Athy estuvo enamorada de su mejor amigo por tres años y ,en el último año de secundaria su amor no correspondido fue robado por su mejor amiga. Tras este suceso se convenció de que el amor no era para ella así que se escabulló en novelas de romance...
—Entonces... ¿Te gustaría hacerlo conmigo?—dijo con una sonrisa que parecía inocente, pero sus palabras demostraban lo contrario.
Mis mejillas se encendieron con un rubor ardiente al escuchar esa pregunta, y mis nervios se dispararon.
—¿Qué estupideces estás diciendo?—traté de tomar mi cuaderno, pero él lo alejó, fuera de mi alcance debido a su altura.
—Muy bien, me quedaré con esto—sacudió el cuaderno frente a mí—hasta que me des una respuesta adecuada—dijo desafiante, dejándome ahí, con una mezcla de emociones y esa sonrisa burlona que jugaba con mis sentimientos.
Ya en el salón me encontraba perdida en mis pensamientos, la preocupación por el hecho de que alguien conoce esa parte de mí me hace sentir desnuda y frágil. Esto no puede estar pasando.
Una voz interrumpió mis pensamientos.
—Athy, ¿Estás bien? Te ves pálida—dijo con una mirada visiblemente preocupada.
—Si, no es nada—respondí tratando de disimular mi situación actual.
El tiempo pasó tan rapido que sin darme cuando ya era hora del almuerzo. Estaba caminando por el pasillo con mis compañeras cuando me encontré con él.
—¡Oh! Athy...—examinó mis rostro—Vaya, pareces un fantasma así de pálida ¿Estás bien?—y una fingida sonrisa amable apareció en su cara.
Este idiota, como si no supiera de quién es la culpa.
—Ehh, Kai, a ella no le gusta que los hombres le hablen, ¿Qué haces?—habló uno de sus amigos.
—¿No es ese chico popular de primer año?—preguntó una de mis amigas.
Una sonrisa divertida se formó en la cara de Kai, no puede ser está pensando en decir algo extraño.
—Puede ser que la razón de que estés así es...—lo tomé del brazo sin dejarlo terminar de hablar.
Rápidamente sin dejar reaccionar a nadie lo arrastré a un salón vacío y lo empujé contra la pared encerrándolo entre mis brazos.
—Tú...—lo miré fijamente a esos brillantes ojos rojos—¿Qué es lo que pretendes hacer con todo esto?.
—¿Ehh? No sé a que te refieres...—dijo con un tono de voz inocente—pero...—esta vez su expresión cambio a una sonrisa traviesa y ojos seductores—¿Qué es lo que buscas, Athy?, arrastrándonos a un salón sin nadie alrededor—él dio pasos hacía mí y yo tuve opción más que alejarme hasta que sentí la pared tocar mi espalda.
Apoyo una mano en la pared por encima de mi cabeza, nuestros rostros tan cerca que podía sentir su aliento rozar mis labios.
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—Y-yo... yo—mis labios temblaban.
—¿Será que... me estas provocando?—acarició mis labios con su cálido dedo.
Sentía mis latidos aumentar y mi cuerpo calentándose, nunca había estado así de cerca con un chico, esta sensación...
—Si tu objetivo es ese. ¿Debería continuar donde lo dejamos la última vez?—una sonrisa traviesa en sus labios y sus intensos ojos mirando mis labios.
Lamí mi labio sintiendo el calor en mi cara. Mi corazón latía con fuerza, mezclando la excitación y el miedo, sin saber qué hacer frente a esta situación intensa y cargada de deseo. Miré sus labios hasta que su boca cambió a una sonrisa divertida, lo miré y en sus ojos había una evidente diversión.
Las carcajadas resonaban en mis oídos mientras la vergüenza invadía todo mi ser, haciendo que mi cara se tiñera de un rojo intenso.
—Tu cara se puso tan roja... parecías una fresita...—sus risas no paraban. Su mirada de diversión me hacía sentir expuesta y vulnerable—Así que realmente no estás acostumbrada a relacionarte con hombres.
Traté de ocultar mi vergüenza, pero sus palabras me golpeaban con fuerza. No podía evitar sentirme humillada.
Finalmente, las risas disminuyeron, pero su mirada divertida seguía clavada en mí mientras se secaba una lágrima de diversión.
—Pero de verdad, esto es muy interesante —dijo, provocando un nudo en mi estómago.
—¿Qué? —respondí, cruzando mis brazos sobre mi pecho para ocultar mi incomodidad.
—Si te gustan tanto los chicos que escribes ese tipo de cosas, ¿por qué actúas como si te desagradaran? —sus palabras resonaron en mi cabeza, haciéndome sentir expuesta y vulnerable.
Su mirada desafiante me retaba a dar una respuesta. Traté de encontrar las palabras adecuadas, pero me sentía acorralada. No era tan sencillo explicar mis sentimientos y emociones. y mucho menos a alguien que parecía disfrutar de mis momentos vulnerables.
—Eso... Va a ser un gran problema si alguien descubre esa libreta —expresé con miedo, notando cómo mis manos apretaban inconscientemente mi falda de uniforme.
Kai pareció captar mi preocupación.
—Si eso es lo que te preocupa, será un secreto entre tú y yo —dijo con una sonrisa, colocando un dedo sobre sus labios como gesto de silencio—. No se lo diré a nadie.
—¿Ehhhh? —dije sorprendida.
Su respuesta no era lo que esperaba. Quería mi libreta de vuelta.
—Entonces, nos vemos después, Athy—dijo con una sonrisa amistosa y salió del salón dejándome sola.