciones tristes de rock como Amor temporero de Marea (su grupo favorito), o esa canción que suena en sus auriculares que tanto le recuerda a él...  "yo soy Da Vinci y tú mi obra de arte",¿cuántas veces le había cantado esa frase mirándola y riendo? Aún recuerda el primer día que la escuchó:

El sol al lao' tuyo no es tan brillaaaaante, yo soy Da Vinci y tú mi obra de aaaaarte.
Anda calla ya que al final llueve. ¿Se puede saber qué cantas?
Una del nuevo disco de Bad Bunny, pero claro como tú no tienes gusto musical...- le dice él para hacerla enfadar.
Habló el mudo y dijo lo que pudo...- responde la chica divertida.
Mira, escucha que este disco no es tan machista como los demás. Además esta habla de arte... ¿a ti no te gustaba el arte?
No conseguirás que me guste el reggaetton si eso es lo que pretendes.
No, pero al menos conseguiré que al escuchar esta canción te acuerdes de mí.

Los dos ríen y se quedan tumbados en la cama mientras escuchan el single, cada uno con un auricular. Él la mira, sonríe y le da un pico.

Te gusta.
No está mal, digamos que la puedo escuchar sin que me sangren los oídos.
Digimis qui li pidi escuchir sin que mi sangrin lis oidos.- Le responde él burlándose de forma cariñosa.

Los dos ríen a carcajadas y se quedan abrazados hasta la hora de bajar al comedor.

Lo recuerda como si hubiese pasado hace sólo unos días, pero al echar cuentas se percata de que de ese momento hace ya casi un año. Entonces se da cuenta de que quizás Lu tenía razón, la vida pasa demasiado deprisa para pensar en lo que ocurrirá dentro de tan siquiera unos minutos. Debería haberle dicho al chico que la tenía sin dormir todo lo que sentía en el momento en el que lo sentía. Ahora ya es demasiado tarde, y no hay día en el que no se arrepienta de no haberles dado esa oportunidad a ambos de quererse.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2023 ⏰

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