Prólogo

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"¿Quienes son los que nos enseñan a amar? ¿En base a qué experiencias definimos lo que es amor y lo que no lo es?"

Sus manos se deslizaban con mucha delicadeza por su cuerpo, llevando la atención hacia sus pechos y vientre, mientras la luz roja de la cámara indicaba que esta misma grababa todo.

"¿ En qué momento nuestra vida se vuelve gris y consideramos que no somos aptos para amar? ¿Son nuestras ex parejas las que lo determinan?"

Su cabello castaño se ondeaba con sutileza mientras que su cuerpo se deslizaba con mucho cuidado por la cama, su mente vagaba en sus pensamientos pasajeros como ya se hacía costumbre desde hace bastante tiempo, sus pechos subían y bajaban al compás de sus jadeos. sus dedos exploraban su ya conocido cuerpo, ciertamente ya no disfrutaba ni sentía el placer ni la emoción de ser observada.

"¿En qué momento decides dejar todo atrás y perder el interés en tu propia vida?"

Las notificaciones de bonificaciones altas la hicieron volver a la realidad y sus gemidos sonaron aún más alto dentro de la habitación rosa, sabía que debía concentrarse más desde ese momento, debía cumplir con sus horarios y con las expectativas de sus clientes.

"¿Merezco ser amada? ¿Es mucho pedir?"

Sus dedos se deslizaron fuera de sus rosados pliegues, robándole un pequeño jadeo, seguido de el crujido de la cama en el momento que se levantó tomando una posición más osada, quedando expuesta por completo, una vez cómoda sus manos buscaron rápidamente el pequeño aparato rosa y como ya era sabido, las notificaciones de bonificación estallaron, junto con ella mientras utilizaba el pequeño vibrador rosa.

"Mierda, que hambre tengo".

Una vez alcanzado el dulce orgasmo, que le daba tanto placer y la vez la hacía sentir tan vacía, se sentó en la cama y sonrío a la cámara, despidiéndose de sus fans y agradeciendo todas las estrellitas entregadas. Finalizó el directo y ya más tranquila quito con cuidado su bello antifaz, suspirando lo dejó a un lado de la computadora.

"Al menos podré cenar algo delicioso".






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