Propósito

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Estática, una voz que carecía de comprensibilidad intentando intervenir entre el ruido distorsionado, la radio vieja estaba dando su ultimo esfuerzo. Las gotas de lluvia ambientaban mi paz interna y suprimían el sonido de mis alrededores, tumbado plácidamente en la comodidad de los asientos traseros del vehículo destartalado, completamente invadido por el placer de la calma, mis parpados no tenían la voluntad de abrirse y de a poco mi respiración se atenuaba, el sueño provocó que el sillón se me hiciera más cómodo de lo usual a pesar de tener aún restos de polvo en su cuero y finalmente me dormí recordando errores del pasado.

Antes de trabajar era un perro callejero, un ladrón de mala muerte, carecía de valores y nunca tuve una certera definición de lo que era la moral, mi madre falleció de una sobredosis y ni siquiera tengo certeza de si mi padre sigue vivo a día de hoy, jamás lo conocí. Era un idiota criado por más idiotas, quienes me adoptaron aprovechándose de mi ingenuidad, en poco tiempo empecé a hacer los trabajos sucios que ellos no eran capaces de hacer, esperando que en algún robo mi rol de carnada funcionara y se deshicieran de mi, pero cuando tuve la conciencia suficiente para darme cuenta de sus manipulaciones me fui por mi cuenta de ese lugar.

Como carecía de dinero alguno seguí con los robos por mi cuenta, era estratégico y espabilado, el haberme formado a temprana edad para el trabajo me había convertido en un experto en ello. Un día de esos, invadido por mi auto convicción y el furor de haber robado ya tres casas el mismo día, me dirigí a una mansión, el lugar era conocido por absolutamente todos, pero debido a mi desconexión con las personas, no tenía conocimiento alguno de porque todos conocían este lugar, y lo evitaban cada que se podía; Sin mucha dificultad salté el muro, un poco extrañado por la facilidad de hacerlo deambulé por el gigante patio de forma precavida, usando los arbustos a mi disposición para camuflarme entre ellos y encontrar alguna forma de entrar al conocido lugar, y como si de un milagro fuera, una ventana abierta intervino en mi mirada, de manera ilusa y sin dudar más de dos veces entre por ahí.

Era una cocina inmensa, tan grande que ni tres versiones de mi mismo hubieran sido suficientes para llegar al techo, un candelabro de vidrio que simulaba diamantes colgando iluminaba por completo de esquina a esquina la habitación, empecé a inspeccionar el sitio, en el centro había una mesa de una madera preciosa, encima de la mesa, una canasta con frutas de todo tipo, algunas que nunca en mi vida había visto ni imaginado, una cantidad absurda de muebles, mis ojos brillaban como los de un niño con un nuevo juguete, y entonces observe el refrigerador, dos puertas gigantes que imponían de solo verlas, la curiosidad me gano por completo y lo abrí emocionado esperando sorprenderme con lo que sea que hubiera dentro, antes de siquiera poder reconocer alguna de las comidas, mi cabeza se apagó.

Luego de un tiempo indefinido del cual no tenía certeza por mi repentina pérdida de conciencia, lo primero que note fue que estaba sentado, descarté cualquier posibilidad de haber sido un desmayo accidental, abrí mis ojos como un recién nacido, cegado por la luz proveniente del candelabro; mientras mi vista regresaba a su normalidad para ver la situación en la que me encontraba, mis otros sentidos me hicieron notar mi carencia de movimientos en los brazos y en mis piernas, tan pronto como mis ojos se reintegraron a la realidad, me percaté de la razón de por qué mi motricidad estaba fallando, mis pies estaban pegados a la silla, anudados por una gruesa cuerda de cáñamo; como si mi vista controlara mi cerebro, tan pronto como noté mi situación, el dolor del nudo empezó a hacerse notar, no era suficiente para hacerme mal pero era constante, provocando una bomba mental que en cualquier momento culminaría en un ataque ansioso, mire a mis manos asumiendo lo obvio, también amarradas, incluso de manera mas firme que mis pies, me estaba desesperando.

Mis ojos recorrían mi alrededor en busca de algún escape de aquella trampa. Pasos. Rápidamente la retícula de mi vista actuó como oído y trato de identificar el lugar de donde el sonido provenía.

Malditas desgracias y finales felicesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora